¿Qué ocurrió en la casa de Aramberri? Esto relatan libros y el cómic

Eusebio de la Cueva escribió en 1933 un libro sobre esos recientes hechos, Hugo Valdés lo hizo muchos años después con un apego visceral a la historia; de manera reciente, Sergio Neri lo ilustró en modo leyenda.

El caso de la casa de Aramberri continúa presente en Nuevo León. Especial
Israel Morales
Monterrey, Nuevo León /

El primer libro testimonio sobre el crimen “Pero todo estaba consumado; todos por igual allí, todos cómplices; en una fraternidad de perversión, de crimen, de responsabilidad, de castigo, de odio.

Volvieron a juramentarse. Si uno caía en manos de los cuicos, al bote, con los jueces, se dejaría que solo se lo llevara la… desgracia. ¿Qué le buscaban ya?

Había que aceptar los hechos. El que chillara no era hombre.

“Y mientras se confabulaban en jurar, a lo macho, con firmes acentos de irreductibilidad, entre la vaga transparencia interior, se empezó a oír, con un ritmo débil que metía en los ánimos resonancias consternadoras, el caer continuo de gotas de sangre sobre el pavimento, filtradas a través de las ropas y mantas de los lechos. Era un leve ruido monótono y sobrecogedor.

Era como una voz del misterio que traía la muerte como un mensaje indescifrable” (pág. 67).

Este es un fragmento que Eusebio de la Cueva escribió como el primer libro testimonio sobre el crimen de la calle de Aramberri. Un clásico de la literatura regiomontana, así se considera este libro que guarda el registro de los asesinatos y que fue escrito al mes de que ocurrieron los hechos. La obra se puede descargar gratis.

Eusebio de la Cueva dejó el registro del doble asesinato ocurrido en el 1026 por el rumbo oriente de la calle de Aramberri, en el centro de la ciudad, en un libro en el que da muestras de sus alcances narrativos y que firmó en mayo de 1933, a solo un mes de ocurridos los hechos.

La crónica salta a la ficción y extiende el panorama entre los involucrados, para ir conformando los mundos en que se desenvolvían, entre la familia, los amigos y también los malos pensamientos.

Una obra, que se ha reeditado y que sin duda es un testimonio absoluto de cómo se construyó una novela con los elementos dispuestos, y que De la Cueva con su labor periodística supo encauzar en un libro que llama a la curiosidad, por todo lo que implica en su oscura temática.

“El crimen de la calle de Aramberri” (UANL) se desarrolla entre los responsables del terrible acto y no hay pues un personaje policial; los hechos son los protagonistas, y no bastaba más ante un crimen que conmocionó por su crueldad, así que el pueblo es el que juzga.

Por eso el padre de familia, Delfino Montemayor, quien encontró asesinadas a su esposa e hija, Antonia LozanoFlorinda Montemayor, aparece en pocos capítulos, puesto que la maldad tiene tantos vericuetos que la último que quedaba era exponerla.

Y además incluye Eusebio de la Cueva en el texto notas eruditas, que cifran su trabajo enfocado en la ambientación que parte de los sucesos trágicos. Así es como define a dos de los responsables:

“Desde entonces venía siendo inalterable la amistad de Gabriel y Emeterio. Eran el Cástor y Pólux del crimen. Eran el Aquiles y el Patroclo de la ignominia” (pág. 111).

Sumados el Ciego Ulloa, Heliodoro y Fernando, también en el centro de la trama. Una obra que lleva a esos tiempos y aún a buscar preguntas que no han sido resueltas sobre el actuar de los asesinos.

Esta novela incluye una lectura crítica de Hugo Valdés, que revela algunos detalles importantes de esta novela, que al igual que la que él escribió, se basó en el crimen de la calle de Aramberri.

Aquel 5 de abril de 1933

El 5 de abril de 1933 marcó a la sociedad regiomontana. Cuatro hombres entraron a la casa de la calle de Aramberri 1026 para cometer un robo, pero terminaron por asesinar a las mujeres que ahí habitaban. A su regreso del trabajo, don Delfino Montemayor encontró los cuerpos de su esposa y su hija.

“El crimen de la calle Aramberri” (Jus) es una novela basada en ese crimen y sobre todo en las pistas que llevaron al detective Inés González a esclarecer los asesinatos.

Hugo Valdés es el autor de esta obra que se ha consolidado con el tiempo en un auténtico best seller de la literatura regiomontana y que le ha valido el reconocimiento y la reedición de esta obra a través de los años.

Una novela que incluso es buscada con insistencia, al ser considerada como pilar del género de novela policial.

La trama está cargada de los aires del Monterrey del ayer, cuyas calles, avenidas, son recurrentes en el desenvolvimiento de los personajes, quienes son sometidos a una pluma entretenida, provista de artilugios y malabares narrativos, necesarios para

comprender la obra en todos sus contextos: desde policial, sociológico, psicológico, hemerográfico y político.

Una obra que posee un ritmo envolvente, que juega al cronista de esos ayeres; que establece tesis y argumentos detectivescos con una narrativa que se desenvuelve en una voz que le habla al protagonista, que le sugiere, que le rumora, que le da las pautas en busca de los responsables.

Una obra cuyo narrador se va la psique social de los asesinos: los primos Fernando y Heliodoro Montemayor (familiares de las víctimas), los carniceros Gabriel y Emeterio (cuyo rastro de sangre los llevó hasta su negocio); que, aunque no como Eusebio de la Cueva, da su nivel de actuante a la vox populi, en los alrededores de una ciudad hasta esos momentos pacífica.

Y que se va a los embrollos de una sociedad que se estremeció con una noticia en los periódicos y que alcanzó las esferas del poder y cimbró aun el sistema penitenciario de esos tiempos.

El protagonista, cuyo rastro que sigue en las geografías y calles se puede apreciar de manera obsesiva, se asomaba más allá de unas pistas de sangre que llevaron a quienes por una bolsa de dinero mataron a las mujeres de la casa, Antonia Lozano y Florinda Montemayor, madre e hija.

Ese hecho establece un punto de referencia al Monterrey de ese abril de 1933, y que es retratado por Hugo Valdés con una narrativa abierta a todas las posibilidades que da la novela, con la intriga basada en hechos reales.

La leyenda vuelta cómic


“Lugar del cabrito, el hombre pájaro y un montón de sombrerudos tirando fiesta. Nuevo León está repleto de sitios con relatos surrealistas, ¡y quiero ilustrarlos”, así escribía Sergio Neri, ilustrador y narrador gráfico, quien le pidió a los regios le contaran una historia extraña para su proyecto Menumentos Mexafísicos, en su apartado para Nuevo León.

Y escogió dos, una de ellas, la leyenda del crimen de la calle Aramberri. Y se indica leyenda porque acude al rumor popular, al factor sorpresa, a un personaje no de novela, sino más de cómic: un perico.

La verdad la historia queda bien delineada, imágenes que captan ese terrible momento, acaso de lo poco que se ha hecho a nivel visual.

Esta historia que titula “La casa de Aramberri” es para ver y recordar que algo extraño siempre pasa tras los muros de una casa, donde hasta el ser más pequeño puede delatar a unos asesinos.


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