La Librería Bardón, uno de los máximos templos del libro incunable y de coleccionista en lengua española, sufrió una grave inundación la víspera del viernes 30 de octubre de 2021, cuando el depósito de agua de una caldera del piso superior donde se encuentran los mayores tesoros de la mítica librería, se rompió, provocando diversos daños justo en la habitación en la que estaban colocados muchos de los libros más valiosos de su acervo, entre ellas ediciones del siglo XVI, impresas en 1540, 1550 y 1560; libros de historia y muchos de literatura española, su especialidad, muchos Quijotes del siglo XVIII y obras de literatura del Siglo de Oro español.
En total, el número de libros dañados asciende a poco más de 200, según resume Alicia Bardón, copropietaria de la librería junto a su hermana, Belén Bardón.
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En entrevista con MILENIO, Alicia recuerda que a pesar de la rápida actuación de los equipos de bomberos y de las dos propietarias, quienes de inmediato trataron de poner a salvo decenas de ejemplares incunables y ediciones raras, parte central del más valioso material bibliográfico se vio gravemente amenazado, dañándose irreparablemente muchos de esos ejemplares únicos.
En este momento, casi dos años después de aquel siniestro, las hermanas Bardón continúan batallando con la compañía de seguros responsable, Axa, para que se haga cargo de la cobertura de los daños, a lo que hay que añadir una serie de grietas en las paredes que se encontraron tras las peritaciones que se llevaron a cabo después del siniestro, un problema estructural del local que ha evidenciado que las vigas de madera del edificio del siglo XIX, ubicado en el número 3 de la céntrica plaza madrileña de San Martín, que fue restaurado precisamente por esa empresa aseguradora cuando lo adquirió para construir apartamentos, presentan daños ocasionados por el paso del tiempo, pues las vigas estructurales son muy antiguas y al parecer no se cambiaron.
“La cuestión es que desde que ocurrió la inundación –dice a MILENIO Alicia Bardón–, ha ido transcurriendo el tiempo y nos encontramos en una especie de limbo, pues la compañía Axa sigue sin ejecutar la obra. Desgraciadamente la propiedad es de la división inmobiliaria de esa misma empresa, división que tampoco nos ha dado ninguna solución, salvo que están pendientes de la obtención de las licencias de obra por parte del Ayuntamiento de Madrid y de la Dirección General de Patrimonio Histórico, ya que el edificio está en el centro de Madrid y es una zona protegida. Así que en este momento no sabemos siquiera en qué consistirán dichas obras, aunque hemos pedido de forma reiterada los proyectos de obra para saber a qué nos enfrentamos y ver si podemos seguir aguantando, pues a pesar de que nuestro contrato venció en enero pasado, nosotras no queremos dejar este espacio, aunque tras 17 meses en esta situación, con el local lleno de andamios y puntales para que no se venga abajo, la situación es literalmente insostenible”, lamenta.
Balance de los daños
Alicia Bardón detalla que al margen de lo doloroso que ha sido sufrir este percance, han tratado de ser imparciales a la hora de valorar el patrimonio libresco dañado.
“Hemos facilitado de forma muy diligente todo un inventario con fotografías para el equipo de peritos que se ha enviado para hacer la evaluación de daños, proporcionando tanto precios de inventario como precios de venta al público. También tratamos de actuar con mucha rapidez, porque de no haberlo hecho, el daño hubiera podido ser mucho mayor, ya que el lugar donde se originó la inundación era nuestro despacho, que de las cuatro estancias del local es la zona más exclusiva de la librería y donde estaban los libros más importantes, muchos de los cuales pudimos sacar para salvarlos de la inundación y posterior humedad, que es mortal para los libros. Entonces nosotras sacamos de inmediato muchos de los libros que parecía como si hubieran caído en una bañera y los separamos del resto para que no se propagara la tan peligrosa humedad, aislando ejemplares”.
En cuanto al patrimonio que alberga la Librería Bardón, la copropietaria precisa que hay obras de muy diversa temática y valor, desde incunables hasta obras del siglo XVIII y XIX.
Sin embargo, Alicia Bardón matiza que su actual batalla no es en sí por el dinero que han perdido y por el litigio entre una valoración que estima en la mitad el precio de las obras dañadas y otra que considera que se trata de un patrimonio prácticamente invaluable, sino por la posibilidad de seguir adelante con su negocio y poder abrir un local considerado histórico.
“Es mucho dinero, en todo caso, pero sobre todo son muchos libros que son prácticamente irrecuperables, pues en el caso de los libros antiguos no se puede llamar a la editorial para reponerlos, sino que se trata de ejemplares que cuesta muchos años de contactos, viajes, ferias, subastas, para ir nutriendo un acervo como el nuestro. Son libros que es muy probable que no se puedan volver a encontrar y el valor de los que podrían restaurarse a veces supera incluso el valor comercial que podrían tener, lo cual da la medida del desastre al que hemos tenido que enfrentarnos. Es una situación muy triste”.
De cara al futuro
Alicia Bardón expone que el horizonte pasa por cambiar de local. “Desafortunadamente, no se puede esperar tanto tiempo sin tener una perspectiva de cómo continuar si no se hace nada; si la incertidumbre a la que estamos sometidas se hubiese resuelto pronto o tuviéramos fechas concretas o estimadas, podríamos haber tomado una decisión, pero estando sin saber qué va a ocurrir, lo único que se ha logrado es agotarnos, y al final hemos ido consumiendo todos nuestros activos como negocio. Por eso que nuestro horizonte pasa por marcharnos de aquí, porque al parecer no nos queda de otra. Por supuesto seguimos confiando en que hay un rayo de esperanza, y por mínima que sea la posibilidad que haya quisiéramos luchar e intentarlo, pero todo tiene muy mala pinta. Estamos buscando otro lugar”.
Y mientras tanto, las hermanas Bardón intentan liberar los magníficos libros que tienen guardados en cajas en un depósito, hasta que al fin esas obras vuelvan a descansar en una estantería seguras, tranquilas, a la espera de un lector que las ame y les dedique el mimo, el amor y la atención que ellas les han dedicado durante años
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