La muerte y destino del alma: los 9 niveles del Mictlán

El alma debía cruzar por los 9 niveles para alcanzar el descanso eterno.

El alma debe atravesar 9 niveles. | Especial.
Alfredo Félix
Estado de México /

En México existe una versión prehispánica del infierno de la Divina comedia, texto escrito por Dante Alighieri. Hoy te contamos acerca de los 9 niveles del Mictlán.

Se le consideraba la última aventura de las almas antes del reposo final y sólo quienes fallecían de formas naturales tenían el gozo y el deber de emprender el viaje que duraría aproximadamente 4 años.

Ixcutlán, el lugar de los perros

El recorrido comienza con un gran río que debían atravesar. De un lado se encontraban xoloitzcuintles esperando al alma que ayudaría a cruzar el cuerpo de agua. El canino era quien decidía ayudar al espíritu, pero todo dependía del cuidado y respeto que la persona tuvo hacia los animales en vida. 

En este primer juicio había dos opciones; en la primera el perro ayudaba al alma, dejándolo trepar sobre su lomo para cruzar el río; la segunda, para aquellas personas indígnas, seles condenaba a vagar en la orilla hasta esperar su final siendo comidas por el Xochitonal.


Al cruzar se encuentra el templo del Señor del Ocaso, quien debía calificar la dignidad del alma después de oír al xoloitzcuintle que había decido apoyar al espíritu. De no ser digno la aventura terminaba con el mismo destino de quienes no pudieron cruzar el río.

Si el Señor del Ocaso consideraba digno al viajero, se le permitía cruzar al siguiente nivel, junto al canino que había ofrecido su ayuda a no sólo cruzar el río, sino a ser compañero del alma en la travesía de las 9 pruebas.

Tepeme Nomamictlán, el lugar donde se juntan las montañas

El lugar también conocido como los cerros vivos era la siguiente prueba. El aventurero debía cruzar por el simuoso camino donde las formaciones rocosas se movían con el fin de aplastar al viajante. 

Al cruzar el peregrino tenía el derecho a cruzar al siguiente nivel

Iztepetl, la montañas de obsidiana

Otra cadena de montañas se presentaba en el viaje del viajero, controlado por el Dios Ciego, la prueba del camino lleno de filosas puntas del vidrio volcánico negro era sobreponerse al dolor, cruzando sin caer por el dolor de los cortes.

Al llegar al punto sin  piedras filosas, una ráfaga de viento desprendía al excursionista de aquellas pertenencias y vestido que habrían sido importantes en vida, preparándolo para el siguiente nivel

Itzahecayan, el lugar donde hay mucha nieve

El territorio regido por el Dios del Viento, Ehécatl, debía ser atravesado, mintras que la deidad a través de fuertes ventiscas de nieve y viento evaluaba al espíritu, permitiendo o negándole el paso al siguiente nivel. El aventurero debía soportar el frío y heladas.


Pancuetlacoloyan, el lugar dónde las personas se voltean como banderas

El estadío era compuesto por un desierto sin gravedad, donde las personas viajeras flotaban y a través de impulsos con manos y pies avanzaban hasta llegar a la siguiente prueba.

La determinación y paciencia de los espíritus era medido en esta prueba, pues ráfagas de viento devolvían a los asistentes al lugar de inicio. Solo aquellos capaces de resistir la frustración alcanzaban un punto del desierto donde las ventiscas aventaban al viajero a la siguiente prueba.

Temiminaloyan, lugar de las flechas

Un campo de guerra donde flechas y lanzas brotaban de la nada y atentaban contra quien pasara por el camino. Las armas eran capaces de herir a los viajeros e impedir terminar la travesía. La agilidad del caminante se medía y probaba el paso a la tierra de los jaguares

Teyollocualoyan, lugar de los jaguares

La tierra dominada por los felinos era parte de la prueba, en este lugar los expedicionarios se ocultaban de los animales, quienes tenían como objetivo arrancar el corazón de los viajeros y entregarlo al gran Señor de los Jaguares como ofrenda. 

Paradójicamente la prueba no consistía en resguardarse y sobrevivir la caza, sino ser capaces de entregar el corazón al Señor de los Jaguares, quien al comerlo le quitaría al espíritu aquellos sentimientos que amarraban al alma con el mundo terrenal.

Apanohuayan, el lugar del río negro

Unido al río del primer nivel, el Apanohuayan era una de las últimas pruebas del recocrrido; en este punto el espíritu debía sumergirse dentro del agua, siendo cautelosos con el Xochitonal, una iguana gigante que acecha a las almas que no pudieron cruzar y las que deben adentrarse al río.


Chiconahualoyan, el lugar lleno de niebla

Después realizar toda la travesía, se encontraban en el último paso antes de Un lugar lleno de niebla, donde cegaba a todo aquel que estaba dentro del sitio. En este punto las almas realizaban una reflexión de todos los acontecimientos de su vida, sus errores y aciertos. En la meditación, se volvía niebla, junto con el inframundo prehispánico.

Ya siendo el último acto que llevaría al alma al descanso eterno, los regidores del Mictlán, Mictlantelcuhtli y Mictecacihuat, devoran el alma ya depurada para llevar al paraje de descanso, el cual los pueblos prehispánicos llamaban, el lugar del que no se habla.

Y tú ¿Te atreverías a cruzar el Mictlán?

BAFG 

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.