La autora alemana Caroline Bernard lleva como lo indica el título del libro, Frida y los colores de la vida (Planeta), por ese cromatismo que tanto ha exaltado a la pintora mexicana y cómo es que se convirtió en un referente obligado en esa etapa de las artes mexicanas del siglo XX.
Y son estos paisajes fastuosos, llenos de prismas coloridos (la Casa Azul con la gran carga de significados), de emociones desbordadas casi al pincel donde se ubica a Frida el personaje que tanto se buscaba encontrar en los terrenos de la ficción, acaso también en los que mejor se puede captar su esencia, que era la de redimensionar su trabajo creativo, su vida amorosa y el papel en que se desenvolvió al impactar en moldes muy establecidos de su época, tan difíciles de derribar.
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Y así Frida derrumbó aquellas acepciones falsas de que las mujeres deberían permanecer a la sombra de cualquier varón. Y esto se aprecia en la novela: Frida instaura esa noción primordial llena de arte como extensión de su vida y sobre todo de libertad.
La novela se va por distintos senderos. Uno de ellos es la geografía amorosa, que sin duda permite un acercamiento a los instantes en que conoce a Diego Rivera, desde que se enamora, cómo se desenvuelve su relación y las consecuencias que le trajeron las infidelidades del pintor.
Si bien hay capítulos en que prevalecen los claroscuros, también hay otros en los que imperan los colores vivos, sobre todo en la referencia al México y las artes que discurrían en 1925.
Esta relación de pareja se cernía además por el inseparable duelo de discursos artísticos, otro de los senderos que se abren el panorama con grandes matices y una gama amplia de tonos.
El terrible accidente que la hizo volcarse a la tragedia como uno de sus fundamentos, las revelaciones de su fallida relación con Diego Rivera, el estigma del dolor que se encadena al sufrimiento, pero también el alzamiento de una de las grandes portavoces femeninas, se cristalizan en esta novela para desatar un fresco extraordinario sobre Frida.
La obra de Bernard es un gran ejemplo de esas emociones por las que ha derivado ese legado cultural. Sin duda la novela que se esperaba sobre Frida.