Me puedo poner en la piel de un niño: Jordi Sierra

“Dale a un pequeño una buena historia, una sorpresa, y se va a entusiasmar”, afirma el autor.

El escritor de literatura infantil y juvenil ha vendido más de 13 millones de libros en el mundo. (Julián Martín/EFE)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Cuenta con 72 años de edad y con múltiples premios de literatura infantil y juvenil en diferentes países de habla hispana; incluso, sus obras son lectura obligada en las escuelas, pero uno de sus más grandes orgullos se encuentra en una anécdota de no hace muchos años.

“El otro día, me decía una mamá que su hijo había leído El club de los raros y le preguntó: ‘Mamá, ¿este libro lo ha hecho un señor?, porque escribe como un niño, como lo escribiría yo y lo entiendo, porque habla como lo hago yo’. Eso quiere decir que tenga la edad que tenga, me puedo poner en la piel de un niño; este es uno de mis orgullos”, cuenta el escritor Jordi Sierra i Fabra, uno de los más reconocidos en estos espacios de la literatura.

Con más de 13 millones de libros vendidos en el mundo, candidato en tres ocasiones al Premio Hans Christian Andersen y al Astrid Lindgren, considerados como los más importantes en literatura infantil y juvenil, Sierra i Fabra reconoce que la vigencia de sus historias parte del hecho de sentirse niño al momento de escribir: “claro, la gente ve a un señor de 72 años y hace 20 veía a uno de 52, pero siempre he sido un crío, tengo la mente de un niño”.

“Mi libro más famoso, el más vendido, Campo de fresas, tiene 22 años. Cuando lo escribí no había celulares ni nada de eso: ¿por qué se sigue devorando en muchos países?, porque cuando el lector se da cuenta de que es un libro antiguo ya lleva 50 páginas y no puede dejarlo, porque la historia es la que le interesa: si la historia es buena pervive, dura el tiempo que haga falta”, explica en conversación con M2.

El escritor catalán también se muestra convencido de que los niños son iguales en México, en España o en Colombia, “claro en una familia más o menos normal, porque si un niño vive en la actualidad en Siria o en África tendrá unos problemas muy diferentes”.

“Dale a un pequeño una buena historia, dale una sorpresa, dale algo que le haga abrir los ojos y se va a entusiasmar, porque es como una especie de pozo que espera que lo llenen de cosas; así que, si le das una buena historia, te lo va a agradecer, da igual que sea antigua o reciente”.

La charla se da a propósito de la aparición del libro Querido hijo: te vas con los abuelos (Loqueleo Santillana, 2020), una serie que comenzó a escribir hace dos décadas, siendo la idea el abordar diferentes etapas de un pequeño en su relación con los padres, ya sea porque se porta mal, porque los padres se enfadan o porque se divorcian, y ahora en la relación con los abuelos.

“Tengo un pasado roquero; por eso, en este libro, los abuelos son como yo: siguen amando el rock, pero lo que tengo es mucha imaginación para las historias. A veces uso algo de mi vida, pero en mis novelas hay un 90 por ciento de imaginación y muy poco de gente real o que me inspire algo”, cuenta Jordi Sierra i Fabra, quien se mantiene en el confinamiento prácticamente desde el 9 de marzo.

Y al ser una serie, ello le ha permitido al escritor el que cada novela se pueda leer, en sí misma, como una historia diferente, aun cuando todo termine por tener un eje que le ha permitido acompañar a niños y niñas a lo largo de dos décadas, lo que no deja de ser otro de sus grandes orgullos con la escritura.

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SIN VIAJES NI ESCRITURA

Sierra i Fabra se mantiene confinado desde hace dos meses. “La gente piensa que me la he pasado escribiendo, pero no puedo; me paso el día haciendo entrevistas, videos, grabando. Lo que sí es que soy bastante camaleónico, me adapto a lo que sea”.