Los mensajes recibidos por Rosa Montero (España, 1951) tras la publicación de su libro más reciente, El peligro de estar cuerda (Seix Barral, 2021), le muestran una realidad un tanto oculta. Las personas se sienten identificadas con las historias que ahí cuenta porque un libro no solo habla solo de su creador: “Mi teoría es que estoy hablando de 15 por ciento de la población que tiene la cabeza cableada de una forma un poco distinta, somos más imaginativos”.
“Este artefacto literario —porque es un libro que tiene parte de autobiografía rara, de biografía rara, de ensayo y de ficción, todo mezclado— se sustenta en la tesis de que la normalidad no existe. Esto no lo digo yo, hay un informe de la Universidad de Yale, en 2018, en el que llegaron a la conclusión de que la normalidad no es más que una construcción estadística, con lo cual, todos somos divergentes en algo”, cuenta la escritora a MILENIO.
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El factor encierro
La pandemia no ha sido fácil para nadie: millones de personas han enfermado por covid-19; millones perdieron a un ser querido, sus empleos. Al mismo tiempo, miles, sino es que también millones, empeoraron su salud mental.
“2021 se convirtió en el año de la salida del armario de los trastornos mentales, porque la pandemia ha empeorado mucho la salud mental de todo el mundo. Pero al empeorar mucho ha provocado que sea insostenible el tapón del prejuicio y de la negación: el año pasado, una gran cantidad de gente famosa empezó a hablar de sus trastornos abiertamente”.
Ella mismo atravesó por ataques de pánico, ya experimentados en el pasado, pero que con el encierro se incrementaron, reconoce la también periodista.
“Me pasó una cosa con una amiga íntima, a quien conozco desde hace 20 años, a partir de la aparición de El peligro de estar cuerda: me contó una serie de manías, entre ellas que no puede dejar un libro en una página que tenga el número siete, porque siente que si lo hace vendrá una catástrofe a su vida. Y así como eso, me cuenta un montón de tics y al final me dice: ‘Menos mal que no se me nota. Creo que este libro nos autoriza a no ser cuerdos’. Eso me pareció precioso, porque es un reconocimiento de los muchos otros que tenemos dentro de cada uno de nosotros”.
Y es que la escritura y el arte, en general, nos salvan. Por ello, Rosa Montero define este libro como una reivindicación del arte como un medio para salvarnos, pero no solo a sus creadores, “sino en especial a quienes necesitamos leer para vivir: a todos los lectores apasionados. Decía Fernando Pessoa: ‘La existencia de la literatura es la prueba inequívoca de que la vida no basta’. Y no basta, sin eso la vida sería inhabitable”.
Lo normal no existe
En La loca de la casa (2003), Rosa Montero ya había ofrecido un recorrido por la fantasía, la creación artística y los recuerdos más secretos; en el caso de El peligro de estar cuerda, se propuso reflexionar sobre las dificultades de soportar la vida convencional y la supuesta cordura, “si realmente sientes que no terminas de encajar del todo y esa supuesta cordura te obliga a perder la creatividad.
“En cualquier caso, la normalidad no existe, lo que existe es la rareza, eso sí que es habitual: lo normal es ser raro, lo que pasa es que hay un abanico muy grande de raros, unos más raros que otros, otros menos distintos. Lo que tenemos que hacer todos es tratar de encontrar nuestra manada de raros, los que se parezcan más a nosotros”, reflexiona.
Lo que vemos como lo normal es una especie de marco en el que nos quieren meter a todos “y no encajamos, ese es el peligro de estar cuerda: no encajar en ese marco obligatorio. Reivindiquemos la rareza”, concluye la autora.
Realidad contra tabúes
Vivir de espaldas a la realidad que implica un trastorno mental es suicida para la sociedad, lo fundamental sería sacarlo a la luz, aceptarlo, ayudar a que a la gente se inserte en la sociedad. “Un trastorno mental es, sobre todo, la sensación de absoluta soledad... si a eso le añades el tabú, el estigma social, condenas a la gente al infierno, a no ser hábiles en sus propias vidas”, dice Rosa Montero.
La autora dice que no hay que olvidar que mucha gente con trastorno mental grave ha sido fundamental en la historia: Isaac Newton tenía delirios, Marie Curie tenía depresiones. “Tenemos que abrir los ojos a esa realidad, porque al final forma parte de lo que el ser humano es”.
DAG