Les Luthiers: el réquiem de Mastropiero

El grupo argentino dio el adiós a México con dos presentaciones en el Auditorio Nacional que dejarán huella entre sus admiradores.

Les Luthiers. (Cortesía: Auditorio Nacional)
Jorge De Montanaro
Ciudad de México /

Horas antes del primero de dos conciertos de Más tropiezos de Mastropiero en el Auditorio Nacional, el colofón a 55 años de carrera, los integrantes del sexteto argentino se pasean sobre Reforma en busca de souvenirs.

Pasan desapercibidos para los comerciantes, pero no así para los admiradores que aprovechan para pedir una selfie, un autógrafo, o ambos. Especialmente a Jorge Maronna, uno de los dos integrantes originales de Les Luthiers, fundado en 1967 por Gerardo Masana.

Una vez dentro, las luces se apagan con cinco mil espectadores que aplauden la salida al escenario del querido y admirado grupo cómico musical.

Eclipsados por la moda del stand up, acotados por la corrección política y ajenos a las actuales tendencias musicales, los discípulos del maestro Johann Sebastian Mastropiero ejecutan un programa especial de despedida como quien camina por la cuerda floja y abajo un mundo que dista mucho del conocido en el siglo XX, un tiempo donde fueron los amos de la irreverencia y la creatividad al presentar ingeniosos instrumentos musicales y juegos de palabras.

Inédito, Johann Sebastian Mastropiero (Martín O'Connor) ofrece una profunda entrevista al experimentado periodista cultural (Roberto Antier) en un aburrido programa cultural de televisión, “Diálogos con la cultura”, donde el maestro cuenta su ficticia vida, sus logros que son pocos y sus fracasos que son muchos, desde los primeros hasta los más recientes.

La entrevista se ve interrumpida constantemente por rutinas con los otros integrantes, números musicales con instrumentos informales y buenas letras, iniciando con Villancicos 25-12 (villancicos navideños para Navidad), donde destaca la irreverencia hacia el clero católico, a cargo de Carlos López Puccio, que interpreta a una eminencia muy preocupada en escuchar un partido de futbol relatado en latín.

En los siguientes números no siguen algún hilo en la historia como en Days of Doris (andante con fuoco de metralla); Ella me engañó (bolero de protesta) y La clase de música (música de primera clase), donde los números parecen escritos para los nuevos integrantes del elenco y por momentos resultan ajenos al Les Luthiers de los finados Daniel Rabinovich, Marcos Mundstock y el retirado Carlos Núñez Cortés. Sin que esto quiera decir que Roberto Antier, Tomás Mayer-Wolf y Horacio Turano no cumplan con la difícil misión de hacer reír, sino que son distintos al Les Luthiers de antaño. Todos excelentes músicos, además.

Cerca del final, la noche se impregna de nostalgia, especialmente cuando Jorge Maronna interpreta Chachachá para órgano a pistones (andante con moto) y el público se entrega al intérprete en aplausos. Este sonríe casi hasta las lágrimas mientras los demás integrantes se suman curiosos a tocar el particular instrumento musical.

Los aplausos son indiscutibles y de pie dados por un público que recibe un encore sin pedirlo tras dos horas de espectáculo. Un réquiem para Mastropiero, sí. Pero también una alegre despedida al siglo XX que no encuentra a quien entregarle la estafeta del humor ingenioso y culto.

PCL

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