Novela recupera la historia de un mexicano atrapado por los nazis

Julio Godínez consultó archivos de Francia, Alemania y México para indagar en la experiencia de José Luis Salazar en un campo de concentración.

El periodista Julio Godínez le dio forma de ficción a la historia. (Foto: Arturo Bermúdez)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Allá por 2014, Jorge F. Hernández publicó la columna “México en Auschwitz”, en la que hablaba de un corredor soleado en el campo de concentración que era conocido por los presos como “Mexiko”.

Esa Agua de azar la leyó el periodista Julio Godínez, quien le pidió autorización al escritor para acercarse a la historia: le dio coordenadas, lo puso en contexto y a partir de ello trabajó en una historia que habría de publicarse en el suplemento Dominical de MILENIO, a la que ahora se suma otra perspectiva del Holocausto.

“Son historias que estaban por ahí, a la espera de ser atrapadas. Lo mismo me sucedió con José Luis Salazar y Juan Rodrigo del Fierro, a cuyas vidas les di forma de ficción, aunque ya resultaban conocidas por un archivo que se publicó en 2014: más que las historias venían los nombres de los dos personajes, quienes no eran militares ni gente que estaba con el ejército o con los aliados, pero habían estado en el campo de concentración de Buchenwald”.

Así surgió la novela El mexicano de Buchenwald. La desconocida y valiente historia de uno de los pocos mexicanos capturados por los nazis (Planeta, 2021), la cual tenía unos antecedentes en un trabajo periodístico de la revista Proceso, dice el autor. “Sin embargo, cuando leí el reportaje me saltaron varias inconexiones de las declaraciones de los personajes: uno de ellos, por ejemplo, dijo que era de un lugar llamado El Paso, México. Se refería a El Paso, Texas”.

“Dicen los que saben que las muy buenas historias nacen de las anécdotas. Una anécdota por sí misma es una historia, por su naturaleza tiene toda la complejidad de una trama entera y lo que sucedió con ambos podía ser un hecho anecdótico, un par de mexicanos que llegaron a un campo de concentración en 1944, sin embargo, necesitaba saber qué tan profundo podemos ir en esas historias”.

El libro está construido a partir de estas dos historias que corren en paralelo, que merecen la pena ser conocidas, primero investigadas, por el gran público, a decir de Julio Godínez, más allá de tratarse de una obra que apuesta por la ficción.

Hechos convertidos en literatura

Durante cuatro años, el periodista se dio a la tarea de indagar algunos detalles de la presencia de un mexicano en el campo de concentración, para lo cual recorrió archivos resguardados en diferentes países como parte del proceso: Francia, Alemania o México.

“Hubo mucha gente que estuvo en ese campo, como Jorge Semprún, quien escribió sus memorias en el campo, con una prosa elaborada, ya conocida, que sirvió para presionar a fin de que sus trabajos sirvieran como una denuncia, en primera persona. No podía colocarme así. Tomé la investigación documental como la base del trabajo, porque no tengo autoridad para hablar de las vivencias de nadie dentro de un campo de concentración, simplemente fui recopilando datos tanto como pude hasta convertirlos en literatura, pero esas voces están ahí”.

Julio Godínez dice pertenecer a una segunda generación de investigadores que se han dado a la tarea de retomar las historias y tratar de llevarlas al público, ante lo cual reconoce que se propuso capturar una historia que ya estaba allí, aun cuando en Alemania no había despertado tanto interés.

“Pero cuando lo consulté en los archivos de Buchenwald, el interés de los encargados del lugar fue total, porque a final de cuentas cada vez que llega un investigador con otra línea de investigación, contribuye a abrir todo un universo distinto respecto a lo que sucedió hace ya casi 80 años”.

Uno de los descubrimientos del escritor con El mexicano en Buchenwald fue que cada historia permite hacer otra lectura del pasado, “por eso, todos esos archivos están vivos, a la espera de que se le ingrese mucha más información para acrecentar el conocimiento de lo que sucedió allí”.

Godínez no olvida que en MILENIO empezó a generarse en él la curiosidad por el pasado: “me puso en varios aviones para ir a buscar historias en diversas partes de Europa y del mundo”. Su convencimiento de la importancia de recuperar historias que no llegaron a contar sus protagonistas le permitió ingresar a la literatura con su primera novela.

PCL

LAS MÁS VISTAS