La aclaración de la escritora belga se debe a la misma búsqueda que se planteó en la que es considerada su novela más ambiciosa: Sed (Anagrama, 2021), para algunos definida como el Testamento según Amélie Nothomb, porque ofrece una reelaboración de la Pasión y Muerte de Jesús, a partir de la voz de su protagonista.
“Tenía tres años cuando mi padre me habló de Jesucristo y, al momento, me di cuenta que, para mí, sería como un superhéroe y sabía que, de un modo u otro, me acompañaría durante mi vida: no sabía que sería escritora, por lo que no entraba en mis proyectos, pero cuando empecé a escribir me di cuenta que tenía que escribir algo sobre sobre él, para lo cual necesitaba todo un camino, adquirir músculo y escribir mucho. Por eso fui practicando durante muchos años”.
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Durante una videoconferencia de lanzamiento en español de la novela, desde Barcelona la escritora reconoció que no le interesaba tanto escribir la historia de Cristo, porque esto ya se ha hecho muchas veces y de maneras “magníficas”, sino la historia de la cruz, lo que no dejaba de plantearle un problema, “porque precisamente es esta cruz lo más difícil”.
“Y cómo escribiría la novela. Me pareció evidente que sería en primera persona en singular, no porque yo me tome por Jesús, sino porque pensaba que para aceptar la crucifixión tenía que estar dentro y eso es lo que lleva la primera persona del singular".
“Viví la historia en primer grado, durante toda la escritura, que fue muy dura, quizá la más dura de todas mis novelas. Cada mañana pensaba: ‘Otra vez voy a subirme a la cruz’ y, por supuesto, pensaba que era demasiado duro para mí. Eso me permitió vivir algo comparable a lo que vivió Jesús esa noche”, en palabras de Amélie Nothomb.
Vida y religión
En las páginas de Sed figuran los personajes clásicos de las lecturas religiosas: Poncio Pilatos, los discípulos de Jesús, el traidor Judas, María Magdalena, los milagros, la crucifixión, la muerte y resurrección, las conversaciones de Jesús con su padre divino... sin embargo, la escritora aclara que no se trata de un libro religioso.
“Esta idea ha llevado a un malentendido increíble, tanto en Francia como en Bélgica, donde los creyentes y los no creyentes se quejaron: unos pensaban que era blasfemo; los no creyentes me decían que era un libro religioso. Es una novela, la historia de una persona que acepta un dolor infame, mi reto era explicar este misterio, de ahí su forma de novela, porque me parece que es la única manera de explicar y entender una cosa como esta”.
En ese sentido, Nothomb define al texto como un Evangelio, que se generó después de haber leído todos los evangelios, a su parecer “textos admirables, nutritivos, pero que tienen algunas lagunas: a los evangelios les falta el cuerpo y la crucifixión es el cuerpo”, siendo esta visión no solo la que enriquece a la historia, sino la que explica las reacciones alrededor de la novela.
“He recibido reacciones de gente de la Iglesia: el Vaticano fue muy tibio, pero gracias a Sed fue que recibí mis primeras cartas de insulto de curas, pero también de curas jóvenes que me agradecían el libro. Podíamos resumir con la idea de que la iglesia joven es favorable a la novela y la vieja iglesia es bastante tibia, por no decir insultante”, a decir de quien se ha convertido en una de las autoras en lengua francesa más populares y con mayor proyección internacional, con títulos como Estupor y temblores, Una forma de vida, Matar al padre, Barba Azul, La nostalgia feliz, Pétronille, El crimen del conde Neville o Los nombres epicenos.
El desafío de la identidad religiosa
El desafío de Amélie Nothomb crece si se toma en cuenta que proviene de una familia profundamente católica, por lo cual ofrece un acercamiento no sólo al personaje, sino también a los acontecimientos: en la novela subraya las paradojas de la versión canónica del Evangelio. “El Evangelio dice ‘amaos los unos a los otros’, pero Jesús acepta ser crucificado y, para mí, eso ya no tiene sentido: el sufrimiento no tendría por qué verse como una redención”.