Adela Cortina: “tenemos que saber ser libres y responsables"

La autora de 'Ética cosmopolita. Una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia' analiza algunos de los desafíos de la contingencia sanitaria.

Adela Cortina. (Especial)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

El título del más reciente libro de Adela Cortina refleja no solo un objetivo, sino una necesidad: Ética cosmopolita. Una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia, donde la pregunta más importante que se plantea la Catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia se da en torno al sentido de la libertad en nuestros días.

El concepto de libertad es muy complicado y habría que abordarlo de muchas maneras, pero lo que más me preocupa es que hay una preferencia en la gente de la seguridad frente a la libertad: parece que existe esa costumbre de establecer una serie de dilemas entre ambos conceptos”, dice a MILENIO la filósofa española, autora de un volumen que se convirtió en un verdadero fenómeno: Aporofobia, el rechazo al pobre.

En su obra más reciente, la pensadora se dice convencida de que mucho de lo que suceda en el futuro va a depender de la manera en que ejerzamos la libertad, la cual tendría que ir aparejada de la responsabilidad: “la persona que es libre tiene que ser, a la vez, responsable”.

“En estos tiempos de pandemia lo estamos demostrando muchos: hay que ser todos responsables, porque si no lo somos, la pandemia puede cundir mucho más, nos contagiaremos mucho más. Siempre decimos seamos responsables, pero para que la gente sea responsable ¿hay que obligarla? Tenemos que saber ser libres y responsables, esa es una tarea, porque al final nos acaban obligando y eso no es ser ciudadanos”, explica Adela Cortina.


La filósofa dedica una reflexión a lo sucedido con uno de los tenistas más importantes en el mundo, Novan Djokovic, quien prefirió perderse de participar en torneos de prestigio antes que vacunarse: “El señor cuando menos está siendo coherente con sus principios, es una opción suya”.

Lo malo es que tiene una posición muy relevante y está siendo vista por mucha gente y cunde un mal ejemplo: creo que vacunarse es lo más razonable y sensato de este mundo. Él tendrá unos principios, pero tendría que pensar si con su actitud no está perjudicando a otras personas para las que es un ejemplo: cuando se ocupa un lugar de ese tipo, hay que ir con mucho cuidado con el ejemplo que se da”.

Ciencias y humanidades

En Ética cosmopolita. Una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia (Paidós, 2021), Adela Cortina analiza algunos de los principales desafíos que ha dejado la contingencia sanitaria en la sociedad, donde la ética tendría que jugar un papel mucho más importante en ese ámbito cotidiano, con una perspectiva en la que se responda “a los fines comunes de la humanidad”.

La verdad es que hemos mantenido poco la cordura y, a mí, la palabra cordura me gusta mucho, porque une la razón y el corazón: las personas cuerdas son aquellas que saben discurrir; además, ‘cor cordis’ es corazón en latín. Entonces, cordura suma razón y corazón. Y eso es lo que nos hace falta en nuestra sociedad”.


Integrante de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, la primera mujer en formar parte del organismo desde su fundación en 1857, Adela Cortina apuesta por “una ciudadanía madura, reacia a la polarización”, entusiasmada por la tecnología y las ciencias, pero sin hacer a un lado a las humanidades, lo que sucede en buena parte del mundo.

Un país que no valore la filosofía, la historia, la literatura… es un país perdido: en México hay un ejemplo de literatos y filósofos impresionantes y eso es la cultura, que para cualquier nación es fundamental”, a decir de la investigadora española, para quien resulta clave cultivar las humanidades “para orientar a las técnicas y a las ciencias”.

El rechazo a los pobres

Aporofobia, el rechazo al pobre se lanzó en 2017 y generó un debate en torno a la desigualdad y, en especial, a la existencia de “personas aporófobas: aquella que mira al otro desde una posición de superioridad y mira al pobre como alguien que es inferior; esa es una desigualdad radical que no se compagina con la afirmación de la Declaración de los Derechos Humanos, de que todos los seres humanos son iguales en dignidad”, en palabras de Adela Cortina.

hc

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