“Respetable la idea de que los restos de Cuauhtémoc están en Ixcateopan, pero no hay sustento científico”, dijo Eduardo Matos Moctezuma, miembro de El Colegio Nacional.
El afamado arqueólogo estuvo en la última conferencia del ciclo “Cuauhtémoc: a 500 años de su muerte”, en la que participaron el historiador Salvador Rueda Smithers y la arqueóloga Patricia Ledesma Bouchan.
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“Las evidencias científicas demuestran que los supuestos restos de Cuauhtémoc en Guerrero son de ocho personas y no del tlatoani, pero es muy importante separar dos cosas: una es la creencia popular, que es muy respetable, y si en Ixcateopan los pobladores piensan que ahí está Cuauhtémoc, es su pensamiento y hay que respetarlo, pero otra cosa son las disciplinas académicas. Lo que no se puede hacer es que la ciencia avale algo que no se sustenta”.
Después de 1949, cuando la arqueóloga Eulalia Guzmán afirmó que los restos de Cuauhtémoc habían sido ubicados en la población guerrerense, recordó Matos, se formaron cuatro comisiones, tres encargadas por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y otra más por el Banco de México, a petición de Guzmán, para analizar los restos.
“Eran destacadísimas personalidades, como don Alfonso Caso, don Wigberto Jiménez Moreno, historiador. En la última comisión estuvo un indígena que fue antropólogo, especializado en lingüística, que era Luis Reyes García, oriundo nahua de Veracruz, su lengua madre era el náhuatl, él estudió en la Escuela de Antropología. Se preparó en documentos. Estudió varios códices y fue miembro de la última comisión, la de 1976”.
A Reyes García, abundó el colegiado, “le toca volver otra vez reunir y ver los documentos, va allá, habla con los descendientes, le dan otros documentos y él los analizó, eso está registrado, y lo vamos a volver a publicar porque quizás no tuvo mucha difusión, pero Luis Reyes García, que era investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología, concluyó que los documentos son apócrifos”.
Matos se refirió a los documentos, supuestamente firmados por Motolinia (fray Toribio de Benavente), con los que se afirmó que los restos de Cuauhtémoc descansaban en Ixcateopan. Desde la primera comisión (hubo cuatro), los especialistas detectaron que los documentos de Ixcateopan eran apócrifos. “La firma de Motolinia era mal hecha, no corresponde a las que se conocen del fraile franciscano”.
A partir de esto, dijo, “ya todo lo que se indica en estos documentos cae por su propio peso, algunas de las comisiones, inclusive la última (1976), había antropólogos físicos, médicos forenses que estudiaron los huesos, determinaron que los restos óseos son de, por lo menos, ocho individuos, por eso vemos en la foto en que está Diego Rivera haciendo el diseño con los huesos, que, por cierto, al pie de la sábana aquella pone la estatura 1.75. Según era la estatura de Cuauhtémoc. En la imagen se ven un montón de huesos al lado, porque le están sobrando”.
De acuerdo con el colegiado, los miembros de las comisiones recibieron amenazas para afirmar que correspondían a los restos del tlatoani, e, incluso, el mismo Rivera los calificó como traidores. “¿Qué hubiera sido lo más fácil para estos investigadores? Decir: ‘sí, es Cuauhtémoc’, y ya, se acabó el asunto; pero no, eran científicos. Por más amenazas que hubo, como las de la comisión del 76”.
“Diego Rivera en alguna declaración periodística dijo que a los académicos había “que fusilarlos por la espalda, porque son traidores’, cuando habían sido fieles a su conocimiento académico y científico. Son dos cosas paralelas, tan respetables una como la otra, pero no nos confundamos”, señaló.
PCL