Su nombre verdadero, Asunción Izquierdo de Albiñana, sólo estuvo en los créditos de sus primeras dos novelas. Publicó otras cinco, relatos, un libro de poemas y una columna en el periódico El Día, aunque allí ya usó pseudónimos. Siguió la crítica sobre su obra –aquí un retrato de la situación de infinidad de mujeres en el ámbito creativo—aterrada de ser identificada por su esposo.
“Asunción escribía con seudónimos, a escondidas, en una máquina de escribir que no existía para el marido porque se la tenía prohibida”, escribe la investigadora Francesca Dennstedt, la causante de la recuperación de la que es considerada como la última novela de la escritora potosina Cena de cenizas, lanzada por la Dirección de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, dentro de la Colección Vindictas.
“El primer libro que encontré de ella estaba firmado con el nombre de Ana Mairena, Los extraordinarios; en aquel momento me interesaba leer a escritoras mexicanas, aunque todavía no lo tenía conceptualizado como un proyecto de investigación. Me acuerdo que leí la novela y no entendí nada, pero había algo en no entenderla que me seguía llamando la atención”.
De esa manera, Francesca se convirtió en una detective literaria: empezó a perseguir pequeñas frases que se citaban en la academia o la entrada en el Diccionario de Escritores Mexicanos: una labor que la llevó a descubrir “que había escrito demasiado”, a lo cual se suma la propia crónica de Vicente Leñero, quien escribió una historia acerca del asesinato de la escritora, junto al del esposo, en 1978 -Asesinato: el doble crimen de los Flores Muñoz--, donde se incluye un capítulo o un fragmento dedicado a la obra de Asunción Izquierdo.
“Es una mujer que quiere ser escritora y no puede serlo; está casada con un político priísta, quien pudo llegar a ser el presidente de México, hacia el 68, cuando existe un montón de represión, y parte de su literatura se dedica a criticar a ese gobierno, desde una posición muy privilegiada y muy vulnerable. Esto ocasiona que haya tanta contradicción en sus libros”.
Asunción Izquierdo, además, escribía a escondidas, en sus ratos libres, no tenía mucho espacio para corregir, ni posibilidades para hacerlo: “escribía en una máquina escondida en un clóset, lo que también condicionaba la manera en que estaba escribiendo sus novelas”, como Los extraordinarios o Andréïda o el tercer sexo.
Entre dos tradiciones
Asunción Izquierdo nació en San Luis Potosí, en 1910. Se acercó a la literatura de forma autodidacta, porque su padre tenía una librería: creció rodeada de libros, con lo cual, la forma en que aprendió a escribir y a hacer literatura fue a través de sus propias lecturas, que estaban condicionadas por el padre, quien era español, entonces tiene una formación muy “de autores como Galdós o Emilia Pardo Bazán; por el otro está toda la formación mexicana, con la novela de la revolución, que también leía mucho”.
“Creo que intentaba compaginar dos tradiciones muy diferentes: una tradición del siglo XIX y otra que empieza en el siglo XX, y eso da unas contradicciones estilísticas muy interesantes”, cuenta Francesca Dennstedt, doctora en estudios hispánicos, con una especialidad en estudios de género y sexualidad.
Más allá de que poco se conociera de Asunción, pese al buen número de obras publicadas, para la investigadora había inconsistencias un poco teóricas o de ciertos posicionamientos, que la llevaron a indagar mucho más en su obra, al grado que la novela que más llamó su atención, en un primer momento fue Andréïda o el tercer sexo, “porque el libro era súper feminista y, al mismo tiempo, nada feminista”.
“En Los extraordinarios estaba ante una novela rebuscada, como de detectives, pero que también utilizaba mitología prehispánica: era como la variedad de temas, pero también en ellos se presentaba mucha contradicción ideológica, a veces también estilística”.
En ese sentido, el volumen publicado dentro de Vindictas, Cena de cenizas, es la obra más ambiciosa de la escritora y, quizá, un libro que cuesta leer, “me costó leerlo”; incluso, lo leía una segunda vez con más cuidado y atención y creo que es un libro muy ambicioso, tanto temáticamente como estilísticamente”, de acuerdo con Francesca Dennstedt.
“Combina muchas temporalidades, distintos tipos de narrador y de voces, incluso la tipografía cambia. Temáticamente hace una crítica muy fuerte al contexto político, sobre todo del 68, y critica bastante a los tres partidos políticos. Me parece que es una obra que, de cierta manera, cuenta otra historia del movimiento estudiantil. Estilísticamente es más arriesgada y critica mucho al gobierno y a la violencia patriarcal que se ejerce durante ese tiempo”, concluyó la investigadora.
Cena de cenizas se va a presentar en el contexto del programa de actividades de la Feria del Libro y la Rosa, organizada por la UNAM.
La presencia de Vicente Leñero
Se habla de la posición de Vicente Leñero frente la literatura de Asunción Izquierdo, aunque Francesca Dennstedt advierte que el principal contacto entre ambos se da por el acercamiento del periodista ante el asesinato de Gilberto Flores Muñoz y de la escritora, “un asesinato que cautivó mucho a la sociedad mexicana: Leñero reconstruye lo que pasó, retoma a la figura de Asunción como escritora, pero no es su objetivo. La toma nada más para construir un poco quién era”.
Si bien en la introducción a Cena de cenizas, la investigadora rescata una opinión de Leñero sobre la obra de Izquierdo - “sus rasgos son los mismos: abuso de reflexiones filosóficas o sociológicas, excesos descriptivos, continuas disquisiciones y un tono cultista a menudo chocante--, en realidad “Leñero no tiene gran impacto en la figura de Asunción”.
caov