El antiguo Distrito Federal, la ciudad de los cabarets, las vedettes, la noche y los políticos poderosos, rodeados de un mundo de lentejuelas, sexo y crimen, son los protagonistas de Waikikí (Planeta), una novela escrita por Ana García Bergua y Alfredo Núñez Lanz.
Todo arranca en el Waikikí con el asesinato de la famosa vedette Katmandú, suceso que rompe la fiesta interminable de los 50. Mario es un sacaborrachos y Esmeralda, una bailarina. Ambos están en busca de sus sueños pero se pierden en el laberinto de un thriller negro que hace recodar una época dorada en México.
Para Alfredo Núñez Lanz, escribir una novela a cuatro manos fue una experiencia gozosa que se consolidó durante el encierro por la pandemia.
“Comenzamos este proyecto mucho antes de la pandemia, hace unos cinco años, pero realmente nos sentamos a escribir en el encerrón y nos fuimos a los años 50, viajamos en el tiempo y fue un poco la manera de sobrellevar la situación, como una brisa fresca ante todos los problemas que vivimos de incertidumbre”.
Antes de la pandemia, los escritores dedicaron mucho de su tiempo a la investigación histórica de la época, a recopilar historias e imágenes que terminaron en un thriller emocionante.
“No queríamos que fuera un thriller así, dramático, también queríamos hacer algo de farsa y regresar a esa época y, sí, hay una parte que es un poco homenaje a El Complot Mongol, de Rafael Bernal. Pensamos que no queríamos hacer algo trágico, aunque sí hay intriga”, agrega Ana García Bergua.
En los años 50, era otra ciudad, era un país muy guapachoso, desinhibido y bailador.
“Era el sexenio del presidente Miguel Alemán y hubo una expansión grande de los centros nocturnos, cabarets y hasta prostíbulos. Por eso, también, la época se prestaba para hacer algo más juguetón. Por otro lado, tanto a Ana como a mí nos interesa mucho la comedia; creemos que es un género muy devaluado, al menos en México, y el thriller suele tener cierta seriedad y, claro, al tratarse de un crimen sin resolver es importante ponerse serios, pero nosotros queríamos romper con eso y la formalidad”, cuenta Núñez Lanz.
Para Ana García Bergua, México fue muy colorido y jolgorioso en aquella época.
“Hubo muchas películas mexicanas con Tin Tan, Pedro Infante o las rumberas, era un México muy de fiesta, imagínate el ambiente que debió ser. Nos interesaba mucho recuperar un poco ese ambiente tras bambalinas”.
Protagonistas
Ambos escritores coincidieron que en Waikikí también quisieron recobrar la importancia de la capital.
“Deseábamos que la ciudad fuera una especie de laberinto para estos dos personajes, Mario y Esmeralda, que llegan de provincia y comienzan a abrirse paso en esa jungla; la idea de un infierno muy guapachoso y sabrosón, pero a fin de cuentas un especie de infierno para la moral de la época. Es ver cómo estos personajes, que tienen una parte ingenua, se abren paso, establecen relaciones y vemos cómo ese mundo, un poco, se los devora”.
En la novela, Mario tiene un lado fetichista y desarrolla un conflicto de identidad, mientras que, Esmeralda es enojona y tiene un lado de víctima de las circunstancias, vive con un dilema moral y que se salva a través del baile.
Waikikí tomó de inspiración la muerte de la vedette Su Muy Key, “la muñequita china”.
“Es una inspiración, no se trata de una novela biográfica. Hoy, sería considerado un feminicidio y en su época el término no existía. Fue un asesinato muy escandaloso en su época. Era una bailarina exótica muy famosa con elementos de teatralidad que decidimos utilizar en Katmandú, pero escribimos nuestra propia historia en aquella época y recreamos ese ambiente”, dice él.
En una novela negra regularmente hay un detective en problemas y tras el asesino, en Waikikí, no del todo, se le comenta a Núñez.
“Cierto, pero Mario la hace a veces de detective, puesto que hay un motor, la fascinación que tiene por Katmandú. Para él hay una aura de misterio en torno a ella y cuando la asesinan, se obsesiona y quiere encontrar al culpable pero también tiene fascinación por Esmeralda y se van abriendo varios caminos en la ciudad”, dice.
Ana García Bergua agrega que en esta investigación se van mostrando distintas partes de Ciudad de México.
“La gente que vivía en las Lomas, los cabarets, el Centro. Se van abriendo distintos telones y van apareciendo diferentes escenarios: los sindicatos, la política, los policías, los empresarios y, junto a Esmeralda y Mario, el lector puede ir conociendo también cómo era la ciudad y cómo era la sociedad mexicana, incluyendo a la política, el presidencialismo, el tapado y las influencias”.
Para Alfredo Núñez Lanz, el México de los años 50 fue una época muy teatral. “En las noches podías irte a reventar, pero en el día tenías que tener un recato total, y a nosotros nos interesaba mucho reflejar esa doble o triple moral de la época, donde las cosas se ocultaban, no se decían y había muchos secretos.
“Todos nuestros personajes guardan secretos en Waikikí, todos quieren utilizar máscaras. Se vivía cierta teatralidad en la vida cotidiana y queríamos abordarla desde estos personajes que están tras bambalinas: un sacaborrachos o una bailarina. Creo que es un poco también la estrechez de la vida en relación al deseo de estos dos personajes y los sueños que quieren alcanzar en su vida”.
—La novela Waikikí tiene los elementos para ser adaptada al cine o la televisión.
—Ojalá. Todos nos dicen eso, ¡échanos buenas vibras!. Creo que los lectores, grandes y jóvenes la van a disfrutar mucho porque es muy divertida”, concluye Ana.
caov