Imposible volver al pasado. Lo saben historiadores y novelistas, aunque ambos, siempre desde el presente, machaquen en llevarnos a eso que fue y hasta pudo haber sido.
Quien sugiera que las novelas de Guillermo Fadanelli (Ciudad de México, 1960) —ya muchas y todas más que leíbles— se sostienen en lo llanamente personal, estaría engañándose.
Los libros de Fadanelli (en específico este recién publicado, Fandelli, guiño anagrámico de su mismo apellido) son algo más que autoficción.
Son la posibilidad de encontrarnos con un personaje y una realidad justo (y solo) en el presente del hecho literario. No en la recuperación de algo o alguien pues, como dice el mismo autor, una broma nos sepulta: la mucho de quimérico y burdo que contiene la transmisión de lo que uno es.
Siempre con la utilización de la memoria, Fadanelli alterna y contrapuntea en Fandelli dos voces narrativas tendientes a perfilar al personaje que la atraviesa, “granuja, macilento y necio Willy Fandelli”, al tiempo que lleva a los lectores a señaladísimos espacios de esta gran ciudad.
“Fosa común” donde ya se han borrado referentes como Los caifanes o Los olvidados, y donde Fandelli estará en tanto no estará en otros sitios. “Soy Fandelli y puedo vivir de lo que he vivido. Puedo ser testigo de lo que he sido y de lo que no he sido”.
Antihéroe por excelencia este Fandelli, se habrá percatado desde ahora el lector. Un personaje al que parecen agobiarle los recuerdos, existencias que como los números no los podemos palpar pero que “están allí escondidos detrás de las cosas y los hechos que verdaderamente suceden”.
“Fuimos felices una semana, y no me importa qué clase estúpida de mojigatería mental sean los recuerdos”, sostiene Fandelli al reconstruir unas vacaciones familiares en Acapulco. “Vivimos… tuvimos vida y la experimentamos”.
Siempre así, en la permanente búsqueda de la palabra que recupere la realidad, “fragmentada y confusa”, emergiendo de las “grutas más profundas y etílicas en donde la muerte hace nidos y juega al ajedrez con los estúpidos que se enamoran y piensan que suerte he tenido”.
Bienvenido este nuevo libro de Fadanelli —que no Fandelli.