Los mercados, cultura 'de' y 'para' el pueblo

“Son más que centros de abasto; son lugares de encuentro, de socialización, donde se conservan las tradiciones”, dice a MILENIO Ángeles González Gamio, cronista de la ciudad .

El mercado de Sonora, sui géneris por su “herbolaria esotérica y los animales exóticos”.
Raúl Campos
México /

Hace 15 días, los 329 mercados públicos de la Ciudad de México se convirtieron en patrimonio cultural intangible gracias a la herencia de usos y costumbres y las manifestaciones tradicionales —como la gastronomía— que significan, por su impacto en la vida cotidiana y por haber logrado salvaguardar las costumbres mexicanas. Son un símbolo de la identidad mexicana.

MILENIO conversó sobre los mercados con una mayor riqueza cultural, con Ángeles González Gamio, una de las más reconocidas
cronistas de la ciudad, quien, entre sus recorridos por la capital, ha visitado un sinnúmero de ellos.

"Los mercados, explica, son mucho más que simples centros de abasto; son lugares de encuentro, de socialización, donde se conservan las tradiciones; por ejemplo, en el de San Cosme compro mi arbolito de Navidad, mi heno y mi musgo. Todos los mercados de la ciudad son semejantes, pero a la vez diferentes, y prácticamente toda colonia y viejo barrio de la ciudad tiene el suyo".

El primero en llegar a su mente es el Abelardo L. Rodríguez, ubicado a unos cuantos pasos del Zócalo. Este fue construido en 1934 y, en términos artísticos, es único porque posee murales creados por discípulos de Diego Rivera como Ángel Bracho y Pedro Rendón, un relieve de cobre realizado por el artista estadunidense-japonés Isamu Noguchi y el Teatro del Pueblo.

"Después de la Revolución se buscaba llevar la cultura al pueblo y por eso los artistas pintaban los edificios públicos. La idea era que fueran un medio para acercar la cultura a la gente, y ese es el caso del Abelardo Rodríguez: las ideas posrevolucionarias están plasmadas ahí a través de los murales realizados por los ayudantes de Diego. Cuando se enteraron de lo que estaba pasando en México vienen y se integran las hermanas gringas Marion y Grace Greenwood, y Noguchi", comenta.

Para González Gamio, otro de los mercados con mayor valor histórico es el 2 de Abril, que está a espaldas del teatro Blanquita, en la colonia Guerrero, pues es considerado el más antiguo de la ciudad: "Además conserva una arquitectura muy porfirista de hierro con mucho vidrio, que es muy rara porque en los 60 demolieron casi todos para hacerlos con la arquitectura actual".

También está el mercado de La Paz, en el centro de Tlalpan: es otro de los pocos que sobreviven de la era porfiriana, e incluso varias fuentes mencionan que éste es realmente el más viejo: "Este fue construido entre 1898 y 1900, y posee una construcción de ladrillo rojo muy encantadora", dice la especialista.

Sobre el aspecto arquitectónico, asegura que el nuevo mercado de La Merced —pues el viejo, construido en 1890, fue demolido en 1957— es uno de los más innovadores, ya que fue diseñado por el arquitecto Enrique del Moral, también artífice de la torre de Rectoría de Ciudad Universitaria, la Procuraduría General de Justicia y la Tesorería del Distrito Federal, entre otros más.

Otros mercados que la cronista destaca por su singularidad son el de Sonora, "porque es única su característica de la herbolaria esotérica y los animales exóticos, sui géneris"; el de San Juan, por su especialidad gourmet; el de Jamaica por su fama de flores y porque, a pesar de haber sido inaugurado en 1957, ya existía desde la época prehispánica.

También resalta el de Xochimilco, "que es maravilloso porque es casi un mercado prehispánico: tiene esa característica muy encantadora de que lo que se vende es el cultivo local, como el aceite de oliva, árboles y productos muy endémicos".

La lista continua menciona al de San Camilito, en Garibaldi, por ser uno donde mejor se come y por su especialización en dulces típicos; el de La Lagunilla, que antes de ser reconstruido tenía una "estructura de hierro tipo torre Eiffel"; el de Medellín, en la colonia Roma, por ser pionero en lo que se refiere a vender mercancías como chapulines y escamoles, y la Central de Abastos, por ser el "mercado de mercados".

Lamenta que las nuevas colonias de la ciudad, "los guetos como Santa Fe", carecen de ellos: "Es una cuestión asustante: vas allí y no hay gente en la calle, son guetos de coches inundados de centros comerciales totalmente impersonales. No hay contacto humano, y a la gente la hacen que actúe como máquina.

"Lo que se tiene que hacer, más que declaratorias, es apoyarlos para que estén limpios y tengan todas las facilidades posibles para que la gente acuda a ellos y no a los Chedraui, porque es una manera mucho más humana de comprar. Ya los traemos en nuestra herencia, en nuestros genes y son mucho mejores y más baratos, y ofrecen el contacto humano, pues son también lugares de encuentro y socialización", concluye.

LAS MÁS VISTAS