El escritor Alan Valdez no piensa en los reconocimientos al momento de la escritura, pero sí se ha dado el tiempo para reflexionar sobre la manera que puede contribuir no solo al crecimiento de la escritora o el escritor mismo, sino de sus posibilidades para alcanzar de manera más sencilla al mundo de la publicación.
“Más allá de que implique un prestigio para el autor, más allá de que haya una remuneración económica, la vigencia e importancia de los premios radica en el hecho de dar la oportunidad de crear literatura en edades tempranas”, cuenta el escritor chihuahuense tras la publicación del volumen La pérdida de voluntad en el agua, con el cual obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino en 2020.
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“De otra manera es difícil ingresar a un aparato sistematizado: sin los reconocimientos sería mucho más lento el proceso para poder publicar un libro, por ello le dan vitalidad y movilidad a la literatura de los jóvenes, sobre todo el premio Elías Nandino, con casi 30 años de existencia y ganadores que son un referente obligado para entender a la poesía en México”.
Alan Valdez (Chihuahua, 1992), quien estudió letras españolas en la Universidad Autónoma de Chihuahua, fue beneficiario de la beca Jóvenes Creadores del Fonca (2020-2021), se propuso con el libro discutir las posibilidades de una obra de poesía, atender una problemática y una inquietud más personal: cómo se lee un poemario, los límites y las posibilidades de entender un libro de poesía.
“Después, hay elementos más simbólicos que me dieron el recurso formal para toda la prosa que hay en el texto. No es un libro tradicional de poesía, si es que hay algo así: sabemos dónde termina, aunque para nada estoy haciendo algo nuevo al escribir en prosa, la prosa poética ya existe desde hace mucho tiempo, no descubrí nada y la novedad del texto responde a mis procesos de escritura; si eso se ve atractivo para un público lector, ya es una consecuencia indirecta”.
La literatura, al formar parte del cúmulo de cosas que le preocupan al ser humano, atraviesa una etapa de transición con discusiones sobre qué es y qué no es, donde no se conocen los parámetros para determinar unas cosas y el espacio dónde se diluyen; la literatura no escapa de eso: es un mecanismo para tratar de formular ideas sobre el presente y hacer predicciones acerca de lo que no tenemos, cuenta Alan Valdez.
“La vitalidad del discurso literario reside en que no se quiere determinar a sí mismo, lo que es una virtud y, al mismo tiempo, un problema, porque nada se puede problematizar al infinito, necesita un momento de certeza y no creo que estemos cerca de ese lugar, porque la discusión está ocurriendo. En el caso del discurso poético siempre ha tenido esa obligación”.
En ese espacio se encuentra la búsqueda de La pérdida de voluntad en el agua (FCE/Tierra Adentro), porque cuando se dio cuenta de las posibilidades del agua como concepto, porque adopta la forma del recipiente que la contiene, pero también le gusta la incontinencia, transita por los cuatro estados de la materia, también me hallé frente a “un aparato enorme y muy diverso para poder generar toda la discusión del libro”.
“No digo que fuera un hallazgo, pero cuando lo reconocí lo llevé a su máxima expresión: todo el libro es el ensayo de lo que implica la metáfora del agua en todas sus dimensiones, lo que me permitió proponer bastantes cosas”.
De esa manera, Alan Valdez quiso hablar sobre el gesto poético en la literatura: no la poesía como género, sino el gesto poético, la metáfora, la imagen, el símbolo que siempre acompañan a la escritura.
PCL