¡Llévele llévele, bara bara! La tradicional fayuca en Las Fuentes

En el tianguis que se instala los miércoles y sábados en este barrio de Torreón, se pueden encontrar desde prendas, hasta herramientas y rica comida.

La fayuca de Las Fuentes es tan antigua como la colonia. (Brenda Valles)
Torreón, Coahuila /

Dentro de la colonia Fuentes del Sur cada miércoles y sábado los habitantes del lugar y de las colonias aledañas pueden disfrutar de una tradición: la fayuca.

A lo largo de varias cuadras desde la cerrada San Merino y hasta la calle Murcia, uno de los andadores de la colonia es testigo de una de las tradiciones más coloridas pero de la que menos se habla, la venta de ropa nueva y usada.

Esta ropa es traída por comerciantes que suelen comprarla por paca que según señalan, la mayoría es de procedencia extranjera, la cual extienden en mesas, cuelgan en ganchos y venden por pieza.

Ahí los ciudadanos pueden encontrar todo tipo de prendas, desde blusas y playeras con logos conmemorativos de alguna fecha hasta chamarras, sudaderas o trajes de baño, durante todo el año sin importar la temporada, además también hay venta de comida así como de frutas y verduras.

Con precios que van desde los 10 pesos por prenda hasta los 100, las personas que acuden señalan que comprar ropa ahí es una opción muy económica para las familias pues “nada más le dan una lavadita y está nueva”, como dice la señora Rosario, quien comenta que ahí compra hasta la ropa de fiesta.

“Aquí uno encuentra ropa de todo, mire por ejemplo me llevo este vestidito para las niñas en 10 pesos, este otro en 20 y están buenos, la gente dice que es ropa sucia pero viera que a mí siempre me ha salido buena, claro que la tengo que lavar pero ya quedó”, manifiesta la señora Rosario, compradora habitual de la fayuca.

Aunque los ciudadanos no tuvieran en su planes comprar algo ahí, los gritos de “a diez pesos le vale, a diez le cuesta”, “yo aquí compro caro y vendo barato” “acérquese, a 20 pesos la pieza”, “¿qué le gusta?, mírelo sin compromiso, deme 30 pesos por ella y lleveselo”, terminan por seducir al que pasa o molestar al que vive cerca, cualquiera que sea, los gritos logran su cometido que es vender.

Los comerciantes parecen tener una grabadora por cuerdas vocales. Luego de horas vociferando ofertas, pueden levantar de nuevo el ánimo y el volumen de voz todo con la esperanza de atraer nuevos clientes a un negocio que parece no ser afectado por el tiempo, la inflación o los precios cambiantes del mercado.

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