El infinito en un junco es un homenaje a la literatura y a quienes han salvado los libros a lo largo de la historia, en general personas anónimas, y sólo podía ser un libro coral, por ello, cuenta Irene Vallejo, se concibió como un ensayo de aventuras, de encuentros, de vicisitudes, de encrucijadas, de peligros, de persecuciones…
“Es la crónica de una aventura colectiva y de un logro común de la humanidad: arrebatar los libros a los lugares del privilegio y traerlos a donde los lectores, los enamorados, los letra heridos, podamos tener acceso a ellos, sin importar la cuna, el origen, las posibilidades económicas”.
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La catedrática española se convirtió en una de las protagonistas del Hay Festival Cartagena de Indias. En los espacios en los que se presenta se termina el boletaje y no alcanza el día para atender las peticiones de los medios de comunicación colombianos y algunos de otras nacionalidades.
Una relación que la misma colaboradora de MILENIO agradece al reconocer que la literatura latinoamericana ha sido una gran influencia en su vida, desde la infancia; “el festival encarna la idea de la cercanía tan añorada entre lectores y escritores, que la pandemia impidió durante mucho tiempo y nos hace renovar ese sentimiento de familia, de vecindario”.
“Somos un vecindario que se encuentra, que se ama, que comparte pasiones, convicción, una visión de la vida, un amor por la palabra, una esperanza, la esperanza democrática de que la salud y el cuidado de las palabras nos ayudará a remontar los conflictos y las cicatrices”.
Durante una conferencia de prensa, la ensayista española aseguró que uno de los objetivos de su libro fue ahondar en la cuestión del lugar intelectual de las mujeres en el uso de la palabra: las mujeres como filósofas, las mujeres como pensadoras, como intelectuales, “ese rol que, a lo largo de los siglos, ha sido eclipsado por el papel en la familia, las mujeres como madres y como esposas, lo que no está en contradicción”.
“Siempre ha sido más difícil conseguir una posteridad, crear una tradición propia, construir esas genealogías: a través de las redes constantemente estoy invocando el recuerdo de mujeres pioneras de la poesía, el pensamiento, la literatura, insistiendo en que se lean, porque ese es el mejor homenaje posible a la creatividad femenina”.
Sin embargo, Irene Vallejo reconoció que las redes sociales se han convertido en un territorio hostil para las mujeres, sobre todo para las que alcanzan una posición pública, una visibilidad y se exponen, al ser víctimas de ataques muy duros, “que derivan en asuntos más íntimos y personales”.
“Para mí es importante defender en la práctica mis ideas, no ceder ante las intimidaciones, contestar siempre con elegancia y demostrar que hemos llegado al momento en que no se calla a las mujeres con ataques, con insultos”.
PJG