Relatos de sociedad, novela y formas breves de poesía

La ruta de los mejores libros regios del año sigue, ahora con los lugares del 8 al 5, en esta quinta parte.

Relatos de sociedad, novela y formas breves de poesía. Foto: Especial
Israel Morales
Monterrey /

Los polos opuestos que alientan el relato, las frases para toda ocasión, una novela premiada y un libro de amonites, entre las propuestas de este conteo.

8. Gerson Gómez - Aullido de perros bajo la luna en Monterrey - Oficio

Hay de todo en Monterrey de las montañas, como también lo que abunda en las escalas de San Pedro, no el 400, sino el de los sin techo, no por pobres, sino porque tienen tanto que les alcanza para tocar el cielo. Estos son los aullidos de Gerson Gómez en esta rareza de quienes visitan los sitios más emblemáticos del subterráneo donde se toca de todo, con bandas que hacen covers de rock, como lo dice: “el énfasis dispensador de los tributos es devaluación oscilante de los artistas originales” (pág. 55), entre cantinas con rockola para degustar, con los amigos de siempre, anónimos o no, que sienten el amanecer como Juan Plomos: “Sonido del malacara. Irreconocible. El caos descolorido. El amanecer en Monterrey, el bochorno agotador en las entretelas” (pág. 7). Hasta los lugares más nice y con casi un código de telas fashion llega la pluma de Gerson. Hay personajes de nombre y etiqueta, fotoperiodistas que quieren ir a un codiciado concierto a quienes acuden a clubes para ver qué hay entre bastidores, como el Campestre en su esplendor. Nada como establecer un discurso con lo ajeno, pero estos relatos sucumben a que la vigencia ahora llega hasta la puerta del hogar. Aquí un ejemplo de que los que viven su día a día, allá en lo alto de la Sierra Madre: “New arrivals and new discounts, ¿podría ser la semana de una mejor manera? Me llegó el email del contact center con las novedades de Novelty Apparel. ¡Y es solo el lunes! Pinta de maravilla la semana. No necesito salir de San Pedro, para vestir fashion, súper cool. Ni andar entre tanto revoltijo humeante, aguantando el aroma de los afros y puertorriqueños en Nueva York. Si las envían directamente, incluyendo los precios en dólares. Maravilloso el trato de las empleadas. Te hablan al cien por cien en inglés. Levantas la vista, en la segunda planta de la boutique, ves el alto de la Sierra Madre. Tu casa encumbrada y la de tus amistades, en el corredor montañoso de los solitarios” (pág. 68). Tales son los aullidos de Gerson.

7. Jorge Lozano H. - ¡Así dile! - Madre Editorial

Buen humor, reflexión, ironía, sarcasmo, para todo hay una frase precisa y si se tiene a la vista una colección, qué mejor, porque siempre es bueno captar las posibilidades del lenguaje que es la extensión de lo que Jorge Lozano llama “caja de herramientas emocional”. Fuera miedos y bienvenidas las mejores frases.

6. Rodrigo Ramírez del Ángel - Dinero para cruzar el pueblo - Conarte

Eusebio tiene sobrepeso y con los calorones de Santa Ana denota la sudoración, que acaso importa cuando se trata de encontrar a su madre, Jade, quien tras una de las tantas discusiones debido a su ludopatía, o tal vez por los demonios que la persiguen, desapareció. Un rastro lo lleva a 13 kilómetros, al pueblo de Tepoloa, sitio en que se guardan los secretos de la familia que fue y que se resquebrajó: Jade, Ámbar, Esmeralda, padre, madre. El silencio de siempre: la crueldad paterna, a quien se debe la partida de Jade a la ciudad y el desamparo de sus hermanas. Ahí se casó cuatro veces, tuvo a Eusebio y con el tiempo aprendió a huir, pero esta vez abandona al hijo y quizá sea para siempre. Eusebio tuvo padrastro, Bernardo, a quien admira y le corresponde con algo de afecto. Está Wendy, quien en el pasado fue hombre, una vecina en quien encuentra, pese a todo, un reducto de esperanza. Y algo pasa con Raquel, quien aspira a conocer el extranjero, París, por ejemplo, porque es donde mejor se acomoda; mientras, en el vecindario, aquel joven regordete le mueve algo en las entrañas, a quien no rechaza y lo ayuda. Él busca a su mamá en aquella región de Golfo, con un desfile de trabajadores de petróleos que van a pasear al pueblo. El pasado arropa a Eusebio y va más allá de lo que todo hijo desea: encontrar sus orígenes, porque solo ahí puede entender a su madre, la ludópata que un día desapareció. Obra de contrastes, edificada a dos voces, que le valió a Rodrigo Ramírez del Ángel el Premio NL de Literatura 2020.

5. Jeannette L. Clariond - Amonites - Cuadrivio

Cuando se lanzan los destellos de la poesía es porque “En cada página del libro se abre una luz, casi imperceptible pero siempre luz” (pág. 56). Los Amonites de Jeanette L. Clariond alumbran, ocurren, entre el espiral se arremolinan, se acomodan, agitan al ser, sacuden, son la razón de que la escritura fluya y no se contenga: “Escribir, dar rostro a la tormenta” (pág. 26). Definen al poeta y a la poesía: “El poeta devora su propio fuego” (pág. 26). “Vivir la poesía, ser lo que no sabemos ser” (pág. 34). Se delata entre la brevedad que arrecia: “San Juan habló del Verbo como Principio, y se olvidó de la esperanza que alimenta el Silencio” (pág. 34). No marca distancia, es cercana; surte efectos, transita caminos pocas veces explorados: “La veta púrpura de la solandra despierta siempre una ausencia” (pág. 42). En esta obra se detiene en el eros abreviado: “El amor de los dioses es el amor de los hombres que han sido destrozados por el amor” (pág. 43). “Solo el amor abarca los tres tiempos, reconciliados” (pág. 43). Amonites en tanto que poesía de encuentros, de amenidad entre artes; hay una relación entre la frase que precisa el instante y el discurrir. La fragmentación por sí misma se torna perene y elocuente. Y bueno, pues una vez más la invitación a extraviarse entre estas palabras: “Transcurre, no discurre, la espiral sosegada del amonites” (pág. 56). Así lo evoca Jeannette L. Clariond para enlazarse entre ese espiral que le da vuelta al tiempo: “Hay una tranquila certeza al cerrar el libro que la madrugada, con su estertor crepitante, desvanece” (pág. 57).

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