Hay una pregunta que se ha planteado Fernando Aramburu en diversos momentos de su vida: ¿qué sería de nosotros si conociéramos con exactitud el día y la hora de nuestra muerte? Esta es la interrogante principal, si bien de ahí viene otra: ¿qué influjo tendría este conocimiento sobre nuestra vida, sobre nuestra visión de las cosas y nuestra relación con los demás?
No dejan de ser cuestionamientos planteados en abstracto, pero a los cuales, tras ponerle un rostro, un lugar y una época, luego de “modularlas literariamente con la lengua”, se convirtieron en el origen de la novela Los vencejos, con la cual regresa el narrador español a la publicación, después del éxito de Patria.
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“Puedo aceptar que en esta novela hay una constante reflexión sobre el sentido de la vida. Ya en la primera página, el protagonista declara que se va a suicidar dentro de un año, pero no sabe por qué. Entonces se concede el margen temporal, generoso, con la esperanza de averiguar por qué no quiere vivir más con la ayuda de la escritura”.
Se trata de un hombre que vive dentro de una rutina que no le satisface, aun cuando no está especialmente desesperado: no está enfermo, tiene una fuente de ingresos por un trabajo que no le satisfecha; a pesar de ello, no le gusta la vida, pero no sabe exactamente por qué y la novela consiste en esa cuenta de los días y en el ejercicio de una tentativa por averiguar por qué un ciudadano normal y corriente de nuestra época, no desea seguir viviendo.
“Soy un tranquilo, estoico, un coleccionista de pequeños placeres, de buenos momentos. Tengo amigos, una vida familiar estable, no ha pasado por los mismos trances que algunos de mis personajes: estoy con el abrazo, la democracia, la educación y la cultura. No ignoro que en la vida ocurren hechos atroces, pero en mi balance hay una afirmación: me alegro de haber nacido y tengo el compromiso de mantener mis principios morales hasta el último momento”.
Un protagonista complejo
El personaje de Los vencejos (Tusquets, 2021) va por otros derroteros, pero al final la propia vida lo vence y tiene que reconocer que la vida consiste en algo más que en el cumplimiento de los caprichos o de los deseos y que, muchas veces, a nuestro lado hay personas muy valiosas y dignas de ser amadas o queridas, “eso ya me parece argumento suficiente para decir que sí a la vida y eso a mi personaje le cuesta verlo”, afirma en entrevista con MILENIO.
La literatura de Fernando Aramburu (San Sebastián, España, 1959) se nutre de una serie de preguntas de tipo existencial, pero que no le interesa responder por vía filosófica o a través del ensayo, porque no está preparado para ello: “mi punto de vista sobre muchos asuntos humanos está en una novela”, puntualiza el escritor español.
“A pesar de que la muerte o el suicidio son temas que están entre las preocupaciones de cualquier persona, lo que no puedo hacer es ofrecer soluciones, porque no las conozco, pero sí puedo mostrar las distintas vivencias posibles con relación a estos asuntos de los que ninguno de nosotros está exento”.
Los vencejos es una novela escrita en contra del dogma según el cual toda historia es autobiográfica y esta no lo es. Hay una concomitancia entre el protagonista y el autor: al mismo tiempo está escrita con las manos libres, sin la sombra tutelar de Patria, “que me procuró un éxito descomunal, pero ya estaba fuera de mi escritorio”, a decir de Fernando Aramburu.
Por personajes tras la moralidad
El ganador de premios como el de la Real Academia Española, el Tusquets Editores o el Biblioteca Breve habla sobre la polémica que ha despertado su protagonista, Toni: “Es un personaje que puede irritar a ciertos lectores, pero ese es problema de ellos, de lo contrario deberíamos leer vidas de santos y así no funcionan la literatura: las novelas necesitan conflictos y personajes que cuestionen la moralidad”
yhc