Luis Backer y los “Chinos con la remera de Messi”

Los mundiales hay que vibrarlos, pero si se viven y se viaja al lugar también se pueden convertir en crónicas, porque de una u otra manera, el fútbol alienta a descubrir un lenguaje y una forma de vida que desata pasiones.

Prohibido usar máscaras. Luis Backer, en pleno desafío en Rusia 2018. | Especial
Israel Morales
Monterrey, Nuevo León /

Tantas cosas que pueden pasar en un mundial, y el de Rusia 2018 fue para el escritor Luis Backer una experiencia digna de contarse. Así nació “Chinos con la remera de Messi” (Ediciones Periféricas, 2022), crónicas con todo lo que pasa desde que se inicia el viaje. De esta obra nos comenta el autor en esta primera parte y además de este mundial que se celebra en Qatar.

¿Cómo nace “Chinos con la remera de Messi”?

Surge de un mes que estuve en el pasado Mundial de Rusia, y era llevar una bitácora de lo que pasó y lo escribí durante los primeros meses de la pandemia. Lo estuve trabajando y tuve la suerte de encontrar una editorial rápidamente y que se publicara.

Son crónicas muy definidas, pero también cosas que no esperabas...

Un poco también la estructura y todo lo que pasa en la obra son acontecimientos que sucedieron que al principio es un poco accidentado. Hay algunas peripecias, pero también es parte de los viajes, me gusta viajar y siempre suceden cosas y aquí no fue la excepción. Y el giro digamos narrativo de las peripecias le da un toque especial a la historia.

¿Qué situación hay detrás del tema de la remera de Messi?

Haciendo alusión a que el estadio donde jugó Argentina contra Islandia estaba lleno de argentinos, pero un comentarista le dice a unos argentinos que los hinchas no eran argentinos, que eran chinos con la remera de Messi.

Y es un poco también hablar de cómo ha cambiado el turismo, la economía, una potencia económica como China ahora manda miles de turistas de una nueva clase media para los eventos deportivos, y la mayoría no tiene idea de lo que es el fútbol.

Incluso algunos chinos estaban afuera de los estadios reglando sus boletos porque estaban cansados, se querían ir al hotel, no querían entrar. Y los regalaban porque les dijeron que la reventa era delito y en su país esto de los delitos y la impunidad no existen, ahí si te agarran te llevan a la cárcel. Y si tú les ofrecías 50, 100 dólares, decían “no money” y te regalaban los boletos.

Y de los mexicanos, ¿qué nos puedes contar?

De hecho, ahí cuento de algunos que nos encontramos. Incluso en una crónica menciono unos regios que distinguí por el acento.

El número de mexicanos en Rusia era descomunal. La cifra oficial que dio Relaciones Exteriores daba 110 mil, pero eran mexicanos que habían entrado con pasaportes mexicanos, había otros 80 mil mexicanos que habían entrado con pasaporte estadounidense. Entonces la cantidad de mexicanos fue increíble. Ahorita vi que en Qatar había 35 mil, no se compara con la cantidad que fue a Rusia.

¿Cómo le hacen muchos mexicanos para viajar a esos países pese a todos los gastos que esto implica?

Yo creo que somos un país de muchas desigualdades y digamos en 130 millones de habitantes no sería difícil encontrar 100 mil personas que con diferentes esquemas de viaje puedan ir a una copa del mundo, y eso tampoco no quita que la brecha de pobreza extrema se haya incrementado, y que existan 20 millones de familias que viven con un dólar al día. Entonces es el tema de la desigualdad económica que existe.

Y en mi caso, yo viajaba con el esquema bastante bajo en realidad. Creo que cualquiera se gasta más en una fiesta para pedir a su novia y una boda no te digo, es muchísimo más. Yo me gasté menos, pero también había hijos de políticos, entre otros. Entonces sí hay muchos matices en ese turismo.

Pero había mucha gente que yo consideraría como clase media, de unos 30, 35 años, que ya trabajaban, que no eran casados. De hecho, fue un amigo que él es oficinista, un trabajo normal, pero ahorró porque eso es lo que quería, no es que solo haya ido gente rica. Rusia se prestó para que fuera un mundial barato.

El caso de Qatar es impensable, los hoteles son de lujo, no hay manera de ahorrar dinero, y en Rusia hay puestos de comida callejera, que era muy barata, se podía tomar alcohol en la calle. Se prestó la sede para que fuera un mundial barato y aparte de que estaba bien conectado. Llegabas a Europa y ya te conectabas a Rusia, no es lo mismo que ir a Qatar por ejemplo.

De este libro yo siento las crónicas accesibles, hay fútbol, pero que también las puede leer alguien que no le guste el fútbol, ¿es así?

Esa era un poco la idea cuando escribí este libro. Sencillo, crónicas que sean rápidas, apegadas a la memoria y a mis datos, para encontrar una narrativa para cualquier lector, pensando mucho en la gente que le gusta el fútbol, y una parte cultural pensando en gente que no les gusta el fútbol, pero le gusta la crónica de viajes, que creo que la más descriptiva es la del Museo del Hermitage, que hay muchos objetos y hay que describirlos, no hay anécdota ahí más que la visita en sí misma.

En cambio en otras que sí hay anécdotas pueden narrarse de otra forma. Entonces sí intenté que fueran crónicas ligeras, incluso despojarme un poco del juicio, pensar qué estaba bien, qué estaba mal, y decir bueno, éramos un montón de personas que estábamos haciendo realidad su sueño en Rusia y pues era una fiesta, y esa era más o menos la idea de no mancharla mucho con una aspiración intelectual o muy literaria.

¿Qué opinas de este Mundial de Qatar?

Creo que es un mundial muy raro, que se ha sentido en el ánimo de la afición. Considero que no acaba de despegar, la gente no estaba tan emocionada como en otros mundiales, y bueno también nos habla de un fenómeno económico global que son los petrodólares, de cómo se han ido metiendo al futbol. Por ejemplo ahí está el dueño del Paris Saint-Germain que es un jeque de Medio Oriente. Y como en el futbol se ha ido metiendo dinero de estos países ricos árabes, pues responde un poco a ese fenómeno.

Y la confrontación entre la costumbres occidentales y las costumbres de Oriente, todo esto de que no haya alcohol, los latigazos en plazas públicas, el sancionar la homosexualidad o comportamientos que pudieran parecer sospechosamente homosexuales me parece ridículo, y es algo que la UEFA por ejemplo se jacta de luchar contra la homofobia. Y dice Qatar que no va a permitir brazaletes que tengan la bandera gay y aunque ellos lo quieran poner y finalmente se sale con la suya la sede porque tiene unas leyes muy estrictas en ese tema.

Entonces es un poco raro cómo la FIFA mientras haya dinero le puede dar una sede a quien sea, como lo hizo también con Rusia; sí es un poco extraño, pero creo que sí nos habla que es uno de los espectáculos más importantes a nivel mundial del futbol.

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.