La literatura, el último refugio de la libertad es el eje de la IV Bienal Mario Vargas Llosa, que se celebra en la capital tapatía, donde alrededor de 30 escritores han abordado desde diferentes perspectivas la importancia de los libros y de la lectura en el ejercicio o la búsqueda de la libertad.
“Leer es un acto de libertad siempre, lo mismo que escribir, y los libros se eligen como a los amigos: los amigos forman parte de esta relación que no está normada por algo, es un ejercicio de libertad”, aseguró la escritora mexicana Mónica Lavín al participar en la mesa “Las ficciones que nos hicieron más libres”, donde compartió la manera en que los libros le permitieron ensanchar su propio espacio vital, sobre todo, a los nueve años de edad, cuando se vio obligada a experimentar el confinamiento por una enfermedad.
“Me encontré con Robinson Crusoe y aquella cama empezó a ensancharse, se volvió una isla y yo me volví un náufrago, tenía sed y tenía sed de amigos: entendí que la vida tenía que ser siempre encontrando a alguien más, compartir la risa, el miedo o el llanto. Robinson Crusoe me enseñó lo que hacen los libros: dejar de ser uno, para volver a ser uno, pero con una experiencia añadida imposible de experimentar”.
De esa manera se encontró con las posibilidades de la palabra dentro de un sustrato llamado papel: vivir, sentir, pensar en ese nuevo territorio, convencida la escritora de que la literatura es un territorio, “una isla en la que también quiero vivir una existencia alternativa y ceo que esta posibilidad de duplicar la experiencia de vida nos permite esas otras miradas, esos gozos estéticos, que finalmente nos liberan de nuestra condición vital acotada”.
Santiago Gamboa
En la literatura de aventuras, la de Julio Verne y de Emilio Salgari, el colombiano Santiago Gamboa encontró un sentido de maravillas que terminó por definir su inclinación no sólo por la vida, sino por los viajes: “cuando me alejo siento que acerco a las cosas que me importan. Cuando estoy cerca de los territorios de Salgari tengo la impresión de acercarme a las cosas que me hicieron la persona que soy”.
“Desde el principio supe que yo quería vivir al interior de ese mundo. No soñaba con escribir todavía, me parecía inalcanzable y que el camino hacia convertirse en escritor estaba lleno de obstáculos, pero sí me plantee ser un lector toda mi vida, que quería estar en estos mundos cada minuto de mi vida”, enfatizó el escritor colombiano, autor de la novela Será larga la noche.
En el Centro Cultural Universitario, de la Universidad de Guadalajara, el escritor chileno Alejandro Zambra recordó que, a diferencia de muchos escritores y escritoras, pero también en coincidencia con mucha gente, creció en una casa sin libro, sin un contexto previo que estimulara en él la literatura.
“Escribir y leer fue ir en contra de lo que había en casa, en un contexto bien opaco, en medio de una dictadura, que sentía que todos los adultos eran aburridos y luego me di cuenta con los años que tenían miedo. Mi primera sensación con los adultos era que se trataba de gente enojona, silenciosa: cuando me encontré con los libros había una continuidad y eso habría que defenderlo, porque estamos híperespecializando el discurso literario y olvidando que está conectado con la experiencia del lector, en especial si se empieza desde la infancia”.
De acuerdo con el autor de Poeta chileno, muchas veces, cuando los niños llegan al colegio y les explican el sentido de la literatura, en realidad ya lo conocen, porque lo escucharon en casa a manera de historia oral: lo que hay que hacer es actualizar cosas que todos llevamos dentro para que los niños entiendan que su experiencia vale, “que su lugar en el mundo se está construyendo en función de un conocimiento que compartimos todos, que lo que sueña -que puede ser tan perturbador—sí es un problema que toda la sociedad tiene, comparte y a todos nos interesa”.
En la misma mesa, la argentina Dolores Reyes resaltó la dificultad de pensar en libertad sin pensar en la importancia de los libros, en el acto de escribir literatura o un diario, como si eso necesariamente tuviese que ver con la libertad, por lo que se sintió obligada a hacer un recorrido de lectura para ver qué la había marcado no sólo en las tramas, sino en la forma de apropiarse de la literatura y en la forma de generar ficción.
“En realidad, lo que hace la escritura es formatear maneras de la libertad, sobre todo la ficción: qué hay más libre que la ficción y que los sueños. Lo que hace cada escritor es pensar una forma de libertad posible y desde ahí construir ciertas ficciones. Eso posibilita que el lector encuentre una forma de libertad que en la realidad aún no conocemos y que ahora se propone mediante la ficción”.
Las actividades de la Bienal Mario Vargas Llosa concluyen este domingo, con el anuncio del ganador o ganadora del Premio, para el cual están como finalistas la española Rosa Montero, el colombiano Juan Gabriel Vásquez, el chileno Alejandro Zambra, la mexicana Carmen Boullosa y la argentina Selva Almada.
bgpa