La escritora chilena Nona Fernández se encontró con una fotografía en la que estaban tres cadáveres que habían lanzado al Río Mapocho, el cual cruza la capital chilena. Ya estaba en tiempos de democracia, pero la imagen le generó una serie de sentimientos encontrados, sobre todo al darse cuenta que se trataba de una práctica histórica, casi una vocación dentro de su sociedad.
“Si bien mi interés era indagar por esos muertos que se habían ido por el río en tiempos de dictadura, investigando me topé con que hay casi una especie de vocación chilena de todas las épocas históricas de ir escondiendo muertos en el río, no era monopolio de la dictadura, sino era un comportamiento usual”.
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A partir de esa experiencia escribió la novela Mapocho, que se publicó por vez primera hace dos décadas y ahora es recuperada en México por el Fondo de Cultura Económica: con una mirada más contemporánea, la escritora recupera la historia del río y su relación con los pueblos que han vivido a su alrededor, “la novela intenta observar históricamente esta vocación por la violencia y el horror”.
“Es una historia que parte del interés por indagar en el pasado reciente chileno, mi propio tiempo de adolescencia en la dictadura, para intentar comprender un poco más esa época. Me fui a la cacería de una fotografía que vi en tiempos de democracia con tres cadáveres lanzados en el Río Mapocho y fue como ver la fotografía de tres cadáveres en el patio de tu casa, algo muy feroz, que si bien era información que se sabía, despertó otras conmociones en mí”.
Autora de La dimensión desconocida (Literatura Random House, 2016), galardonada con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, que otorga la Feria del Libro de Guadalajara, Nona Fernández fue candidata al National Book Award 2019 por la edición estadunidense de Space invaders, volumen también recuperado por el FCE.
En Mapocho se cuenta la historia de esclavos que construyen un puente ordenado por el mismísimo diablo, del militar mapuche decapitado que regresa a la Plaza de Armas como símbolo de lucha, de las poblaciones quemadas por los militares pinochetistas, del padre ausente y del historiador suicida.
En gran parte, por ello Nona Fernández asegura que se trata de una trama que le debe mucho a Juan Rulfo, una novela de ánimas, donde los muertos se van acumulando: los muertos reclaman, quieren su lugar en la historia y quieren el lugar que ellos sienten que es el lugar correcto, “es como ir arrastrando heridas que no terminan nunca de curarse”.
“La novela tiene 20 años de escritura y te diría que dos años atrás, en tiempos de revuelta social, tenía una vigencia que era escalofriante, porque uno espera escribir un libro y cuando lo hace desde la rabia, la desazón, la tristeza, desea que esos sentimientos y esas vivencias queden sepultados en el ayer y el reclamo rabioso que el libro hace que quede como un archivo del pasado; sin embargo, ha estado tremendamente vigente en la historia”.
En esta revisión, Nona Fernández apuesta porque Mapocho pierda vigencia, que lo podamos leer desde otra óptica y tome una vigencia distinta, la del archivo, la de la advertencia, “que tenga otro lugar en la historia de la literatura chilena”.
PCL