La pequeña, izquierdista, sarcástica y divertida niña de 6 años, Mafalda, se creó en revistas y periódicos, pero traspasó la inmediatez de las noticias para, con su ácido humor crítico, colarse en el recuerdo de viejas y nuevas generaciones de todo el mundo.
Pero la famosa Mafalda, la gran aportación del caricaturista Joaquín Lavado al mundo, estuvo a punto de no existir, pues pasó de ser parte de una campaña publicitaria a transitar en revistas, periódicos y hasta campañas de derechos para los niños de la UNICEF.
En el libro Mafalda Inédita, de la editorial argentina Ediciones de la Flor, se retoma la historia detrás de la pequeña niña y la lucha de su creador, Quino, para que su inocente pero sarcástica voz siguiera sonando en argentina.
De la publicidad a las revistas
Quino le había comentado a su amigo Miguel Brascó que "tenía ganas de dibujar una tira con chicos", por lo que cuando él recibió una llamada de Agens Publicidad en la que pedían a un dibujante, inmediatamente pensó en su querido Joaquín Lavado, dijo el escritor en el libro Mafalda Inédita.
Se trataba de una tira que iba a publicarse de forma encubierta en los medios para promocionar los electrodomésticos Mansfield, por lo que Quino diseñó una familia argentina compuesta por los padres y una pequeña niña.
La regla de oro de la agencia de publicidad era que el nombre de todos los personajes empezara con "M". Quino recordó que la película Dar la cara, del director David Viñas, aparecía una niña muy alegre llamada Mafalda y decidió que su nuevo personaje llevaría ese nombre.
En el libro se explica que la tira, ya diseñada, fue llevada al diario Clarín, pero los editores descubrieron rápido que se trataba de una publicidad y decidieron no comprarla. Los electrodomésticos nunca vieron la luz y Mafalda se quedó inerte.
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Brascó, buen amigo de Quino, le propuso que la historieta se publicara en el suplemento de humor de Leoplán, la revista que él editaba. El escritor dijo haber visto un homenaje a Periquita, de la historieta estadunidense creada por Ernie Bushmiller, en la tira de su amigo, razón por la que le publicó tres tiras.
Más tarde, otro buen amigo de Quino, Julián Delgado, llegó a un acuerdo con el dibujante para publicar a Mafalda como tira cómica en la revista Primera Plana. El 29 de septiembre de 1964 salió la primera de 48 tiras que se publicaron.
Dos meses antes de que dejara de publicarse Mafalda en ese semanario, surgió el primer amigo de la pequeña: Felipito, personaje que Quino retomó del periodista argentino y fundador de Prensa Latina Jorge Tomossi, quien tenía "dos graciosos dientes de conejito", refiere Quino en Mafalda Inédita.
En marzo de 1965, Joaquín Lavado decidió retirar su tira de Primera Plana, pero la revista creyó suya a la pequeña Mafalda y Quino tuvo que ir al archivo e insistir para que se la devolvieran.
De nuevo, Mafalda se había quedado sin casa. Pero unos días después llegó al periódico El Mundo, donde la tira comenzó a crecer al pasar de aparecer semanalmente a hacerlo diario.
En esa etapa Quino trató de plasmar en su tira las principales crisis que azotaban al mundo, por lo que esa pequeñita se convirtió el megáfono del caricaturista para hablar de la injusticia, el miedo a la guerra, el racismo, la clase media, la bomba atómica, entre otros temas noticiosos.
En El Mundo surgen otros amigos de Mafalda. Manolito, inspirado en el padre panadero de un amigo, Susanita y Guille, inspirado en el simpático sobrino de Quino, a quien los lectores solo conocieron como la panza de la mamá de Mafalda, porque el diario cerró el 22 de diciembre de 1967.
Durante seis meses, Mafalda se quedó solo en la mente de Joaquín Lavado, quien publicaba una página de humor en el semanario Siete Días Ilustrados. Para 1968, Mafalda apareció en ese medio en una página con cuatro tiras.
Su primera aparición en ese semanario fue a través de una carta que Mafalda dirigió al editor explicando su vida, en la que describe a sus amigos y su hermano, y las cosas que disfruta como su gusto por la lectura, el boliche, las hamacas, la caricatura del Pájaro Loco y jugar ajedrez, como se lee en la publicación original que recuperaron en Mafalda Inédita.
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En ese momento, Umberto Eco, había llevado la tira a Italia, en donde se imprimía bajo el nombre de "Mafalda la contestataria", por lo que la pequeña comenzó a tener fama internacional.
Cinco años después de aparecer en Siete Días Ilustrados y en su apogeo a nivel mundial, Joaquín Lavado decide despedirse de Mafalda, por lo que el 25 de junio, aparece una tira en la que la pequeñita dice adiós a sus lectores.
Aunque Mafalda volvió a aparecer en una campaña en defensa de la niñez y en un calendario de la salud para la UNICEF, la caricatura no volvió a ser publicada con regularidad en ningún medio y pasó a ser recordada, mediante libros, como la pequeña invención que Quino aportó al mundo.