Y, sin embargo, en la más reciente novela de la escritora argentina Claudia Piñeiro, Una suerte pequeña (Alfaguara, 2016), se narra la historia de una mujer que había querido olvidar por completo su pasado, sus últimos días en la provincia de Temperley y quedarse sólo con su nueva vida en Boston, como profesora de español, hasta que un requerimiento laboral la obliga a enfrentarse con sus fantasmas dos décadas después.
“Lo peor que uno puede hacer es cortar con el pasado, porque en algún momento explota eso. Uno piensa en olvidar todo, pero la sensación es que eso es un volcán que en cualquier momento puede explotar. Lo mejor es suavizar esas puntas”. [OBJECT]
Piñeiro (Buenos Aires, 1960) es considerada una de las autoras fundamentales en el ámbito de la novela negra argentina, no obstante se trata de un género que se aparece en su obra pese a ella misma, en gran parte porque se convirtió en una zona de confort en la escritura.
“Si te apartas de ahí, me quedo más incómoda, en un espacio más abierto. Pero eso es lo que quería experimentar con la novela, porque podía moverme dentro de los personajes de otra manera”.
En Una suerte pequeña, su interés nació de un par de imágenes que se le aparecieron: un automóvil a la espera de que se levante la barrera en el cruce de un tren y una mujer que todos los días debe limpiar su terraza porque amanece sucia.
“La muerte es una obsesión en todas mis novelas, porque para mí es uno de esos enigmas de la humanidad; también está el qué dirán, lo que el pueblo opina de una persona y eso se hace notorio en la novela, en la que la protagonista se preocupa por lo que el pueblo dice de ellas, vive agobiada tanto por lo que hizo, cómo por la manera en que la gente la juzga”.
Y si a lo largo de su obra se aparecen temas como la maternidad, los vínculos familiares, lo que una familia aparenta hacia afuera y lo que pasa adentro, como fantasmas y obsesiones permanentes, en la novela hay otro tema que está muy presente: el silencio.
“Es un tema que me constituye como escritora: escribo para ponerle palabras a silencios anteriores. La protagonista de la novela se fue 20 años en silencio y en Argentina quedaron personas esperando que ella dijera por qué se iba. Me parece que el silencio es una de las obsesiones que se repiten en mi narrativa y que en la novela tiene un papel protagónico.”
Varias han sido las lecturas sobre Una suerte pequeña: incluso un editor le hizo pensar acerca del exilio, en especial porque en Argentina muchos salieron de su país en distintos momentos, algunos regresaron y otros no, “pero lo que él me hizo ver es que muchas cosas están en nuestro inconsciente colectivo: la idea de alguien que se va y en algún momento regresa, seguramente estaba en mi inconsciente cuando quise contar la historia”.
En cuanto a los lugares a los que llegó con la escritura, Claudia Piñeiro está convencida de que se trata de la más íntima, en especial porque los escritores suelen tener mucho tiento al abordar determinados elementos vinculados con las emociones: Elena sabe es una novela que tiene mucho de la escritora, porque aborda la historia de una mujer que tiene una enfermedad, la misma que tuvo su mamá, y Un comunista en calzoncillos lo es también, porque en ella se aparece su padre.
“Pero con esta novela, a pesar de que no tiene que ver con mi historia, sí pude ir a lugares mucho más íntimos. Eso fue un hecho fortuito, porque estaba escribiendo la novela y a la mitad de la escritura tuve una trombosis cerebral, lo que me llevó a terapia intensiva: cuando volví a mi casa y en toda esa convalecencia, lo único que hice fue escribir la novela: todo eso me hizo bajar a ciertas emociones que en otros libros no había transitado.