'Los seres huecos: Las cintas de Blackwood', un libro de Guillermo Del Toro y Chuck Hogan

Edición Fin de Semana

El realizador mexicano vuelve a reunirse con el escritor estadunidense en una nueva aventura literaria en la que coinciden el suspenso, el misterio y lo sobrenatural.

Guillermo del Toro y Chuck Hogan estrenan nuevo libro (Especial).
Silvia Herrera
Ciudad de México /

Guillermo del Toro no sólo es un reconocido director de cine, creador de una indiscutible obra maestra del género fantástico como es El laberinto del fauno; también, haciendo pareja con Chuck Hogan, autor que ha recibido elogios de Stephen King, ha comenzado a desarrollar un incipiente trabajo como escritor. Su Trilogía de la Oscuridad, que incluye Nocturna (2009), Oscura (2010) y Eterna (2011), ha renovado la novela de vampiros. 

En el primer volumen, el homenaje a Drácula es evidente (actualizando la situación, si en la novela de Stoker el vampiro arriba en un barco, en este caso lo hace en avión; infaltable el virus que lo acompaña, no dejará de ser algo familiar para el lector de hoy). La Trilogía ya ha sido adaptada a la pantalla en formato de serie con cuatro temporadas con el título de The Strain, que en general obtuvo buenas críticas. El elemento apocalíptico y la lucha del bien contra el mal son elementos medulares de la trilogía. 

El dueto Del Toro-Hogan emprende ahora con Los seres huecos. La cintas de Blackwood Vol. 1 (Alianza de Novelas, 2020) una nueva aventura literaria, de la que no se ha aclarado el número de volúmenes que la integran. Una diferencia evidente de esta primera entrega con respecto a la Trilogía, es la extensión del libro, que es más breve. Suponemos que esto se debe a las quejas de los lectores por lo voluminoso de los títulos de su colaboración inicial. La narración en este sentido resulta más ágil y directa. 

En Los seres huecos hay tres hilos narrativos: la de los agentes del FBI Odessa Hardwicke y Earl Solomon (no trabajan juntos; ella pertenece a las generaciones más recientes y él es un agente de poco más de ochenta años ya retirado), y la del misterioso inglés Hugo Blackwood, quien da título a la saga. Por la presencia de los agentes a la novela se le catalogado de thriller, porque hay un caso por resolver, y si se concede que es un thriller habrá que añadir el adjetivo sobrenatural.

Si en la Trilogía de la Oscuridad la figura tutelar era Bram Stoker, en Los seres huecos, como lo exponen en una página antes de entrar en materia, el homenajeado ahora resulta Algernon Blackwood, “el iniciador del subgénero del investigador de lo oculto”. Anticipando un motivo en el desarrollo de la historia, aclaran que “el robo de tumbas en Nueva Jersey con fines ocultistas por ningún motivo es ficción o un hecho del pasado, Está sucediendo. Ahora mismo”. La novela entonces podrá ser sobrenatural, pero no deja de retratar circunstancias de nuestro tiempo.

En el Preludio hablan de un misterioso y minúsculo edificio “de poco más de un metro de ancho” ubicado en el distrito financiero de Manhattan que lleva el inverosímil número 13½. Ahí se encuentra un Buzón, al que únicamente llegan cartas que son “un pedido de ayuda desesperado” dirigidas al señor Hugo Blackwood. Primero el agente Solomon entrará en contacto con él y a quien el lector seguirá en los capítulos titulados 1962. Región del Delta del Misisipi y luego la agente Hardwicke en los titulados 2020. Newark, Nueva Jersey; en algún momento los avatares de los personajes se traslapan en el mismo capítulo.

Los juegos temporales son el recurso del que se valen Del Toro y Hogan para estructurar la novela, así que comienzan con lo que le sucede a Hardwicke. Junto con su compañero Walt Leppo, mientras están desayunando, un asesino itinerante aparece. Según las definiciones de un profesor en Ciencias en la Conducta de Quantico, que se menciona, “El asesino itinerante mata en distintos escenarios, comúnmente durante un breve intervalo de tiempo, que puede durar desde una hora hasta varios días o semanas. El asesino relámpago está estrechamente relacionado con el itinerante: se trata de una persona que asesina a múltiples víctimas en un solo evento homicida”.

Un motivo menor que sirve para aligerar la novela, es la referencia a la música. Uno de los testigos de la aparición del asesino, por ejemplo, estaba escuchando al grupo Styx, que hacía “rock suave de 1970”; la violencia de las acciones contrapuntea con la tranquilidad de una “suave balada” que escucha. Al ir a investigar lo que sucede, sin razón alguna la personalidad del compañero de Hardwicke se transforma. Ella se ve obligada a matarlo al no poder controlar su actitud violenta y todo lo que había logrado profesionalmente parece derrumbarse porque un agente del FBI rara vez usa una pistola y menos contra su pareja de trabajo. Al verlo morir, ella se percató de un detalle inquietante: una especie de espíritu escapaba del cuerpo; esto no lo declaró cuando fue interrogada. Mientras las cosas se aclaran, es enviada a realizar trabajos de oficina. Así llega a la del agente afroamericano retirado Earl Solomon, que en ese momento se halla hospitalizado. En su juventud, él tuvo que ir a resolver un caso al Misisipi, en los turbulentos años sesenta de las reivindicaciones de los derechos de la gente de color; ir a esa región no era fácil y menos cuando el caso que tiene que aclara es el linchamiento de un hombre blanco. Las circunstancias de este hecho rebasan lo racional; un niño negro poseso que participó en el acto le pide que traiga a Hugo Blackwood.

Cuando Hardwicke estaba limpiando la oficina de Solomon encuentra una reproductora de cintas; al ir a dejarle sus pertenencias al hospital, el agente le pide que si puede ir a su casa a ver si su mascota estaba bien. Buena agente, la capacidad de observación de Hardwicke la lleva a descubrir un cuarto secreto en la modesta casa de Solomon, el cual estaba llena de cintas ordenadas por casos. Asimismo buen agente, Solomon descubre la problemática de la joven y le dice que escriba una carta a Hugo Blackwood y la deposite en el Buzón de la imperceptible calle neoyorquina que se mencionó antes. El misterioso personaje había ayudado a Solomon en su caso del Misisipi y las cintas que había en el cuarto secreto del agente eran pruebas de su colaboración. De ahí sale el título de esta nueva saga; en esta y en las que siguen Blackwood tendrá una participación. Si no se ha precisado cuántos volúmenes la integrarán, no es improbable que se deba a que los editores quieren valorar el éxito que tenga este primero.

Para finalizar, señalábamos que Blackwood igualmente tiene su línea narrativa que se sigue en los capítulos 1592. Mortlake, Gran Londres, así que él viene de otro tiempo. Él estuvo presente en la noche en que el curador de una selecta biblioteca, filósofo ocultista y consejero real de Inglaterra, John Dee —que había caído en desgracia por los avances científicos— y Edward Talbot hicieron una invocación cuyo objetivo “era reparar el cisma de la ciencia y la magia: cerrar la brecha a través de la práctica de la alquimia y la adivinación”. El espíritu que salió del compañero de Hardwicke y que cometió otros asesinatos itinerantes era uno de los cuatro Seres Huecos, entes malévolos perteneciente a una civilización antigua. Queda al lector el papel de Blackwood en todo esto.

amt