Uno de los eventos históricos más conocidos y que más se han explotado en productos como películas o libros es la de el barco más famoso de la historia, aquel que ni dios podría hundir en palabras de su capitán, el Titanic.
La historia de este barco sigue envuelta en misterio, el hundimiento del barco, ocurrido en abril de 1912, todavía sigue dando que hablar, a medida que nuevos descubrimientos científicos arrojan más y más información sobre el naufragio más famoso de la historia.
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Pero hay un misterio en torno al buque que James Cameron llevó a la gran pantalla que resulta mucho más fácil de resolver: ¿por qué conservamos fotografías de la vida en el interior del Titanic si se hundió en su primera travesía?.
La respuesta es muy sencilla, todo se debe a un hombre llamado Francis Browne, un pasajero aficionado a la fotografía que capturó momentos de su estancia en el lujoso barco y que ahora sirven para ver como fue el único viaje que éste realizó.
¿Quién era Francis Brown?
Francis era un joven seminarista de 31 años, el jesuita irlandés pretendía aprovechar las varias paradas marcadas en el trayecto del enorme y lujoso transatlántico para regresar a su país, sin embargo esto fue muy diferente.
Browne, aficionado a la fotografía desde joven, quiso inmortalizar su breve estancia en el Titanic tomando imágenes del ambiente alegre que se respiraba en la cubierta del barco de la naviera White Star Line.
El seminarista capturó sobre todo a pasajeros de primera clase, que disfrutaban de los fastuosos espacios del transatlántico: el comedor, la sala de baile, los camarotes, el gimnasio, asimismo, Browne fotografió al capitán del barco, Edward J.Smith, a otros miembros de la tripulación e incluso a algunos pasajeros de tercera, imágenes con las que ahora las nuevas generaciones pueden imaginar cómo era este lugar.
CGU