Cuenta la historia que en 1912 la región de Acambay y Temascalcingo fue sacudida por un gran temblor, el cual afectó a varias comunidades. No solo se cayó la torre de la iglesia y algunas columnas, sino que los manantiales se secaron por el cambio de rumbo producido por el movimiento telúrico, perdiendo cosechas y generando hambruna.
Eso, señalan las versiones recogidas en la historia local, provocó angustias entre la población que pensó en un castigo divino, por lo cual al siguiente año, en 1913, los habitantes del municipio de Temascalcingo se reunieron para pedir auxilio celestial.
Sin embargo, al no sentirse dignos de mirar a Dios a la cara, cubrieron sus rostros con máscaras de viejitos, para representar a las personas más sabias, experimentadas y reconocidas en las comunidades.
Fue así como aparecieron la vieja y el viejo mayor con ropa de manta, morral de ixtle, huaraches, garrote en mano y una gran máscara que acentúa los rasgos de cada uno, hechos con penca de maguey seca, con cabello y barbas de ixtle.
El gran temblor
El miedo que dejó ese movimiento estuvo más que justificado. El Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) recuerda aquel martes 19 de noviembre de 1912 cuando, a las 7:55 horas, un sismo de magnitud 6.9 grados se originó en el municipio de Acambay causando daños considerables en poblaciones cercanas al epicentro.
En esta zona se encuentran varias fallas geológicas regionales con distintos grados de actividad sísmica. Se reportaron 140 personas fallecidas y varias edificaciones y monumentos colapsados en Acambay, Temascalcingo y San Andrés Timilpan.
El fenómeno dejó destrucción, desolación, tristeza y pocas explicaciones en ese momento. La gente no entendió la magnitud del daño y buscó respuestas más allá de lo terrenal. Encontraron tranquilidad cuando decidieron pedir perdón, ofrecer anualmente una manda y se empezó a recuperar la fertilidad del campo.
Desde esa primera ocasión que oraron y recorrieron el pueblo en manda por un mejor año, la fertilidad de la tierra y mejores cosechas, no han dejado de hacerlo y cada jueves de Corpus salen nuevamente a las calles y llegan a la iglesia a bailar. El único año sin recorrido fue 2020, por la pandemia de covid-19
El recorrido musical
Físicamente el trayecto empieza en las afueras del pueblo, ahí se reúnen los viejos y las viejas con sus grandes máscaras, hechas con maguey y sus grandes cabellos y barbas de ixtle, así como grandes sombreros hechos de papel y engrudo.
Pero el inicio real es muchos meses atrás, desde que empiezan a confeccionar poco a poco las gigantescas cabezas y a reunir todo el ixtle necesario para representar las canas y barbas de los sabios viejos. Todo es hecho a mano por niños, jóvenes y mujeres que una vez al año parecen los más viejos del municipio.
Recorren todo la localidad bailando al son del tambor y del violín hasta llegar al atrio de la iglesia principal, donde los espera la gente y puestos de comida; todo lo típico de una fiesta patronal para que la gente disfrute, mientras ellos y ellas bailan y rezan por un mejor año.
Iniciativa popular
Además de reconocer a Temascalcingo por su cerámica y por ser la cuna del gran paisajista José María Velasco, es ampliamente conocido por esta tradición que atrae cada año a gente de otras entidades y países que bailan con los viejos y viejas, se toman fotos y conviven mientras se lleva a cabo esta celebración, la cual se sigue conservando igual que hace 110 años.
Por eso el Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional (PRI) presentó una iniciativa de ley que tiene como finalidad reconocer a la tradición histórica, cultural y artesanal de los Xitas, Corpus, o Viejos de Corpus de Temascalcingo, como patrimonio cultural inmaterial en el Estado de México.
Elevar a patrimonio significa reconocer la importancia de esta tradición, un compromiso para darle difusión y mantenerla lo más intacta posible por mucho más tiempo, solo falta que la Legislatura mexiquense dé su visto bueno.
La UNESCO, explican los diputados Elías Rescala e Iván Esquer, ha establecido que el patrimonio cultural no se limita a monumentos y colecciones de objetos, también comprende expresiones vivas, heredadas de nuestros antepasados, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativas a la naturaleza y el universo, además de saberes y técnicas vinculadas a la artesanía tradicional.
Los viejos de Corpus, señalan, reúnen estás características para ser declarados como patrimonio cultural intangible y esta expresión cultural se debe conservar y difundir para mantener vivas nuestras tradiciones.
Por su relevancia histórica, en los estados de Oaxaca, Morelos, Tlaxcala, Jalisco, Chiapas, entre otros, se han declarado innumerables danzas étnicas y religiosas como patrimonio cultural de esos estados; hoy toca a esta tradición cruzar los umbrales del municipio y convertirse en patrimonio de toda la entidad.
JASJ