Aparece en el escenario un enmascarado gigante y gritón, dice ser el cholo, es majadero y retador, asegura que el escritor Juan Villoro le quitó la máscara alguna vez, ¡pinche juan!, se ríe y bromea con el público mientras que Martín Solares le sigue el juego al extraño personaje que cautiva a todo el público quien grita con su voz ronca: Soy Luis Humberto Crosthwaite, el escritor.
Hace varios años, un día, el autor de clásicos como “Misa fronteriza”, Tijuana: crimen y olvido o El gran preténder que se publicó hace 30 años, decidió irse del país, comenzó a rolar, dejó de publicar libros y tardó tiempo en volver a su Tijuana, aunque nunca dejó de escribir sus poderosos cuentos, los aceitaba en su cabeza.
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Después de 14 años de espera, Luis Humberto Crosthwaite presenta El último show del elegante Joan (Random House) que presentó en la Feria Internacional del Libro en Coyoacán entre amigos, algunos curiosos y lo más importante acompañado de su familia.
Luis Humberto Crosthwaite bromea todo el tiempo, se quita la máscara y explicó que “es un libro donde hay juegos, triunfos, derrotas y mucho sentido del humor”.
El editor y escritor Martín Solares opinó: “es un librazo el de Crosthwaite, él incluye la manera de cómo se consigue el poder de las palabras e hizo de la literatura la ciudad y nos pasea por su propia teoría de ella. Estoy seguro que será un libro de referencia”
El último show del Elegante Joan reúne una serie de cuentos que va de un imitador de Joan Sebastian a un compositor de corridos o poetas shaolines, en un ejercicio donde el mismo autor explica el arte de escribir cuentos e incluso, los mismos personajes se quejan de su padre literario mediante el Sindicato Mundial de Personajes Ficticios: “protestamos por el maltrato al que fuimos sometidos durante la elaboración de este libro”, entre otras sorpresas literarias de este gigante literario.
“El libro está formado de soñadores como el personaje que quiere ser Joan Sebastian y se vale soñar. Yo quiero ser luchador, pero ya estoy muy viejo y muy gordo, bueno, lo gordo me aguantan en la lucha libre (risas). Me sorprende toda esta semana, los de la editorial me están sacando todo el jugo posible y me tienen dando entrevistas cada media hora y yo ya me había salido ese rollo y estaba lejos”, comentó.
Sin embargo, el escritor confesó que tenía una enorme responsabilidad, porque durante muchos años se ha dedicado a dar talleres de literatura.
“La gente me presenta sus cuentos esperando que yo les de un gran comentario, yo hago mi esfuerzo y les digo lo que yo considero de esas historias, entonces, tenía una gran responsabilidad con muchos amigos que pertenecen a ese taller de presentar un libro que estuviera a la altura de mis comentarios y aquí está, según yo, así es como se hace literatura, me salió bien, me salió mal, quién sabe”.
Pero en este regreso, el autor se ha dado cuenta que mucha gente joven lo lee por primera vez.
“Yo estoy escribiendo desde hace 40 años pero me da gusto ver a los jóvenes y dicen: ‘órale cabrón, ¿quién es este loco? Que cosa tan rara, tan extraña y tan fabulosa’, no me la creo y estoy muy conmovido con esta presentaciones”.
Las pasiones de Crosthwaite son la lucha libre, la música y el cine y aseguró “yo no sé separar mi cerebro, todo lo revuelve y los cuentos tienen eso, es una locura, todo el libro está lleno de estas personalidades que son como yo: un poquito looser y un poquito winner y gente deprimida, pero hay una corriente de aire fresco en el libro que son historias breves y el aire fresco está representado por el humor”.
El escritor enfatizó en que “yo no puedo hacer nada con seriedad y cómo es posible que una sociedad como la nuestra, llena de humor, tenga escritores tan amargados, tanto los jóvenes como los viejos que andan como el Pípila sufriendo y el alma no les alcanza para escribir… ¡no puedo hacer eso! Yo soy un vato que se reúne en una carne asada a tomarse una cerveza o en una cantina a platicar sus historias, eso es lo que soy. No estoy acostumbrado a la seriedad”.
Finalmente, Luis Humberto Crosthwaite afirmó: “existen dos vertientes en la literatura mexicana, una es la de José Agustín y la otra la de Carlos Fuentes y yo estoy en ese bracito de Jose Agustín y siento un honor pertenecer a eso. Yo escribo porque me encanta la escritura y podría no publicar libros. Yo sigo escribiendo e inventando historias como lo hacía desde niño y esa parte infantil nunca se me ha quitado”.
PCL