Lo elementos rurales que Luis Ramiro Barragán Morfín presenció durante su infancia en el rancho paterno de Mazamitla, Jalisco, fueron el punto de partida de su gran labor arquitectónica, así lo reconoció el propio creativo durante el discurso de recepción del Pritzker, considerado el Premio Nobel de los arquitectos: “En mi trabajo subyacen los recuerdos del rancho de mi padre donde pasé años de niñez y adolescencia”.
Para conmemorar el natalicio del gran arquitecto mexicano – vino al mundo un 9 de marzo de 1902 en Guadalajara, Jalisco –, vale la pena exaltar su legado, que traspasó fronteras y sigue inspirando a todos aquellos que ven en una piedra un mundo de posibilidades.
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Primeros pasos de Luis Barragán en la arquitectura
El interés de Barragán por la arquitectura, según el sitio web del Gobierno de Jalisco, surgió gracias a Agustín Basave. Por eso en 1919 el joven Luis se inscribió a la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, de la que se graduó como ingeniero civil.
Tras finalizar sus estudios, el novel arquitecto decidió viajar a Europa y esto le cambió la vida:
“Durante este viaje se impresionó de la belleza de los jardines de las ciudades que visitó, como el Generalife de Granada y los de las villas italianas y de la costa del Mediterráneo. Desde entonces conservó su interés por la arquitectura del paisaje”, señala la página web de la Casa Luis Barragán.
Tras dos años empapándose de nuevas perspectivas arquitectónicas, el creativo volvió a Guadalajara con mucha energía, pues de inmediato comenzó a construir residencias, por ejemplo: las casas de Efraín González Luna (1928) y de Enrique Aguilar (1928).
Obra de Luis Barragán en México y el mundo
En la Ciudad de México se puede apreciar el gran talento del arquitecto gracias a la vivienda que construyó en 1948 y que actualmente lleva su nombre: Casa Luis Barragán.
Esta construcción, ubicada en la calle General Francisco Ramírez 12, colonia Ampliación Daniel Garza, fue incluida por la UNESCO en su lista de Patrimonio Mundial en 2004 por ser un inmueble donde “convergen corrientes estéticas y elementos artísticos modernos y autóctonos tradicionales, dando por resultado una síntesis arquitectónica que ha ejercido una notable influencia en el diseño contemporáneo de paisajes, jardines y plazas”, indica la institución en su sitio web.
Destaca que este recinto está abierto al público de lunes a domingo con un costo de 400 pesos. En el sitio web de la Casa se puede consultar más información.
“Mi casa es un refugio, una pieza emocional de arquitectura, no una pieza fría de conveniencia”, una declaración del arquitecto que recoge la Secretaría de Cultura.
Otros trabajos icónicos de Barragán en México son las Torres de Satélite, donde colaboró con el escultor Mathias Goeritz; los Jardines del Pedregal de San Ángel, en asociación con José Bustamante; la Capilla de las Capuchinas, en Tlalpan; el Faro del Comercio, en Monterrey; y la Fuente de los Amantes, en el Edomex.
Su impacto internacional se dio gracias a la exposición sobre su obra que realizó el Museo de Arte Moderno de Nueva York 1976. Además, ese año su colega argentino Emilio Ambasz lanzó un libro-catálogo sobre Barragán que también le dio mucha proyección (lo puedes consultar haciendo click aquí).
Premio Pritzker y muerte
En los últimos años de su vida, Barragán recibió muchos galardones, siendo más importante el premio Pritzker de 1980, la máxima distinción arquitectónica del mundo – es el único mexicano que ha ganado el llamado ‘nobel’ de los arquitectos – que entrega la fundación Hyatt para “honrar en vida al arquitecto cuyo trabajo demuestre talento, visión y compromiso, y que haya contribuido significativamente a la humanidad en la creación del entorno a través de la arquitectura”.
"Deseo dejar constancia, además, de mi respeto y admiración por el pueblo norteamericano, gran mecenas de las ciencias y de las artes, y que sin encerrarse dentro de los límites de sus fronteras las trascendió para distinguir de manera tan honrosa y generosa, en este caso, a un hijo de México".
"Tengo plena conciencia, por tanto, que el premio que se me otorga es un acto de reconocimiento de la universalidad de la cultura y en particular de la cultura de mi patria. Pero como nunca nadie se debe todo a sí mismo, sería mezquino no recordar en este momento la colaboración, la ayuda y el estímulo que he recibido a lo largo de mi vida por parte de colegas, dibujantes, fotógrafos, escritores, periodistas y personales amigos que han tenido la bondad de interesarse en mis trabajos", así comenzó su discurso al recibir el Pritzker.
El Premio Jalisco (1985) y el Premio Nacional de Arquitectura (1987) fueron otros reconocimientos que recibió el creador antes de morir el 22 de noviembre de 1988, tras varios años padeciendo la enfermedad de Parkinson.
Luego de su deceso, a los 86 años, se le rindió un emotivo homenaje en el vestíbulo principal del Instituto Nacional de Bellas Artes. Sus restos descansan en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.
hc