“Yo no busqué a Darío Galicia. Creo que él me hizo una señal, movió sus orejas de conejo para decirme: ‘Acá hay una historia interesante, vente a la madriguera, aunque te raspes el corazón va a valer la pena’, y lo fue”, dice la escritora Ana Clavel a MILENIO.
Por desobedecer a sus padres (Alfaguara) es el rescate de Darío Galicia, un talentoso poeta mexicano, cercano a los infrarrealistas de Roberto Bolaño y quien, se dice, fue sometido por sus padres a una lobotomía para “curarlo” de la homosexualidad que lo condenó a la destrucción y al olvido.
“Estuve tras el rastro de Darío, a quien conocí en los años 80. Me lo presentaron como un poeta muy talentoso y afamado que había ganado becas, premios y amigo de los infra, pero ya estaba tan disminuido que daba lástima mirarlo a sus casi 30 años. Después desapareció y apareció; sí fue toda una labor detectivesca”, cuenta la escritora.
La ciencia de la tristeza
En 2019, ella publicó en MILENIO un texto sobre Galicia, a quien reencontró en condiciones lamentables, incluso, pidió ayuda a la gente y a autoridades culturales para rescatarlo, pero no pudo hacer mucho pues no era su familiar. Esta parte fue tan dolorosa, que la obligó a dejar de escribir.
“Finalmente me enteré de que lo hospitalizan en Xoco, donde murió el 30 diciembre de 2019. Fue una tristeza profunda pero también de liberación, porque Darío ya no tenía que regresar a ese purgatorio en el que estaba. Yo me liberé en el sentido de ya no tener la culpa encima de no poder rescatarlo, entonces me decido a rescatarlo por completo a través de una obra como la que estaba construyendo, así que retomé la escritura”, comenta.
Pero la leyenda no termina ahí, Bolaño lo había convertido en un personaje de Los detectives salvajes con el nombre de Ernesto San Epifanio.
“Bolaño deseaba que Darío fuera parte de ellos porque era brillante, inteligente, buen poeta, rebelde, y era un personaje idóneo para los infrarrealistas que querían dinamitar la cultura oficial. Pero Darío solo reía y, a la postre, quien terminó haciéndose famoso fue Bolaño; en cambio Darío consiguió doctorarse en la ciencia de la tristeza”.
El conejo de Alicia
Para escribir el libro, Ana Clavel reunió artículos periodísticos, fotos, expedientes de lobotomías, personajes con nombres modificados y múltiples versiones alrededor del poeta que deambulaba por las calles sin ser reconocido.
“Él siempre me preguntaba por la novela y era curioso porque imagínate que de pronto tu personaje te diga: ‘En realidad, no soy Darío, soy un conejo, Alicia, soy el gato, no vas a saber quién fui realmente yo. ¿Y cómo va mi novela?’ Fue el delirio absoluto esta inversión en el mundo del espejo de la poesía de Darío”.
Ella dice que con su novela espera llevar al lector “a todo este mundo maravilloso de locuras, aventuras y desventuras más fiel al espíritu del personaje que yo quería restaurar. Hay una tentativa de restaurarlo; lo que a mí lo que me conmueve es el personaje humano, como joven es capaz de desafiar a una sociedad tan represiva y voltearle el rostro a la adversidad. Ya lo que la gente vaya haciendo a partir de la novela de Darío será ganancia. Lo que me interesa es urdir este mundo de ecos de referencias gozosas, de lenguaje, del espíritu más verdadero de Darío: juguetón, irónico, desenfadado, dolido, rabioso. Como un filón de la existencia que no se somete a pesar de las adversidades”.
Clavel asegura que esta es su apuesta literaria más compleja porque no había trabajado con un personaje que conocieran otros y lo rodearan tantas versiones. “Darío aparece y desaparece, era como el conejo de Alicia que va corriendo, ahí por la madriguera, como el personaje de Lewis Carroll. Yo siempre he trabajado una poética de los deseos y las sombras de otras maneras, con registros más sensuales a veces, otras más eróticos o más por el lado de lo fantástico, pero acá me tocó trabajar con un personaje que fue detrás de sus deseos y se convirtió en sombra de este lado del espejo”.
caov