Una de las figuras femeninas de mayor relieve en la Semana Santa —desde luego detrás de la Virgen María— es la de María Magdalena, quien por siglos fue considerada por la Iglesia católica como una 'prostituta arrepentida' y una mujer 'poseída por siete demonios'; sin embargo, en 2016 el papa Francisco la consideró santa y la elevó a los altares.
¿Cómo fue que, sabiéndose tan poco de ella en la Biblia, María de Magdala se hizo de tal repuación y cómo obtuvo, por fin, el rescate de su figura?
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El pasado 10 de junio de 2016, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó un decreto por el cual se incluyó a santa María Magdalena en el Calendario romano, por expreso deseo del papa Francisco.
Antes de esa fecha, María Magdalena, un personaje que en la Biblia aparece ligado con frecuencia a Jesús y sus apóstoles, no había sido muy bien tratado por la iglesia: tradicionalmente se le describía como una 'prostituta' y una mujer 'poseída por siete demonios'.
Estas nociones permearon en las representaciones que de Magdalena se realizaron en las artes y la cultura popular: a menudo se le retrata semidesnuda y sexualizada —o bien, en actitud penintente—, y abundan las películas, series de TV y novelas donde desempeña el papel de cortesana arrepentida.
['Magdalena penitente', óleo de Tiziano]
¿Cómo sucedió esta transición? Al parecer, todo tiene que ver con una serie de errores históricos y con la similitud de su nombre con el de otros personajes bíblicos.
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Durante siglos, la reputación de María Magdalena osciló entre ser prostituta, adúltera, pecadora, poseída por siete demonios e, incluso, de mujer llorona —incluso existe la frase 'Llorar como Magdalena', por su supuesto papel en la crucifixión de Jesús.
['María Magdalena con el frasco sagrado', de Andrea Solari]
Pero todos estos rasgos, al parecer, pertenecen a otras mujeres de nombre María que no son de la originaria de la aldea de Magdala, próxima a Cafarnaúm.
María Magdalena es mencionada en los evangelios canónicos en sólo cuatro ocasiones: cuando alojó a Jesús y sus apóstoles, tras haber sido exorcisada por éste ya que "de ella habían salido siete demonios"; durante la crucifixión de Jesús y en la visita a su sepulcro; como testigo de la resurrección de Jesús y, también, de una aparición del Redentor resucitado.
Fuera de estos hechos, poco se sabe de Magdalena. Pero la tradición católica la ha identificado con otras mujeres: por ejemplo, con la adúltera que Jesús salva de ser lapidada —"Aquél que esté libre de pecado, que tire la primera piedra".
También se identifica a Magdalena con María de Betania, hermana del resucitado Lázaro, a la que se atribuye la unción con aceite de los pies y el cabello de Jesús —que fue recriminada por Judas por ser un gasto oneroso.
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Todas estas confusiones de Magdalena como una 'mujer que fue pecadora' y 'de quien salieron siete demonios' fueron refrendadas por el papa Gregorio I en el siglo VI, cuando se le identificó con una 'prostituta arrepentida' y en la iconografía cristiana se le retrató en actitud penitente.
['Santa María Magdalena penitente', de Orazio Gentileschi]
Sobre la versión de que Magdalena había sido prostituta, un artículo de El País adjudica la primera piedra de esta calumnia nada menos que al apóstol Pedro, quien al parecer no veía con buenos ojos a la discípula predilecta de Jesús, quien junto con otras mujeres había financiado las predicaciones del galileo.
Las numerosas discusiones entre Pedro y Magdalena quedaron registradas en los evangelios, tanto canónicos como apócrifos. Al alzarse el pescador como 'piedra fundadora' de la Iglesia, ésta se convirtió en una institución falocrática que podría haber relegado la figura de Magdalena y enaltecido la de la virgen María.
Pero después de siglos de maledicencias, la santa María Magdalena —que según la tradición murió en Éfeso y tenía un culto extendido en Francia y el oriente de Europa— ha regresado al santoral católico y se le celebra el 22 de julio de cada año.
FM