'La cripta del espejo', reflejo del desencanto de una generación: Socorro Venegas

Narrativa, poesía, teatro... Marcela del Río se desenvolvió en diferentes disciplinas culturales.

A ella debemos la historia del teatro de la revolución, la idea de crear el CITRU, entre otras muchas iniciativas. (Especial)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Marcela del Río Reyes tenía 90 años a su fallecimiento. Tras de sí, una larga trayectoria en diversas disciplinas, como la poesía, el teatro, la narrativa o la diplomacia; sin embargo, sus libros no circulan de forma cotidiana, a pesar de los reconocimientos que algunos de ellos obtuvieron, en estas facetas tan diferentes.

Marcela del Río siguió los pasos de su madre: quiso ser escritora y apostó la vida en ello. Su madre fue una de las fundadoras del Ateneo de mujeres, un proyecto enorme para esa primera mitad del siglo XX, un proyecto de escritoras para compartir sus obras y divulgarlas a través de una revista.
“Quisieron también crear una universidad, eso nos habla de espacios de los que carecían. Marcela pierde a su madre muy joven y tiene que ponerse a trabajar, así que aplaza su vocación y su necesidad de formarse, es cuando ya está casada que logra entrar a la UNAM para estudiar letras”.

Así la recuerda Socorro Venegas, directora de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, a Marcela del Río: los últimos años hubo contacto, diálogo, sobre todo a partir de la publicación de La cripta del espejo, dentro de la colección editorial Vindictas, que cuenta con un texto introductorio de Lola Horner.

“Es uno de estos personajes que hizo muchas cosas: estuvo en contacto cercano con la comunidad cultural, su mamá es una de las fundadoras del Ateneo de Mujeres, pero murió muy pronto y Marcela tuvo que desarrollar todo tipo de trabajos, cubre muchos oficios y ya casada entra a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en Estados Unidos hace su doctorado, aunque durante todo este tiempo escribe”, aseguró la ensayista Lola Horner en una edición del programa de TvUNAM Vindictas, conducido por Julia Santibáñez, dedicado precisamente a la novela La cripta del espejo.

Como encargada del texto introductorio a la nueva edición de la novela, donde cuenta la historia de su encuentro con la novela, una especie de metáfora de la manera en que se pierde la memoria de la literatura escrita por mujeres:


La cripta del espejo me salió al paso cubierta de polvo en una librería de viejo en la ciudad de Xalapa”, escribe en el volumen la doctora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Por otro lado, Socorro Venegas define a la obra como una novela polifónica, situada en el contexto de los movimientos sociales del 68, narrada desde una perspectiva novedosa: “la experiencia de la esposa de un diplomático en la ex Unión Soviética”.

“En el libro vemos todo el desencanto de una generación, sus preguntas, sus conflictos internos y la forma en que su vida familiar se conflictúa porque lo político se vuelve personal”.

La cripta del espejo fue publicada en 1974, bajo el sello de Joaquín Mortiz; precisamente el editor Joaquín Díez Canedo fue quien le sugirió el título de la novela, llamada originalmente Donde muere el Moldava.

Sus otros rostros

Marcela del Río estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como actuación en la Academia del actor, al lado del director de teatro y coreógrafo japonés Seki Sano, y Arte Dramático, en la Academia Cinematográfica de México y en la Escuela Nacional de Artes Teatrales (ENAT) de Bellas Artes.

Autora de las novelas Proceso a Faubritten, La cripta del espejo y La utopía de María, también publicó los poemarios Trece cielos, Temps en paroles y Homenaje a Remedios Varo.

Como autora teatral, Marcela del Río llevó a escena por distintos países algunas de sus obras, como Fraude en la tierra, en Moscú, o De camino al concierto, en Estados Unidos; así como El Pulpo, tragedia de los hermanos Kennedy; La tercera cara de la Luna; Entre hermanos y La telaraña.

De acuerdo con la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, Lucina Jiménez, de ella vino la idea de crear el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral (CITRU):

Marcela del Río dejó larga memoria en la literatura, el teatro y la investigación documental. A ella debemos la historia del teatro de la revolución, la idea de crear el CITRU, entre otras muchas iniciativas. Su memoria será honrada y parte de la historia escénica de México”, escribió la funcionaria y es que se anunció que se le rendirá un homenaje póstumo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

hc

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