Con una licenciatura como pintora que obtuvo en la Academia de San Carlos y una especialización en textiles que realizó en Francia, la maestra Marcela López llegó a La Laguna y logró formar a decenas de pintores locales.
A La Laguna llegó junto con su esposo que, siendo arquitecto, le enseñó literal a edificar una vivienda, siendo ella quien con sus propias manos cimentó y dio forma a la casa donde reside desde hace 45 años.
- Te recomendamos Orquesta Sinfónica Juvenil festeja aniversario 117 de Torreón con 'Mosaico mexicano' Música
“Mi esposo era de aquí e incluso parte de su familia aún vive aquí. Y por eso decidimos venir a la región sin llegar a la ciudad, porque yo vivo en un ejido desde que llegué. Ahí construí mi casa y tenemos una huerta, aunque nací en el Distrito Federal. A los dieciséis años entré a la Escuela Nacional de Artes Plásticas en San Carlos, ahí estuve hasta 1964 y luego me fui a una estancia a Francia becada por el gobierno francés para estudiar diseño textil”.
Tras su estancia en la Escuela Nacional de Artes Decorativas de Aubusson, Francia, Marcela volvió a la Ciudad de México dispuesta a trabajar proyectos de dibujo, pintura y grabado junto con el diseño textil con el cual no enfrentó obstáculos porque su carga de conocimientos era muy grande.
“Yo soy una enamorada de mi país y regresé porque mi madre estaba enferma y tenía que estar con ella aunque se me dio la oportunidad de quedarme mucho más tiempo en Aubusson pero ya no podía. Yo soy la primera artista o la única de la familia porque mis hermanos eran arquitectos e ingenieros de comunicaciones.
“Yo conocí a mi esposo porque era amigo de uno de mis hermanos, mi marido era arquitecto también pero a él lo conocí diez años antes de casarnos, la relación se empezó a dar mucho después; él iba a casa con mi hermano a trabajar sus proyectos y yo me la pasaba todo el día en San Carlos trabajando y yo iba a mi casa a decir hola y adiós porque esa era mi vida de joven. Nos casamos en el 68 y mi marido viajaba con la constructora con la que trabajaba; vivimos mucho tiempo fuera de la Ciudad de México y en muchas partes del país, hasta 1977”.
No obstante Marcela López dijo que ella definió su posición como artista y ser humano cuando llegó a vivir a la Comarca Lagunera pues pensó en no moverse de la región y comenzar a producir y dar clases, oficio que desempeñó en todas las universidades públicas y privadas de la región. Aunque se reconoce como una aventurera que descubre cosas nuevas de manera permanente.
“Cuando llegamos aquí no teníamos más que un par de cuartos, una puerta y un hijo recién nacido con un marido que tenía que irse a trabajar lejos y yo que no conocía a nadie más que a la familia que vivía en Torreón. Pero nunca tuve miedo, al contrario, fue un reto el tener que hacer todo lo que querías hacer en donde estabas. Ahí empecé a construir mi casa gracias a mi marido que me dirigía pero yo la construí; tenía un par de hijos a los que tenía que darles el mejor ejemplo”.
Su proposito es tener una mente positiva y un cuerpo en movimiento
La maestra se fijó en el propósito de tener una mente positiva y de mantener su cuerpo en movimiento para evitar pensamientos de derrota porque sabía desde entonces que era única, insustituible e invencible. Fue así como llegó al Teatro Isauro Martínez a dictar clases de artes plásticas para formar a toda una generación de pintores.
“Yo no era una niña que venía de haber estudiado dos cursitos, tenía toda una carga académica y tenía también un diploma que te respaldaba en Francia porque ahí llegué no a aprender sino a enseñar y eso no lo sabía ni el director de la escuela porque me decía: ¿Por dónde empezamos, Marcela? ¿Qué sabes hacer? Y yo le respondía: Lo que tú me digas. Sabía tejer y proyectar y bueno, llegué a trabajar”.
Al momento la Galería de Arte Contemporáneo del TIM le rinde un merecido homenaje a la maestra Marcela López con la exposición Laberinto, donde se exhibe pintura y grabado de reciente creación y donde además se sumará en breve un textil que confeccionan las manos de esta menestra que continúa imparable.
arg