Francisco tiene cinco años radicando en Monterrey, Nuevo León; una de las primeras cosas que extrañó al irse al norte del país fue la tradicional elaboración del tapete hecho de aserrín pintado en honor de la patrona de su pueblo, Santa Clara de Asís. A tal grado llega su nostalgia, que cada año dentro de ese lustro ha viajado, a veces con gastos pagados por sus familiares, para no perderse la fiesta, especialmente la madrugada de trabajo a marchas forzadas para hacer el tapete.
MILENIO llegó casi a media noche a su casa, del domingo previo a la procesión de la virgen, entre primos, vecinos y colados todavía se pintaba el aserrín en una mezcladora de cemento, con una improvisada tapa de hule y una liga.
Más allá, al fondo de la casa ubicada en la calle de Cuauhtémoc número 25; en la colonia Santa Clara Coatitla; estaba Francisco con un par de sobrinos que, a partir de su experiencia con los tapetes, estudiaron diseño gráfico uno y diseño industrial el otro. Se encargan entre los tres de hacer los moldes y cortarlos. Llevan 18 moldes que en conjunto servirán para un tapete de 180 metros de largo.
Como ellos, alrededor de 3 mil personas de todo este pueblo de Ecatepec, Estado de México, enfilan sus energías a la misma tarea: trabajan en el diseño y elaboración de figuras que son decoradas con aserrín de todos los colores hasta formar un tapete de más de 5 kilómetros en total.
“Todos nos convertimos en artistas por una noche con la idea de plasmar algo en torno a la fe, en torno a la devoción a la patrona del pueblo. ¿De dónde salen fuerzas? No lo sé, algo mágico que sucede”.
Así explica Francisco López esta aventura que, dicen los vecinos, tiene orígenes prehispánicos, pero que desde hace 50 años se realiza sistemáticamente en este poblado. A las 7 de la mañana sale la santa patrona en procesión sobre cada uno de estos tapetes, cargada en andas por un grupo de mujeres llamadas “las azucenas”.
“Esta tradición es muy parecida a la de Huamantla, pero “nosotros no contamos con ningún apoyo gubernamental como presupuesto y creo que nuestras aportaciones son muy valiosas”, dice Francisco López.
Lo que sí ha organizado el gobierno municipal de Ecatepec es el Primer concurso de tapetes, que entregará tres premios a los primeros lugares, que sean elegidos después de las fiestas del 13 y del 20 de agosto.
Francisco es la segunda generación de su familia que sigue la tradición y se encarga de coordinar la labor, pero sobre todo de animar a la enorme cantidad de niños que trabajan toda la madrugada en la hechura de su tapete titulado “El árbol de la vida”, es el caso de Cristian de apenas 6 años, sobrino de Francisco, que trabaja incansablemente porque es su primero año.
Eligia López, mamá de Francisco cuenta que lleva 27 años haciendo la misma labor, “primero con mis hermanos, y mi esposo se encargaba de traer la arena a Huamantla de Veracruz y de Tlaxcala; iban en las pipas del señor Flores, un vecino, iban como 20 y traían arena blanca y aunque quedaban otros colores no dejaba de gustarnos y darnos mucha emoción.
A pesar de las 10 o 12 horas de elaboración de estos tapetes, el gusto es efímero porque su belleza y colorido desaparecen una vez que la procesión pasa sobre ellos, inmediatamente cuadrillas de amas de casas, niños y niñas salen con escobas, recogedores y bolsas de plástico para recoger el aserrín revuelto y así volver a la vida cotidiana.
Andrea López tiene casi 80 años de edad, llora cuando la Virgen Santa Clara de Asís recorre las calles del pueblo donde nació, dice que ahora ya no puede hacer tapetes, pero el amor y agradecimiento a la santa es el mismo.
Al cumplir su misión, Francisco López se prepara para regresar a Monterrey, en sus maletas lleva algo especial, la esperanza de “poder ver en algunos años más, niños que estén tomando la batuta que corten, dibujen y plasmen sus ideas”, señala.