Conforme pasan los años, menos satisfecha me siento de mi escritura: Muriel Barbery

“Hace un tiempo que exploro en mis novelas cómo vivimos con nuestras muertes, cuestión vital para poder vivir de verdad”, expresa la autora

Muriel Barbery, escritora de La Elegancia del Erizo | Especial
Jesús Alejo Santiago
México /

Solo en dos ocasiones ha visitado América Latina la escritora francesa Muriel Barbery, Colombia y México, donde define como “extraordinarios” los encuentros con los lectores. Sin embargo, durante su participación en un club de lectura, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2017, no solo descubrió a un grupo de jóvenes que habían leído muy bien su literatura, sino un hecho que dejó de encontrar en otros países.

“Lo que encontré allí fue una fe en el poder de la literatura que, siento, ya se perdió en Occidente”.

Luego de conseguir el éxito con una novela como La elegancia del erizo, con la que obtuvo el Premio de los Libreros Franceses y fue adaptada libremente al cine, llega con su quinta novela: Una rosa sola (Seix Barral, 2021), en la que rinde homenaje a una cultura en la que se refugió tras la vorágine de aquel primer libro.

“El éxito no tuvo impacto sobre mi forma de escribir: siempre he sentido una gran presión cuando escribo, en especial por no poder conseguir escribir lo que verdaderamente me interesa. Esa presión no crece con el éxito, pero sí con la edad y, conforme pasan los años, menos satisfecha me siento de mi escritura”, cuenta Muriel Barbery en entrevista con MILENIO.

La narradora, una de las protagonistas del Hay Festival Querétaro, vivió dos años en Japón, y tardó más de una década para poder plasmar en palabras esa experiencia “tan extraordinaria”, porque tenía mucho miedo de no estar a la altura y “no honrar la experiencia que había tenido en Kioto, en particular”.


Por ello, hay mucha nostalgia en esa novela, porque dejar Kioto fue una decisión muy dolorosa para la escritora: los dos años en Japón se convirtieron en uno de los grandes deslumbramientos de su vida: “Cuando uno madura siempre se pregunta cuántas veces más se podrá vivir unos impactos así en su vida.

“Hay una dualidad en esa cultura japonesa, una tranquila y la que conoce Occidente, que es mucho más frenética. La primera es la que más me interesa: en Japón se adoran las estaciones, algo que se perdió en Europa; cada estación es un pretexto para celebrar.
“Como francesa, estoy fascinada por esa capacidad de decir cosas tan profundas, de forma tan corta. Con el tiempo he necesitado más esa brevedad, cuando antes me gustaba que las novelas fueran más prolijas”.

En Una rosa sola, Barbery narra la historia de una botánica que debe ir a Japón para conocer el testamento de su padre, a quien no conoció, lo que se combina en una experiencia poética, como reconoce la misma escritora. “Para una francesa es fascinante conseguir la profundidad con elementos tan sencillos”, dice.

“Hace ya un tiempo que exploro en mis novelas no tanto el tema de la muerte, sino cómo vivimos con nuestras muertes”, lo que no deja de ser “una cuestión fundamental para poder vivir de verdad”, afirma Barbery. 

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La vida en Japón, el gran impacto

Muriel Barbery sonríe cuando lo dice: jamás se repondrá de su paso por Japón, por eso ha vivido los últimos años en los Países Bajos: “Japón sigue siendo el gran impacto de mi vida”.

Después de La elegancia del erizo, se dedicó a escribir novelas de ciencia ficción, que llevaban a personajes fantásticos como Elfos, para no enfrentarse a la realidad de la experiencia japonesa, pero un día, quizá sea “el privilegio de la edad”, se sintió capaz de escribirla. “Cuando visité la primera vez un jardín en Kioto me quedé estupefacta, porque no entendí cómo conseguían jardines artificiales y sentir tanto la existencia de la naturaleza”.

La escritora conversará con Felipe Restrepo Pombo en el Hay Festival. Francesca Mantovan.

​bgpa

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