La violinista, Luana Elizabeth Eager, ha sido una apasionada de la música desde su niñez, una etapa en la que estaba rodeada de músicos en su familia y además, en su misma tierra había una orquesta donde sus maestros eran los protagonistas, lo que no imaginó es que años más tarde ella también formaría parte de la Camerata de Coahuila.
La música ha estado presente desde que estaba en el vientre de su madre. Su abuela y sus padres fueron una gran influencia para encaminarse de manera natural a una actividad que se le presentaría en forma de un piano, para luego ser atrapada por las cuerdas del violín, atada por un nudo de sonidos que la cautivaron y que ahora emite de manera profesional.
“Incluso antes de nacer yo ya estaba escuchando música en el vientre de mi madre. La música siempre ha sido parte de nuestra vida, fue como aprender a hablar porque inicié a tocar el piano entre los 4 y 5 años. Cuando íbamos con mi abuela nos ponía a mis primos, a mis hermanos y a mí a cantar, lo disfrutábamos mucho”.
Llegó el momento de tomar ese torneado instrumento de cuerdas frotadas y emprender el camino para desarrollarse de manera profesional; tocando en orquestas y coros, aprendiendo obras clásicas y escuchando nuevos estilos para tocar el violín.
Su formación inicial se forjó en clases, donde la maestra era su madre, además de tener clases durante casi 15 años con la maestra Yulia Mokhnatkina, quien desde ese entonces ya formaba parte de esta orquesta lagunera y ahoraes su compañera de trabajo.
“Eran como nuestros ídolos desde niños y nunca me imaginé estar ahí. Era como un sueño. Cuando cumplí siete años mis papás me llevaron a un concierto de Camerata y me pidieron que yo entregara el ramo floral al final del concierto al pianista invitado. Esa fue la primera vez que me subí al escenario, sin pensar que después estaría tocando con ellos”.
Luana fue la primera integrante de la familia Eager en ingresar a dicha orquesta, hace casi cinco años en el área de violines primeros, a la cual le siguió su hermano, el chelista Johanan, así como su hermano mayor, Ethan, quien hace unas semanas fue presentado como asistente de director.
Junto con sus hermanos, primos y amigos, Luana conformó el coro y orquesta Ecos del Desierto, con quienes disfrutó tocar el violín por casi 10 años, para luego ingresar a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Torreón, con la que participa a la par que la Camerata.
Luana Eager dice sentirse afortunada de tener la oportunidad de estar en su tierra, con su gente, y en la orquesta que la ha visto evolucionar al paso de los años en Torreón.
“Estar en la Camerata de Coahuila es como estar en casa, siento que de toda la vida la conozco y se siente como parte de mí. Es una orquesta que siempre he disfrutado escuchar y sobre todo en familia ya que íbamos a todos los conciertos y ahora me siento parte de esa familia”.
Del violín, expresa que es el instrumento que más sentimientos llega a transmitir a quien lo escucha, un sonido semejante a la voz humana, aquella voz que conmueve hasta el llanto o estremece hasta los huesos.
“De niña recuerdo que tocaba algún violinista y yo sentía que podía llorar y cantar a la vez a través de ese instrumento”. Además de tener habilidad con el violín, la lagunera comparte que entre sus pasatiempos están la gastronomía, la carpintería y hasta el diseño de modas, al elaborar sus propios vestidos para cada concierto.
Dedicarse de lleno a la música llega a ser algo estresante porque demanda mucho de ti, no sólo físicamente y mentalmente sino también en lo emocional pues hay que involucrarse con lo que tocas. Hay momentos de mucho trabajo mental como aprenderse la música, coordinar tus manos y todo lo que hay que saber de los compositores y cómo se interpretan las obras.
EGO