Narrador y periodista de origen vasco, pero que radica en México desde hace 30 años, Imanol Caneyada trae a la UANLeer “Fantasmas del Oriente” (Planeta), una novela que aborda un suceso que ocurrió a principios del siglo XX con la comunidad china en Sonora, pero con un protagonista del presente que busca desenterrar ese pasado y que no quede en el olvido.
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¿Cuándo nace “Fantasmas del Oriente”?
Cuando llego a vivir a Sonora, al poco tiempo me encuentro con esta historia que no está en la historia oficial, que es la de la persecución en la expulsión de los chinos y la violencia que se desató en determinada época en la historia de México contra la comunidad china. Historia que se cuenta en la tradición oral, pero que no figura en los libros de historia. Me va a despertar curiosidad, me va a inquietar al principio y poco a poco voy conociendo más detalles, algunas historias ya más concretas bastante terribles. Con el tiempo surge la idea de hacer una novela que dialoga desde el presente con el pasado.
¿Por qué se siguen negando capítulos de la historia, por ejemplo de crímenes históricos?
La historia oficial que se ha construido en México, sobre todo después del proyecto de México moderno que surge de la Revolución, es una historia narrada desde las omisiones, hay muchísimos silencios; una historia que apuntaba a construir una identidad, la identidad de los mexicanos, desde una idea del poder que tenía que ver con excluir a muchos sectores, muchas minorías políticas, y otras posibilidades de entender México y en esta exclusión se comete este gran crimen del silencio, con los propios mexicanos, pero también con extranjeros que en ese momento ya no eran tan extranjeros, ya tenían décadas viviendo en el país, contribuyendo e integrados a la sociedad mexicana. Nunca dejaron de verse como extranjero, sobre todo porque además eran chinos y esto también tenía su agravante en el imaginario colectivo. Y si somos capaces de hacer esto con la comunidad china también lo vamos a hacer con otras comunidades. No creo que sea una cuestión de nacionalidades ni pasaportes, sino de cómo desde el poder se pueden construir discursos brutalmente nacionalistas o xenófobos. Y como en un momento dado y con los ingredientes apropiados la población los va a abrazar y los va a apoyar; digo, lo estamos viviendo en la actualidad.
¿Cómo trabajaste al protagonista Iturbide Ayón, que tiene incluso cierta dosis de humor?
Es un personaje esperpéntico y muy ingenuo; desde ese primer capítulo que lo vemos ahí desplegar su lona frente a este negocio de electrodomésticos que en el pasado fue de su abuelo y de su tío abuelo para reclamar algo que ni siquiera ha sido visibilizado a lo largo de esos cien años. Es un acto lleno de ingenuidad, pero al mismo tiempo es un acto lleno de arrojo, de valentía, es pedir justicia desde una posición imposible, lo que lo convierte en un personaje quijotesco, que era la idea desde un principio. Iturbide lo fui imaginando un poco desde la épica no tanto de los ganadores, sino de los perdedores; la épica del Quijote, la de la lucha contra los molinos de viento, etcétera. Iturbide nace desde la imposibilidad de la justicia, pero también del heroísmo que se desprende de esa imposibilidad.
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¿Por qué crees que cuesta trabajo hablar del perdón histórico tanto a favor como en contra?
Es todo un tema y en los últimos dos, tres años, la idea del perdón histórico se ha introducido en el discurso público que no estaba en México; el perdón por los hechos del pasado no existía en el imaginario colectivo, entre otras cosas porque somos una sociedad que le ha apostado al olvido, incluso al olvido inmediato. No es necesario que pase mucho tiempo para que olvidemos grandes tragedias, grandes injusticias, masacres. Entonces cuando se le apuesta al olvido el perdón es inconcebible. Además, en términos generales, yo creo que una cosa que hacemos cuando construimos identidad, que normalmente se construye desde este discurso de la historia oficial, es la de la inocencia. Casi todos los pueblos su identidad está construida desde la inocencia; es raro que un pueblo acepte su capacidad para lastimar, hacer el mal o para hacer daño. Y más por ejemplo en una sociedad como la nuestra, donde siempre hemos sido víctimas: víctimas de la conquista, de la vecindad con EU, y en este victimismo se ha construido un poco la identidad nacional. Entonces de pronto asumirse como victimarios, asumir que somos una sociedad, una nación que puede también ejercer ciertas formas de perversidad, persecución, de violación de los derechos humanos, pues es difícil. Es más fácil siempre culpar a los otros o justificar los hechos a partir de discursos mentirosos, falaces, por eso creo que hacer como una especie de reflexión sobre lo que hemos hecho, y en consecuencia pedir perdón, y no solamente pedir perdón, sino tratar de corregirnos, es muy difícil, me parece que queremos vivir con una especie de victimismo.
¿Y el racismo cómo se concibe partiendo de tu novela?
Más que hablar de eso, pero sobre todo hablar de nosotros desde el presente, respecto a estas grandes ideas, como la identidad, la idea de raza, la idea de género, de país incluso, creo que en este momento todos estos conceptos están bastante cuestionados, y de alguna manera se resquebrajan, dejan de ser tan consistentes como fueron algún tiempo donde eran conceptos monolíticos, inamovibles, y me parece que ahora se están resquebrajando por muchas causas. Sí me parece importante hablar desde el hoy y de cómo no hemos resuelto un montón de complejos, de agravios, frustraciones y de corajes, y no los hemos resuelto en parte por esa puerta a la desmemoria y en parte también porque creo que no nos hemos detenido a analizar el proyecto que llamamos México, país, sociedad, en este siglo XXI. Y no nos hemos detenido a analizarlos, porque creo que nos da miedo descubrir, entre otras cosas, que mucho de nuestra identidad está basado en una enorme cantidad de mentiras y silencios.
Imanol Caneyada presentará esta obra en la UANLeer el sábado 19 de marzo a las 15:00 horas en Café Literario. Participa con el autor el Círculo de Lectura Pedro Garfias de la Facultad de Medicina de la UANL.
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