Poco después de las 10 de la mañana del 22 de abril comenzó la tragedia: de acuerdo con datos de la Universidad de Guadalajara, se produjeron cuando menos una decena de explosiones cuyo saldo fue de 212 muertos, 69 desaparecidos y mil 800 lesionados: ocho kilómetros de calles quedaron destruidos, con la afectación a mil 142 viviendas y 450 comercios en Guadalajara.
Datos oficiales de un pasaje de nuestra historia que también se ha contado con otras versiones, como la que se encuentra en Guadalajara, un llamado al servicio. Testimonios scouts al servicio de las explosiones del 22 de abril de 1992, libro de descarga gratuita donde se recogen los testimonios de diversos integrantes la Asociación de Scouts de México que, tres décadas atrás, “colaboraron en el rescate de víctimas y auxilio de damnificados tapatíos”, en palabras de Arturo Reyes Fragoso, coordinador editorial.
“La parte testimonial en general ha recobrado fuerza, sobre todo con el filtro de la distancia. Retomo la experiencia de los terremotos del 85 y descubro que no se pudo haber hecho antes ni después, debía pasar un filtro del tiempo para poder externar la experiencia; rastreando en sus propias publicaciones, boletines internos y demás, me doy cuenta que nunca lo tocaron”.
Dentro de los trabajos de recopilación para armar el volumen, el también escritor recuerda que se rescató una carta de agradecimiento formal a la gente que participó en los servicios y demás, pero que hayan publicado ellos —porque tenían los medios—, no lo hicieron y cuando se les preguntaba, solían decir que “en algún momento lo habían abordado y hasta ahí”.
“Me aventuraría a decir que lo bloquearon por salud mental. Pasaron 30 años para animarse a contar las cosas. Lees los relatos y te das cuenta que es terrible. Me queda claro que, a diferencia de otras tragedias, como los terremotos, que fue un desastre natural, aquí vino de una negligencia humana y eso lo tiene atravesado toda la gente”.
Hay un antecedente directo en el mismo enfoque de Guadalajara, un llamado al servicio. Testimonios scouts al servicio de las explosiones del 22 de abril de 1992, que se hizo en 2015, a 30 años del terremoto en Ciudad de México, bajo el título de No hubo dragones, en el que la Asociación de Scouts de México se dio a la tarea de rescatar aquellos testimonios, que tenían una motivación muy fuerte, porque el grupo estaba en Tlatelolco, “entonces les tocó la peor parte, incluso algunos integrantes murieron; así surgió la inquietud de hacer una especie de acto conmemorativo de las acciones, lo que nunca se había hecho”.
“Sí fue una catarsis, aunque hubo gente que no pudo contar su historia, algunos con mucho trabajo lograron externarlo. Sí constataron el dolor de la tragedia de la manera más descarnada, con todo que aquí fue una situación más acotada, no abarcó toda la ciudad, sino que fue un área muy controlada: atestiguaron el dolor en su expresión más descarnada y sí te marca: en algunos sí notas que fue catarsis, en otros no pudieron contarlo”, explicó el coordinador del volumen.
Guadalajara, un llamado al servicio es un libro de descarga gratuita, donde se recogen los testimonios de diversos integrantes que, tres décadas atrás, colaboraron en el rescate de víctimas y auxilio de damnificados tapatíos.
Gracias a la generosidad de la Asociación de Scouts de México, MILENIO ofrece un fragmento de las experiencias recopiladas en el volumen.
Nunca escuché nada
Me enteré del desastre alrededor del mediodía, cuando habló mi nuera. Yo vivía en Camino Real y ella vivía con su familia en Ciudad Granja.
—Vente para acá, porque aquí no pasó nada y Guadalajara está explotando, ¡por todos los lados está explotando! —me dice.
Yo nunca escuché nada, yo estaba entre la cocina y atrás en el patio, porque estaba regando plantas. Nunca escuché nada.
Ingrid Jung de Haüser (1935-2022), entonces vocal de la provincia Jalisco
Vete por tu uniforme, Poncho
Había cumplido diecinueve años, formaba parte del clan “Caballeros del Temple”, del grupo 40, y el 22 de abril trabajaba en el taller automovilístico “El Clan” con mi jefe de clan, el señor Leandro Rendón, donde a las once de la mañana recibimos una llamada telefónica. Me tocó contestar a mí: era el licenciado Luis Ángel Pérez Pérez, nuestro jefe de grupo, aunque también estaba a cargo de la avanzada. Pidió hablar con Leandro, con quien platicó alrededor de cuatro minutos para explicarle la situación.
Colgó con una expresión muy desencajada, diciéndome:
—Sabes qué, Poncho: vete por tu uniforme y nos vemos aquí en cinco minutos. Nos está pidiendo Luis Ángel que vayamos a hacer un Siempre listos a la comunidad.
No pregunté nada y me fui a mi casa de donde regresé uniformado; para ese entonces, ya estaban los demás claneros —Israel López, Carlos Granados, José Luis Román, Guillermo Vera—, y luego llegó Luis Ángel. Nos subimos a su carro para irnos a lo que la gente empezaría a llamarla Base 1, localizada a media cuadra de Gante, donde fueron las explosiones. Nosotros habíamos escuchado que había tronado Gante, pero no sabíamos la magnitud ni que íbamos a participar activamente.
Alfonso González García,
entonces integrante del clan de rovers del grupo 40 de Guadalajara.
Revolvedora
Haz de cuenta que estábamos en una revolvedora donde echaban de todo: gente, carros, había cables, camas, tanques de gas, minibuses enterrados. Había de todo. Era un zanjononón enorme, una cosa gigantesca. Veías una Wagoner atrapada arriba de una casa, hasta te causaba gracia ver algunos carros que estaban intactos. La Cruz Roja sacando heridos, muertos, perros —bajando perros de las azoteas—, pájaros, gatos que se habían quedado encerrados en las casas porque habían evacuado a los dueños de la zona.
Manuel Gómez López,
entonces integrante del clan de rovers del grupo 16 de Guadalajara.
Desde Casa Scout se coordinó la ayuda de los grupos scouts, montándose además un centro de acopio donde se recibieron víveres, agua, medicamentos y ropa. Todo se seleccionaba para enviarlo a los albergues.
Mi hermano fue esa noche por Luis y por mí a Casa Scout, donde cargamos la camioneta de provincia con agua y comida. Al recorrer las zonas de la explosión de Gante, González Gallo y colonia Atlas, encontramos a policías resguardándolas desde la mañana. No habían hecho el cambio de personal, y como todo era un desastre no había donde compraran algo para comer, así que no habían comido ni tomado agua en todo el día; en ese momento, decidimos enfocarnos en llevar comida y agua al personal de seguridad que se encontraba en el lugar.
Después de recorrer la zona, nos dirigimos a la avenida Lázaro Cárdenas y calle Fuelle, donde quedamos de reunirnos con otros scouts. Recuerdo que comenzó a haber una fuga de combustible y personal de Pemex nos pidió alejarnos de ahí, y también sacaron a los medios de comunicación que ahí se encontraban. Nosotros nos movimos en dirección al Álamo para no alejarnos mucho del punto de reunión acordado. Eran como las dos de la mañana, y todo estaba oscuro y en total silencio; en ese momento, comenzaron a oírse motores y vimos aproximarse luces: cual fue nuestra sorpresa al ver varios camiones del Ejército llegando para apoyar y resguardar la zona. Recuerdo la imagen como si fuera una película de guerra.
María Celina Cisneros Meza,
entonces secretaria ejecutiva de Casa Scout de la provincia Jalisco.
Un terreno muy grande al lado de donde vivía
Ya tarde-noche nos fuimos al code [Consejo Estatal del Deporte], donde había un domo para jugar basquetbol: ahí tenían los cuerpos al ser una de las varias morgues que se improvisaron. Ahí llegué con mis compas todavía a preguntar qué se podía hacer; al otro día, ya habían puesto una base en Casa Scout, que entonces estaba en Reforma 590, en la zona Centro, donde coordinaban a la gente para mandarla a los albergues. Para el tercer día, el Ejército ya no permitió entrar a nadie a la zanja, aunque pienso que para entonces ya no podía haber nadie más vivo. Metieron la máquina y sacaban la tierra con pedazos de cuerpo que echaban en camiones que fueron a tirar a un costado de donde vivía, en el fraccionamiento Revolución, en avenida Lázaro Cárdenas y carretera a Chapala, donde había un terreno muy grande donde años después levantaron el actual Semefo [Servicio México Forense]: con eso lo rellenaron. Olió a muerto como durante un mes.
Omar David Sengua Uribe,
entonces integrante del clan de rovers del grupo I de Guadalajara.
Actividades de campamento
Yo pensaba entonces que los scouts eran chavos que cortaban flores e iban a los campamentos a contarle los pelos de las colas a las ardillas.
Abraham Villaseñor Herrera, entonces voluntario de la Cruz Roja de Guadalajara, donde actualmente se desempeña como director de Planificación y Desarrollo Organizacional de Protección Civil y Bomberos
La calle de Gante
Cuando paso por la calle de Gante, siento dos cosas: me vuelve a dar coraje, se perdió mucha gente, se pudo haber evitado; y a la vez me da alegría, porque tuve la oportunidad de ayudar.
Ahorita no es lo mismo que antes, no es una calle común y corriente: está pavimentada, ya con sus lámparas, agua, alcantarillado, casas nuevas, algunos terrenos, todo bien.
Se ve diferente y no, no se siente igual.
Manuel Gómez López.
[Libro disponible gratuitamente en versión digital a partir del 22 de abril, en HYPERLINK "https://www.facebook.com/ProvinciaJalisco" \t "_blank" https://www.facebook.com/ProvinciaJalisco]