Ni siquiera la propia Jane Austen pudo haber imaginado que su breve pero sustanciosa obra narrativa sobreviviría más de dos siglos a los vaivenes de la moda y los embates del tiempo como la de ningún otro autor inglés, salvo el caso de William Shakespeare y Charles Dickens.
Jane era la séptima y última hija de un clérigo inglés. Nació el 16 de diciembre de 1775 y gozó de una infancia feliz rodeada de cinco hermanos, una hermana y muchos libros.
Se inició en la escritura como divertimento para entretener a la familia durante sus ratos libres.
Tenía 21 años cuando escribió su primera novela, First Impressions (Primeras impresiones). la cual su padre sometió al dictamen de un editor pero fue rechazada; ella no se desanimó y continuó escribiendo.
En 1790 contaba ya con los borradores de otras dos obras: Northanger Abbey (La abadía de Northanger) y Sense and Sensibility (Sentido y prudencia).
En 1801 la parroquia de su padre fue trasladada a la hermosa ciudad de Bath en la que Jane tuvo un par de pretendientes, uno de los cuales llegó incluso a proponerle matrimonio —Harris Bigg-Whither—, compromiso que ella aceptó en principio pero que rompió casi de inmediato considerando que en realidad no existía compatibilidad de caracteres.
Esa fue toda su experiencia en las lides del galanteo, la conquista, el amor, la ruptura, la reconciliación y el matrimonio, temas que ocuparán la totalidad de su obra narrativa.
El padre de Jane muere en 1805 y eso obliga a su hermano Edward a hacerse cargo de la madre, de la hermana y de Jane a las que traslada, por razones económicas, a una pequeña casa en el tranquilo pueblo de Chawton, donde Jane dispondrá del tiempo y la madurez necesarias para imprimirle vuelo a su carrera literaria.
En 1811 aparece Sense and Sensibility firmada con el seudónimo de A Lady (Una dama). Su siguiente y más famosa novela se basa en el borrador rechazado de First Impressions para reescribirla bajo el título de Pride and Prejudice (Orgullo y prejuicio).
La novela se publica en 1813, es decir, hace exactamente doscientos años. Le sigue Mansfield Park en 1814 y Emma en 1815.
Fueron solo cuatro las novelas que Jane Austen vio publicadas en vida y, paradójicamente, de manera anónima. Nuestra autora se enferma y muere el 18 de julio de 1817, apenas a los 41 años.
Sus novelas, Persuasion (Persuasión), que inició en 1816, y Northanger Abbey, que había sometido al editor años atrás pero que dejó en el cajón, se publicaron póstumamente en 1818.
Dejó además una novela inconclusa, Sandition, que no se publicó sino hasta 1925.
Toda la obra narrativa de Jane Austen consiste tan solo de seis novelas, las cuales nunca han dejado de imprimirse ni de leerse a lo largo del tiempo y de las que se han hecho infinidad de versiones cinematográficas y series televisivas.
Giuseppe di Lampedusa decía que en los libros de Jane Austen "no ocurre nada, gracias a Dios, todos acaban bien casados, contentos y ajenos a los problemas políticos de la historia", lo cual es una interesante reflexión sobre la manera oblicua y discreta de juzgar la literatura por parte de Lampedusa.
Efectivamente, las novelas de Jane Austen tienen como único tema quién se casa con quién entre los diversos jóvenes de la provincia inglesa. La primera frase de Orgullo y prejuicio es muy indicativa de la forma de abordar el tema del amor y el matrimonio característico de sus novelas: "Es una verdad universalmente conocida que un hombre soltero en posesión de una buena fortuna debe estar a la búsqueda de una esposa".
Pero lo que realmente ocurre páginas adentro es más bien lo contrario: son las mujeres las que se encuentran buscando marido con un buen ingreso para tratar de resolver simultáneamente el conflicto que enfrentaban en el siglo XIX, obligadas a decidir entre los sentimientos amorosos y el estatus social que les brindaría el matrimonio.
Orgullo y prejuicio trata sobre la vida cotidiana de una familia de clase media en la Inglaterra de la provincia de Longbourn, compuesta por el señor y la señora Bennet y sus cinco hijas solteras.
Los problemas domésticos que se dan en el seno de la familia, así como las relaciones que las hijas establecen con los diversos protagonistas masculinos, constituirán sus principales conflictos.
Cuando la señora Bennet se entera que acaba de llegar un nuevo vecino —Charles Bingley— a la comarca de Netherfield cercana a ellos y descubre que además es soltero y con un buen ingreso, decide que alguna de sus hijas debería casarse con él. Y así empiezan las pesquisas y aventuras de las hermanas Bennet, sobre todo de Elizabeth, la heroína, la más inteligente y la más sensata, de Jane, su hermana mayor y más bella, y de Lydia, la más pequeña y coqueta y un tanto cerrada de mollera. En apariencia todo el suspenso de la novela gira en torno a las posibilidades y problemas que tienen las hermanas camino al matrimonio.
En el código que establece Jane Austen cada mujer debe casarse no solo con un hombre de mejor clase social y más rico sino que además sea su equivalente moral.
Sin embargo, lo que en apariencia podrían pensarse como meras novelas rosa en realidad resultan comedias clásicas que ilustran el comportamiento social y psicológico de los seres humanos frente al difícil tema de la elección matrimonial.
Se trata efectivamente de novelas costumbristas sin mayor tragedia en las que las relaciones que se establecen entre hombres y mujeres deben llevarse a cabo con decoro y respetando los preceptos morales de la sociedad porque en el mundo de Jane Austen la moral y las costumbres son equiparables. Los conflictos que se plantean son en principio de comportamiento.
Elizabeth, por ejemplo, cuando conoce a Fitzwilliam Darcy en un baile lo considera orgulloso y soberbio y alcanza a escuchar que Darcy, que la saca a bailar, dice de ella: es "tolerable pero no lo suficientemente bella".
De ahí el título Orgullo y prejuicio. Darcy representa el orgullo y Elizabeth el prejuicio.
Pero muchas veces sucede que las primeras impresiones que tenemos de la gente resultan engañosas y la novela trata de cómo esas falsas apariencias deben disiparse hasta llegar a conocer al otro en su verdadera dimensión.
Elizabeth, en efecto, no es la más hermosa pero sí la más inteligente y sensata de las hermanas, y por lo mismo se siente atraída a Darcy, que además de rico resulta moralmente el más probo de los personajes masculinos. Algo semejante ocurre con Jane, la más bonita de las hermanas Bennet, que se compromete con Charles Bingle.
Ninguno de los dos es brillante pero ambos son atractivos y de buen carácter, además de que él es de buena clase social y económicamente bien acomodado. El caso más negativo lo vive Lydia que, atraída por el uniforme militar de Whickham, se enamora y huye con él para oprobio de la familia.
Malos entendidos, enredos, confusiones, falsas apariencias, pleitos, rupturas, lágrimas, celos, estrategias femeninas para acercarse al ser amado, bailes, visitas a otras familias, diálogos chispeantes y una vastísima galería de diferentes tipos de mujeres y hombres constituyen la esencia de las novelas de Austen. Pero la nota con la que concluyen todas es la reconciliación, momento muy importante para restablecer el equilibrio de la trama y poner orden en la vida de sus protagonistas y culminar, como en las buenas comedias, con un final feliz.
A todo esto debemos añadir tres factores más: el fino sentido del humor que Jane Austen despliega a lo largo de sus novelas, con sutil ironía y viva inteligencia, la cuidada estructura de sus obras, así como la tersura de su prosa, el ritmo y depurado lenguaje que nos permitirá adentrarnos en los avatares de sus personajes sin mayores complicaciones.
Jane Austen está en sus lectores. Celebremos los doscientos años de esta larga vida que, estamos seguros, pervivirá todavía por mucho tiempo.