Elena Garro(1916-1998), la escritora, poeta, periodista, supuesta “traidora” del movimiento de 1968, modelo, amante del lujo, señora de los gatos, rebelde y primera esposa de Octavio Paz. Todo esto y más envuelve la historia de una de las autoras mexicanas más importantes del siglo XX.
La escritora falleció el 22 de agosto de 1998, en Cuernavaca, por una insuficiencia respiratoria y cardiaca tras años de luchas, viajes, dolor y tragedias que incluyeron la pobreza extrema y el olvido de la comunidad intelectual.
Patricia Rosas Lopátegui, escritora, profesora de literatura y amiga de Elena Garro dice a MILENIO que, a pesar de las injusticias contra ella, por fin comienza a revalorarse su obra y figura.
“Considero que a partir del centenario de su nacimiento ha habido una mayor atención de las instituciones culturales, educativas, del mundo académico y los lectores, un acercamiento más despojado de prejuicios en torno a Elena”.
Aun así, dice que falta mucho trabajo por hacer.
“La leyenda negra que creó el poder en 1968 para desacreditarla a raíz de la masacre estudiantil, pues se le acusó injustamente de muchos temas, solo fue una farsa del gobierno. Hay jóvenes que no la han leído y repiten de oídas lo que se dice de Elena; esto ha impedido que México reconozca en ella a una de nuestras grandes creadoras de todos los tiempos”.
La autora de Diálogos con Elena Garro, tomos publicados por Gedisa Editorial, explica que después del 68 ya no hubo descanso para la escritora mexicana.
“‘Se me cayó la casa’, dijo Elena Garro. Fue atroz lo que se cometió con ella, comenzó la persecución, sufrió desprestigio, acoso; había que eliminarla por su activismo político y social. El poder orquestó toda una farsa contra ella; sin embargo, Elena nunca se doblegó ante el poder. Como ella decía, era ‘una mujer sin cocina’ porque la cocina es el alma del hogar y ella nunca volvió a tenerlo. Fue una mujer en el exilio, despojada de todo.
Pero en la desgracia, en la miseria, en el hambre, siempre leemos en ella ver la vida de una manera tan poética, así era Elena Garro”, comparte Lopátegui.
Complicada y fascinante
Para el Rafael Cabrera, autor de Debo olvidar que existí (Debolsillo, 2017): “Elena Garro, como todos los humanos, cometió errores; ella trató de salirse de estos héroes impolutos como Elenita Poniatowska o Frida Kahlo, un poco personajes que la historia oficial ha ido construyendo. Me interesa más Garro por esta complejidad, matices y porque realmente es complicada y fascinante”.
Cabrera dice que Elena Garro alzó la voz cuando otros callaron: “Se atrevió, se volvió incómoda. Su obra es impresionante y la historia de su vida es salvaje, pocas veces lo vemos en la literatura”.
La profesora Rosas Lopátegui concluye: “Elena Garro está muy vigente en nuestros días, pues los temas que abordó fueron la violencia política, las injusticias sociales y la violencia contra la mujer, todos estos son fundamentales en su obra; sin duda fue una mujer adelantada a su época”.
Hoy, en U-Tópicas, librería y galería especializada en feminismos y movimientos sociales, se conmemorará a Elena Garro por los 25 años de su fallecimiento con la participación de Estela Leñero, Silvia Molina y Patricia Rosas Lopátegui. Se ubica en Aguayo 37, en Coyoacán.
En voz de otros autores
Laura Ramos en un capítulo del libro Elena Garro: Los recuerdos sin porvenir (Aguilar) escribió: “Se diría que Elena esperó la muerte de Octavio Paz (1914-1998) para después seguirlo o que lo siguió siempre. En su muerte resignada e indiferente, quizás Paz vino por ella y ella como siempre, no se negó”.
En ese libro se “recorren las horas de penuria y rencor de estas mujeres (Garro y su hija, Helena Paz), los momentos lamentables de hambre y vicio, el asedio de la enfermedad, el alcohol, la violencia doméstica y sus amados gatos: testigos de esta tragedia que solo atemperaba la contemplación del cielo de México, las postales de París, las fotografías de Madrid, los anhelos de Buenos Aires”.
Garro, durante los años que vivió en París (1946 a 1952), fue amiga de Christian Dior, Pablo Picasso y Jean-Paul Sartre, pero también padeció en el tema económico.
Uno de sus libros más importantes es Los recuerdos del porvenir (1963), galardonado con el Premio Xavier Villaurrutia, sin embargo, pudo acabar en el fuego porque la escritora abandonaba sus textos e incluso, a veces los destruía.
“Ella quemaba viejos papeles en la estufa de su casa ubicada en Ciudad de México. Recibos, cartas, notas, iban al fuego sin reparo. Estaba cansada de cargar con tanto de un lugar a otro”, cuenta Olivia Teroba en el prólogo del libro Relatos recobrados de Elena Garro, publicado por Ediciones del Lirio.
En 2021 se reeditó el libro Odi et amo: las cartas a Helena, editado por Guillermo Sheridan, con cartas que Octavio Paz escribió a Elena Garro entre 1935 y 1945, y se sostiene que las cartas de Elena están en el archivo de Paz, el cual aún no se conoce.
En un encuentro en el Colegio Nacional, Christopher Domínguez Michael, autor de Octavio Paz en su siglo, señaló: “Dentro de la amargura de lo que fue un terrible matrimonio, descubrí cosas luminosas. Por ejemplo, quien empuja a Paz a hacer la denuncia, en 1951, de los campos de concentración soviéticos que aparecen en la revista argentina Sur, es Elena. Pero también en algún momento alguien le dice a Elena, ‘oye, pero en Piedra de sol se refiere a ti de una manera horrible’. Y Elena responde: ‘Para eso es la poesía, para sublimar los sentimientos’”.
Y además
Elena Garro también escribió poesía y teatro e incursionó en otras disciplinas artísticas, como la danza, la actuación y la coreografía.
Algunos de sus libros más celebrados y estudiados son Un hogar sólido (1958), Andarse por las ramas (1958), Los pilares de doña Blanca (1958), Los recuerdos del porvenir (1963) y La semana de colores (1964).
caov