En una de esas plataformas que puede volverse una especie de herramienta de nuestra moderna Santa Inquisición, la Universidad Autónoma Metropolitana invita a sus alumnos a evaluar públicamente a sus profesores. La gran mayoría coincide en que José Francisco Conde Ortega, quien falleció recientemente de un paro cardiaco, era un buen maestro.
- Te recomendamos "Un viaje a Corina", poesía y música en el Día del Libro Cultura
“Es claro, no te hace la clase pesada, el examen es muy sencillo y basado en lo que viste en clase”, dice uno de los mensajes anónimos, pues no se especifica género, mientras en otro se afirma: “Sus explicaciones son claras y tiene mucha paciencia, jamás te va a decir que estás mal ni será grosero, te corregirá de una manera muy amable y optimista”.
Optimista, claro y sencillo, así recordamos a Pancho Conde quienes tuvimos la fortuna de conocerlo, tanto en las tertulias como en los encuentros literarios o a través de sus libros de poesía, crónica y ensayo. Blandiendo el buen humor como espada, siempre estaba dispuesto a la charla amable y plena de ocurrencias.
La Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura recoge las impresiones de su hijo, Jesús Francisco Conde Arriaga, quien afirma que su padre “fue un autor que vivió toda su vida entre literatura, libros y poesía. Tuvimos la fortuna de leerlo en casi 30 libros, entre crónica, ensayo y poesía, desde Vocación del silencio (1985) hasta Canto del guerrero (2017)”.