Benito Taibo: la fantasía frente a los demonios de la realidad

Nuestro mundo “es absolutamente injusto, y tiene que desarrollarse por medio del intelecto”, dice el autor de “La razón y la ira”.

Para el autor es preciso “quitarnos los atavismos culturales que nos pesan”. (Nelly Salas)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Sí, el territorio donde transcurre la historia se llama Sognum, un territorio inventado; sus personajes llevan por nombre Désdemona Naat, Yago, Oberón Argán, Suuri, Azur Banná, pero Benito Taibo es un convencido de que si se eliminan los animales extraños, la magia, las espadas, las cosas sobrenaturales, “quedan pasiones humanas, lo que quiere decir que estás escribiendo literatura”.

“Tenemos dentro de la cabeza el pensamiento mágico, que es parte de nuestra vida. En la fantasía se encuentran las herramientas para combatir a los demonios de la realidad, estoy convencido de ello. La realidad es demasiado áspera, demasiado dura, y la fantasía te sirve, sobre todo a los adolescentes, para crear educación sentimental, para que esas herramientas se conviertan en formulaciones de vida para enfrentar a la terrible realidad”.

Todo ello viene a cuento por la aparición del segundo volumen de la saga Mundo sin dioses, bajo el título de La razón y la ira (Planeta, 2019): una historia fantástica, aun cuando tiene mucho de la realidad, como la idea de justicia en sociedades que son tremendamente injustas, en palabras de Benito Taibo.

“Toda la fantasía proviene de nuestros libros civilizatorios, de los que nos conforman como comunidades y como sociedades: hay fantasía épica en el Mahabhárata, en el Popol Vuh, en la Ilíada y en la Odisea, en la Biblia: el que se abra el mar, pasen los judíos y luego se cierre sobre los ejércitos egipcios, podría haber sido escrito por Tolkien. La literatura fantástica estaba ahí y ha estado presente: el pensamiento mágico es parte de nuestras vidas y, como mexicanos, es triplemente parte de nuestras vidas”.

En nuestro país, asegura el escritor, recurrimos al pensamiento mágico, por si el sentido común, la lógica, la prueba y error, no funcionan, por mucha confianza que tengamos en ciertos elementos, como la ciencia misma.

HACIA EL IMPULSO CREADOR

Benito estaba muy acostumbrado a escribir siempre con “el dedo al aire para ver para dónde soplaba el viento”. Con Mundo sin dioses, la situación ha sido diferente: se tuvo que sentar a hacer mapas, a usar la brújula y el compás, porque se movía en un mundo que, incluso él mismo, a pesar de haberlo creado, también desconocía: “ir descubriendo con los personajes nuevas cosas ha sido muy divertido para mí y muy retador”.

“Puede ser un mundo inventado, pero está habitado por seres humanos: con virtudes, defectos, sueños y pesadillas. Ese es un asidero muy importante, porque por fuerza tendrás empatía hacia aquellos que tienen la misma piel y se desgarran con igual facilidad”.

La razón y la ira está presente en nuestras vidas. Si se elimina el paisaje fantástico, quedan amos y esclavos, revueltas, un mundo que necesita cambiar, porque el nuestro “es absolutamente injusto, y tiene que desarrollarse por medio de la razón y, a veces, la ira es este impulso creador, aunque suene ilógico y salvaje, que hace que las cosas cambien”.

La revolución industrial, ejemplifica Taibo, generó la creación de sindicatos y movimientos sociales. Sin la revolución industrial, tal vez los cambios sociales de nuestro tiempo no se hubieran visto representados en ella.

En el caso de la novela, la revolución representada está comandada por mujeres, igual que la revolución que está sucediendo en nuestro espacio, “una breve aportación desde la literatura y la fantasía para quitarnos los atavismos culturales que nos pesan como la losa del Pípila sobre la espalda.

“Los hombres hemos pecado por omisión, hemos sido cómplices de la transmisión de esa mala formulación de nuestros modales frente a nuestros pares. Necesitamos ponernos un nuevo chip, en el que la empatía, la razón, la justicia estén presentes”, enfatiza un seguro Benito Taibo.

Y ADEMÁS

POCA RAZÓN EN LA VIDA COTIDIANA

En la vida cotidiana hay mucha ira y poca razón, lo que, en muchos casos, proviene de las redes sociales. No hemos aprendido a tratarlas como debe ser, dice Benito Taibo. “Estamos demasiado preocupados por el estallido vociferante y no por los trasfondos importantes que llevan a esos puntos. Estamos viviendo tiempos inéditos, que deben ser tomados con cautela”.