Cuando Luis Sánchez Saldaña estaba a punto de cumplir 18 años y se enfilaba a cursar la licenciatura en medicina, algo en su interior le decía que antes de empezar esa carrera (ya tenía su lugar en la Universidad Autónoma de Guadalajara) debía de probar algo que lo llamaba: ser bailarín.
En específico, le interesaba aprender danza irlandesa, pues esos movimientos, ese folclor y esa música lo habían atrapado desde que siendo un niño de 12 años vio con su familia un espectáculo de Lord of the Dance. Fue tal la huella que le dejó que nunca se le quitó de la mente que le gustaría bailar en un espectáculo como ese.
Posteriormente estudió algo de tap, pero en realidad nunca incursionó en la danza como tal. No obstante, le seguía dando vueltas en la cabeza viajar a Irlanda a estudiar cultura celta. Sonaba como una idea de lo más posible. Quizá por eso un día empacó sus maletas y se dirigió a Dublín, la capital de los duendes…
Un tapatío en Dublín
Tapatío de nacimiento, no encontraba nada que llenara sus expectativas en Guadalajara, así que nada mejor que ir directamente al origen. Se estableció en la nebulosa capital irlandesa. Supuestamente iba por seis meses, pero le gustó tanto, que desde el principio empezó a acudir a las competencias. Claro, no todo fue tan rápido, porque llegando, como estaba empezando a aprender danza a los 18, una edad en la cual los destinados a ser profesionales ya llevan al menos 11 años bailando, tuvo que empezar desde abajo, y eso significaba aprender desde la primera lección con niños de 10 años.
“Era una escuela de las más antiguas de baile en Dublín —rememora—. Como tenía que empezar por el nivel más bajo, estaba rodeado de puras niñas y niños chiquitos, que no sabían por qué no me podía comunicar con ellos ni en qué idioma hablaba”. Recuerda también que la técnica era muy rigurosa, “aunque los irlandeses son muy relajados comparado con una academia de ballet de Londres o Moscú”, dice.
Después de los primeros dos años de regularización decidió estudiar la carrera en Limerick, en donde se encuentra la academia de baile irlandés más importante del mundo, y que es parte de la universidad. Ahí empezó la licenciatura en música y danza irlandesas, pues, como explica, no se puede cursar una sola disciplina, sino que las dos van juntas. “Ahí es cuando supe que me iba a dedicar a esto por el resto de mi vida —comenta—. Esa etapa duró cuatro años y tuve mucha suerte de tener a los mejores maestros. Michael Flatley llegó a darme clases ahí. Llegaban los bailarines más famosos. Tuve esa suerte, me acogieron y me pulieron. Algo seguramente veían en mí, porque me impulsaban mucho”.
Michael Flatley, quien fue primer bailarín de la otra agrupación emblemática de danza irlandesa, Riverdance, es el creador de Lord of the Dance, un concepto que además de la música en vivo, el llamativo vestuario y las inigualables coreografías celtas, combina un concepto teatral, con personajes y una historia de la lucha contra las fuerzas oscuras que se quieren apoderar de la isla de Irlanda.
Ese es el trasfondo que hay en este nuevo espectáculo, llamado Dangerous Games. Flatley, quien tiene el récord Guinness de bailar tap más rápido que nadie en el mundo, lo estrenó en el Teatro del Paladio de Londres hace tres años, y hace dos lo presentó por primera vez en Broadway.
No es un rostro nuevo en esos escenarios, puesto que ha ganado premios Oscar y varios Grammys. A pesar de que no nació en Europa, es celta de pura cepa, pues fue criado por una familia de ascendencia irlandesa en el South Side de Chicago. En los años 70, cuando no se concebía que un estadunidense llegara a enseñarle a ningún irlandés cómo bailar o tocar los instrumentos tradicionales, Flatley arrasó en los campeonatos de ese país como mejor bailarín y posteriormente como mejor flautista.
Se presentó con la compañía número uno del mundo de danza celta en ese entonces, Riverdance, hasta que se convirtió en el referente de la misma, junto con la bailarina Jean Butler. Su éxito fue tal que pronto ya era el coreógrafo, y después, en los años 90 decidió crear su propia compañía, fundando así Lord of the Dance. Ya ahí se dedicó a la coreografía de espectáculos como Fleet of Flames y, sobre todo, Celtic Tiger, que cuenta la historia, en pasos de baile, del pueblo irlandés y su migración masiva a Estados Unidos, un tema que hoy se antoja de lo más actual ante las empoderadas corrientes en contra de los flujos migratorios humanos.
Juegos peligrosos
Como el mismo Flatley, Luis Sánchez osó llegar desde el continente americano a abrirse un espacio en la troupe europea, cosa que se antoja de lo más difícil si se toma en cuenta que miles de personas ni siquiera son consideradas para una audición. Así que debía enfocar todos sus esfuerzos en mejorar cada día su técnica. “Diario bailaba en la universidad por las mañanas, y en las tardes en otra academia, por fuera —apunta—. Además competía localmente cada que había un concurso, y después salté a escala nacional, hasta llegar a los mundiales. Esa es la trayectoria que debes tener para llegar al nivel más alto”.
No contento con eso, empezó a bailar en otra compañía local, y en cuanto terminó la licenciatura se inscribió de inmediato a la maestría. Al graduarse obtuvo trabajo haciendo giras como bailarín profesional. En la última competencia que hizo quedó en el lugar número 20 del mundo en su categoría, y eso fue lo que finalmente le abrió las puertas.
Hace unos años decidió hacer una audición para Lord of the Dance en Londres. “Tienes a todos los productores enfrente, y es la adrenalina más fuerte que te puedas imaginar. Era una audición justo para este nuevo espectáculo de Dangerous Games. Pasé a la siguiente etapa que es en la que ellos consideran la coreografía, para ver qué tan rápido te la aprendes y cómo la ejecutas, porque si te fijas, están buscando el nivel más alto en cuanto a técnica, pero también que sepas actuar, puesto que es muy teatral. Después de un proceso larguísimo de selección quedé como reserva, que significa estar considerado para cuando se abra un lugar en alguna gira”.
Eso fue lo que pasó: le llamaron cuando se supo que la compañía venía a México, para ofrecerle un lugar en el espectáculo. Es el sueño de todo profesional de la danza irlandesa, un sueño que se había hecho realidad desde aquella lejana tarde en que su familia lo llevó, siendo apenas un niño, a ver a esos danzantes célticos que dejaron tan honda huella en su memoria. No obstante, él ya no residía en Dublín ni daba giras, ni estaba en Europa, sino que había regresado a México, a fundar una academia de danza irlandesa en su natal Guadalajara.
“Me regresé porque ya llevaba ocho años y medio en Irlanda, y siempre extrañé México. Aprendí lo que tenía que aprender y me daban ganas de enseñarlo, así que puse mi academia, que se llama The Mexican Institute of Irish Dance. Ahora que fue invitado al espectáculo prevé que lo puedan empezar a llamar para más giras internacionales, “pues una vez que entras, ya eres parte de la compañía”, y no sabe qué es lo que va a hacer cuando eso suceda, puesto que también quiere consolidar su emprendimiento en México.
Abriendo brecha
Luis dice que eso se sabrá con el tiempo, y hay que vivir un día a la vez. Además, no sabe si podría aguantar realmente una gira larga, puesto que es demasiado pesado y doloroso, a nivel físico. “Tú piensas que se ve muy bonito y dices qué padre estar en el escenario, pero lo que está detrás de es muy pesado. Es estar en un autobús todo el tiempo, viajar de una ciudad a otra, una rutina, y por supuesto seguir entrenando todo el tiempo, seguir alimentándote con lo que te indica el régimen, porque tienes que comer de una manera especial para aguantar el desgaste”.
El baile irlandés es muy específico en cuanto a los pasos, que deben ser sumamente rápidos (es el antecedente del tap) y estéticos, además de que se basa mucho en los saltos y los movimientos a laterales de las piernas. Es un baile rígido si se compara con otras tradiciones dancísticas, pues es completamente vertical y prácticamente no se utilizan las extremidades superiores ni el torso: solo de la cintura para abajo. “Trato de ir al fisioterapeuta lo menos posible, si llego a ir es porque ya me lesioné”, indica. Ya después de tantos años tienes una rutina; por ejemplo, si yo no caliento de cierta forma y me estiro al final, sé que me voy a lastimar”.
Explica que cuando hay entrenamientos fuertes o en épocas de gira, después de bailar, los artistas se deben meter a tinas de hielo, lo que se llama crioterapia, para desinflamar cualquier pequeña lesión que se haya causado. “Es la manera de mantenerte si tienes funciones diarias”.
Para un espectáculo como Dangerous Games tiene que ensayar de tres a cuatro horas al día, y además hacer una actividad complementaria como levantar pesas, pilates o nado, para equilibrar el desgaste en las piernas, rodillas y en los gemelos.
“Es todo un estilo de vida: si quieres hacer esto tienes que bajarle al alcohol, tienes que bajarle a la fiesta, tienes que cuidarte muchísimo. Muchos de nosotros ya ni siquiera jugamos futbol por miedo a que te pase algo. A mí me gustaba mucho esquiar y ya no lo puedo hacer: cualquier lesión te deja mínimo tres meses fuera, o hasta se puede acabar tu carrera. Si pierdes un trimestre no solo te quedas fuera de una gira, sino que pierdes tu lugar, que es lo más importante”.
No sabe de ningún antecedente de algún mexicano en Lord of the Dance, y tampoco en otras compañías, excepto de alguna bailarina que alguna vez estuvo en Riverdance. Es un pionero en ese sentido. No sabe si abrió camino para otros mexicanos pero espera que así sea, sobre todo con su academia, que es la forma más fácil de acercarse en México, hoy por hoy, a la música y el baile celtas. “Es una carrera muy bonita, pero hay que ser conscientes de que ser bailarín profesional lleva mucha disciplina y es una carrera corta, pues nunca vas a ver en el escenario a alguien de más de 35 o 36 años. El que quiera hacer esto tiene que considerar todo”. Afirma que la edad ideal para iniciarse es a los siete años, aunque él lo hizo a los 18. “Yo empecé tardísimo, y también es una prueba de que se puede así: pero eso sí, tengan en cuenta que va a doler”, finaliza.
Después de presentarse en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, el espectáculo Dangerous Games de Lord of the Dance se presentará en Guadalajara y en Monterrey, además de otras plazas. Una buena oportunidad para acercarse a un arte que se nos presenta como algo exótico, pero a la vez fascinante y lleno de folklore y tradición.