El Charro del Puente, la ente de Ecatzingo que utilizo almas para finalizar una construcción

En el municipio de Ecatzingo de Hidalgo se concibe un relato en el que un ente, identificado como El Charro del Puente, trato de evitar la construcción de un paraje.

"Exigió almas humanas a cambio del permiso" | Especial.
José Solórzano
Estado de México /

El Estado de México es un lugar mágico, no solo por sus paisajes y atracciones turísticas sino por las leyendas e historias que conforman su pasado. Particularmente, existe una leyenda que se encuentra entre el triunfo y la perdida, pues en el municipio de Ecatzingo de Hidalgo se concibe un relato en el que un ente, identificado como El Charro del Puente, trato de evitar la construcción de un paraje.

Según uno de los cronistas del municipio referido, José Luis Reyes Sánchez, cuando el puente inició su construcción los trabajadores se encontraron con varios problemas pues siempre que concretaban una parte de la obra, al día siguiente desaparecía lo ya realizado.

La destrucción continuó día con día, acción que obligo a uno de los ingenieros a cargo a tomar la decisión de quedar una noche en el lugar para identificar que sucedía.

El cronista cuenta que aquella noche, el hombre vio llegar a un charro vestido de negro montado sobre un caballo del mismo color, el ente se ostentaba como el dueño, motivo por el cual destruía los avances de la construcción.

Fue así como el ingeniero, desesperado, pregunto a la entidad si existía alguna manera de llegar a un acuerdo para continuar con la obra; la respuesta fue: Sí.

El Charro del Puente exigió almas humanas a cambio del permiso y el ingeniero aceptó.

Después de aquella noche, el hombre reunió a sus trabajadores en una ostentosa comida, con varias bebidas alcohólicas para amenizar la celebración, misma acción que tenía como objetivo dejar inconscientes a los invitados para poder ser utilizados en ofrenda al ente.

El ingeniero seleccionó a los más fuertes de sus trabajadores y los sepulto vivos. El Charro del Puente aceptó y la obra se materializó, dejando a los cuerpos y almas de aquellos trabajadores como sostén de la edificación.




JASJ

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