Irene Vallejo, Piedad Bonnett y Juan Villoro han tenido distintos acercamientos al libro, sobre todo a la lectura, y cada uno de ellos lo manifiesta en cada una de sus obras, como el convencimiento de la ensayista española del papel fundamental que juega el lector al enfrentarse a un libro.
“El lector añade mucho a los libros, que no estaba realmente escrito o que eran solo posibilidades embrionarias, y que existen solo cuando esos ojos del lector escuchan la voz del libro. Cada lectura, de alguna manera, es la resurrección de la letra muerta y hay algo que nace, que se produce solamente en esa lectura, que era único e irrepetible”.
Llamada por el tema Imagina… bienestar: Libros, la revolución que permanece, como parte del Hay Festival Cartagena, la autora de El infinito en un junco atravesó el océano para compartir su gusto por un objeto que ha logrado revitalizar, sin dejar de reconocer la importancia de otras formas de “contar”, como “los tiempos de la oralidad, cuando eran todas grandes improvisaciones literarias absolutamente únicas”.
“Eso me parece fascinante: así como decía Heráclito que nunca nos bañaremos dos veces en el mismo río, tampoco nos bañaremos dos veces en el mismo libro”, compartió la colaboradora de MILENIO en el Teatro Adolfo Mejía de la ciudad caribeña, donde recordó una anécdota con una historia de Arthur Conan Doyle, del “que tenía un recuerdo nítido del argumento, porque me marcó cuando era adolescente, pero al releerlo descubrí que no estaba ni remotamente lo que recordaba.
“Una trama entera, una percepción de la historia que no estaba en el libro: o bien estaba en otro libro, que había confundido, o bien era una creación propia a partir de esa lectura. A veces citamos libros con absoluta convicción y cuando volvemos a buscar la cita no la encontramos, porque no existe, y esa es una experiencia perturbadora para desconfiar de nuestra memoria y, al mismo tiempo, para valorar lo que tenemos de creadores como lectores: envolvemos en imágenes, en evocaciones y en emociones, todo aquello que leemos”, resaltó Irene Vallejo durante su participación.
Antes, la poeta y narradora colombiana Piedad Bonet recordó sus inicios como lectora, pero en especial el momento en que decidió ser escritora: unos años antes de terminar la Universidad leyó Crimen y castigo y pensó en la necesidad de estudiar algo que le permitiera escribir un libro como ese.
En ese diálogo alrededor de un objeto revolucionario como el libro, Juan Villoro se preguntó qué habría pasado si la invención del libro electrónico se hubiese dado antes del libro en papel: si toda la lectura ocurriera en descargas electrónicas, hasta que alguien tuviera esta idea maravillosa del libro en papel.
Compartir el amor por la literatura
En su cuenta de Twitter, Irene Vallejo escribió luego de su participación en la mesa redonda: “No cabía ni una brizna más de amor a los libros. Gracias por ser infinitos”. Lo que suscitó comentarios como: “Es como decir que no cabía ni un junco” o “gracias por compartir tus historias con nosotros y por impregnarnos de ese amor por la literatura y las letras”.
bgpa