A pesar del éxito y de tener una editorial “grande” detrás, Coger y comer sin culpa. El placer es feminista, de María del Mar Ramón (Bogotá,1992) no se había publicado en México. De hecho, la librería U-Tópicas trajo algunos ejemplares de Argentina casi de contrabando porque las lectoras se los pedían.
En entrevista con MILENIO, la escritora charló sobre su visita a México, el feminismo y de su libro, que narra las experiencias de una mujer y su lucha contra temas como los desórdenes alimenticios y la violencia, pero también del sexo, el amor y la amistad, siempre con honestidad y cierto humor.
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¿Cómo llegó el libro a México?
Se publicó en 2019 y apareció en Colombia y Argentina. Al libro le fue muy bien, se hicieron más de 10 ediciones, pero por cosas de Planeta, que no entiendo, no se editaba en México. Entonces, me contactó Luis Gabriel Castro de U-Tópicas muy interesado en publicarlo aquí, en un país al que le tengo mucho cariño y hablamos con Planeta y liberó los derechos para México y España y estoy muy contenta.
¿Cómo fue revisar el libro para la nueva publicación?
Es un libro que escribí hace muchos años y el mundo cambió mucho y yo cambié también. Fue lo primero y último que escribí de no ficción, después de eso, he publicado dos novelas. Me dio emoción revisitarlo. Es un libro sobre feminismo y de mucha intimidad, pero también de cómo esa intimidad está puesta en una arena política. Yo soy una ferviente creyente de que está bien cambiar de opinión ante la nueva evidencia, de ir evolucionando sobre los propios pensamientos, entonces fue muy lindo para mí encontrarme con ese libro después de todos los debates, después de todas las discusiones desde su publicación y también tener ese diálogo con él y espero le guste a los y las lectoras.
¿Y qué encontraste en la María de hace cinco años?
Es un libro del enojo y estuvo bien (risas). Yo creo que la intimidad y la honestidad del libro es algo que resiste el paso del tiempo, es un libro cuya única condición era tirar toda la carne al asador y con esto me refiero a que lo escribí en un momento de muchísima efervescencia feminista en Argentina en 2018, donde vivo hace muchos años y empezábamos a debatir la ley del aborto que se aprobó dos años después, pero había una sensación de comunidad y de un proceso de concreción de unos debates feministas que venían dándose desde hace mucho tiempo y nos hacía estar muy envalentonadas y eso era emocionante.
La escritora dice que la atrajeron lecturas feministas y autoras como Marta Lamas y Judith Butlerm, pero un libro que la marcó fue Teoría King Kong, de Virginie Despentes sobre feminismo y teoría de género.
¿Cómo fue esa experiencia?
Cuando lo leí sentí un nivel de honestidad casi punk en lo que hablaba la escritora que era un discurso así: ‘Yo no vengo a pedirles perdón, ni a explicarles nada, ni tampoco vengo a hacer la víctima’ . La liberación que sentí yo en ese libro y ese desparpajo fue algo que yo me propuse como una de las premisas en Coger y comer sin culpa, y creo que lo conseguí.
¿Qué es lo que más te gusta de tu libro?
Observar desde otra perspectiva, no decir: ‘esto está bien o mal o cómo te tienes que sentir’. No, esto pasó y lo voy a narrar con toda la crudeza y la belleza que pueda. Por eso pienso que el libro se mantiene muy vigente, no tanto por las reflexiones sino por las situaciones que narro y la honestidad.
La edición mexicana de Coger y comer sin culpa cuenta con un prólogo coral escrito por Aura García-Junco, Plaqueta, Catalina Ruiz-Navarro y Luciana Peker con una nueva portada de la ilustradora Maremoto. Narra cómo las mujeres siguen luchando por reivindicar el derecho al placer y por demostrar que el sexo, la imagen corporal y la alimentación son arenas de disputa política.
¿Muchas mujeres se identifican con tus relatos?
Por un lado es emocionante y por otro es un poco descorazonador, porque es un libro que narra mucha violencia y yo quisiera que si lo leen tus hijas, por ejemplo, pudieran leerlo casi como una cuestión arqueológica y que digan: ‘no puede ser, ¿así era otra época?, me quedé impresionada con todo lo que narras, no tenía ni idea’, es como mi sueño pero aún no pasa. Por eso creo que tomar la palabra pública y narrar en voz alta es una herramienta que trae cierta calma y cierto abrazo. No es lo mismo pensar que una tiene un problema solita en el mundo a saber que hay un montón de gente que le pasó esto mismo; en la comunidad siempre hay una forma de sanación. Espero que cada vez menos se de la identificación con lo que narro y cada vez más la alegría de poder pensarlo en pasado.
¿Te pidieron una segunda parte ante el éxito del libro?
Sí, claro. Pero uno tiene que ser intelectualmente honesto y esto es lo que yo tenía para decir en su momento y creía que era valioso. Hoy pienso que tienen que estar otras voces, que no sea una mujer ‘CIS género’, tenemos que escuchar mucho más a las personas trans, conocer la realidad de las mujeres afro, que sean otras identidades y conozcamos otro mundo, otros universos y otras formas de pensar.
CLG