El erotismo no formaba parte del lenguaje cotidiano de los pueblos prehispánicos, pero ello no significa que no experimentaran las pasiones del cuerpo, por el contrario, y ello lo ha reflejado Miguel León-Portilla en diversos textos que ha traducido a lo largo de su vida.
Alberto Ruy Sánchez recuerda que hace algún tiempo, en la revista Artes de México, editaron un número especial sobre el chile, donde el investigador publicó una historia que él tradujo: un personaje extranjero, un Tohuenyo, un hombre que vendía chiles y llegó a un lugar desnudo, enamorando perdidamente a la hija de un rey.
“De alguna manera se piensa que esta leyenda es el origen del albur del chile, el sexo y el chile, el sexo como chile. En la leyenda, el rey atrapa al Tohuenyo y le dice: ‘Tú la enloqueciste y ahora tú me la curas’, y sucede toda una historia de amor erótico apasionado”.
A partir de lo publicado en ese número sobre el chile, León-Portilla ofreció otras historias o leyendas un tanto eróticas, desde la concepción occidental, con lo que surgió el libro Erótica náhuatl, coeditado con El Colegio Nacional, el cual se acompaña de una serie de grabados de Joel Rendón.
“Es muy curioso porque normalmente se piensa que en el mundo prehispánico no se manifestaba el erotismo, lo cual es completamente erróneo. Así, reunimos la historia del Tohuenyo, el canto de las mujeres de Chalco, las querellas del amor, Nezahualcóyotl y las dos ancianas libidinosas, y una comparación entre Afrodita y Tlazoltéotl”, explica Ruy Sánchez.
Todas son versiones de poemas o mitos y relatos que traduce Miguel León-Portilla, quien ofrece una introducción de cada una de ellas, lo que las vuelve más interesantes; para ilustrar todo el libro, Joel Rendón, un colaborador muy cercano de Artes de México, hizo todas las ilustraciones, “grabados increíbles, muy sugerentes algunos, atrevidos otros, pero son como 20 los que se incluyen en el libro”.
Escrito de aniversario
Erótica náhuatl se publicó en el contexto del 30 aniversario de Artes de México, un proyecto editorial que apuesta por recuperar las tradiciones, leyendas, colores y sabores de los pueblos de México, lo que se logra de distintas maneras con un volumen que recupera, al mismo tiempo, décadas de trabajo de León-Portilla.
“Para empezar hay que tener consciencia de que todas son traducciones. Todo lo estamos viendo a través de nuestra cultura y nuestro lenguaje; simplemente usar el término erótico es utilizar un concepto completamente ajeno al mundo náhuatl para referirse al amor pasional y al amor erótico carnal, aun cuando, finalmente ese tipo de relación humana existe en todas las culturas y se manifiesta de diferentes maneras”.
Entre los elementos fundamentales del volumen, en palabras de Ruy Sánchez, está la reunión de la densidad de conocimientos, la pluralidad de dimensiones que le da don Miguel a sus historias, presentadas de una manera rica y sugerente.
“La historia del Tohuenyo, por ejemplo, es la de augurios sobre el fin de la ciudad y de una guerra, y éste personaje era un dios que venía a dar esos augurios. Todos los relatos son otra cosa, no tenían como primera finalidad hablar de erotismo, pero resulta que están todas llenas de pasiones eróticas. La sensibilidad de don Miguel para localizarlos y ponerlos juntos ayuda a resaltar esta dimensión de poemas e historias”, reconoce Ruy Sánchez, uno de los editores de Erótica náhuatl.