Una cuadrilla de cincuenta soldados que solían realizar sus marchas en la colonia Santa Rosa de Gómez Palacio, Durango, continúan haciéndolo aún después de la muerte, por lo que son muchos los vecinos que prefieren no salir después de la medianoche para no verse perseguidos por los militares del más allá.
Cuentan que en tiempos de la Revolución Mexicana, fue instalado un cuartel militar que albergaba a cientos de soldados, quienes solían resguardarse en el sector ubicado entre las calles Juárez y Zaragoza por la Escobedo.
A un lado se encontraba la fábrica conocida como la "Chapopotera", que al frente tenía una cinta peatonal de grandes dimensiones y en sus alrededores decenas de enormes árboles de gran follaje.
La sombra la aprovechaban los grupos de soldados que salían a diario para realizar sus ejercicios que exigía la disciplina militar, por lo que siempre se escuchaba su marcha y trote en las cercanías.
El cuartel fue asentado a una cuadra de lo que hoy se conoce como el puente del desnivel en la Escobedo, punto estratégico por encontrarse a unos metros de las vías del ferrocarril, el que utilizaban como medio de transporte para las tropas del gobierno.
En las batallas que escenificaron con revolucionarios muchos militares perdieron la vida, por lo que se dice que sus almas que no han encontrado descanso, siguen saliendo del ya desaparecido Cuartel Militar, donde hoy se ubican algunas vecindades.
Vecinos de avanzada edad, aún recuerdan el extraño caso de una mujer que descubrió por la madrugada a un individuo en el interior de su domicilio, con intención de robar.
Por ello salió corriendo y lo primero que observó fue al grupo de soldados que parecían reales, por lo que se acercó con uno de ellos para pedir ayuda.
Al tenerlo al frente la mujer sufrió escalofríos por todo su cuerpo ya que el militar no tenía rostro y sólo apreció la silueta fantasmal, impresión que le hizo caer desmayada en la calle, donde fue descubierta por familiares.
La desagradable experiencia que vivió la afectada cobró con su vida a las pocas horas, por sufrir un infarto cuando contaba lo sucedido, por lo que hoy se cuenta que también su alma no encuentra descanso y se aparece platicando al lado del militar.
Han pasado décadas y aún se escucha la historia del contingente militar que marcha, portando su uniforme y fusil, desde lo que hoy es el fraccionamiento del Bosque, siguiendo por la calle Cuauhtémoc hasta la Escobedo, donde extrañamente desaparecen, como ingresando al cuartel militar que utilizaron en época de la Revolución.
Se dice que muchos vecinos del lugar prefieren llegar a temprana hora y no después de la medianoche, para no verse sorprendidos por los fantasmales soldados que no encuentran el descanso eterno.