Un día como hoy, 6 de mayo, pero de 1952, falleció en Holanda la educadora María Tecla Artemisia Montessori, conocida mundialmente como María Montessori, pues bajo su apellido logró encumbrar un método de enseñanza, vigente hasta nuestros días, que apuesta por el desarrollo físico y social del niño a partir de su interacción con el ambiente.
La educadora nació el 31 de agosto de 1870 en la localidad de Chiaravalle, ubicada en la provincia de Ancona, en Italia. Sus padres, Renilde Stoppani y Alessandro Montessori, la educaron de forma estricta (él era militar), pero sin muchas restricciones a nivel educativo, por lo que desde joven ejerció sus intereses, primero en las matemáticas, luego en la biología y finalmente en la medicina, lo que la llevó a convertirse en la primera doctora italiana.
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Aunque este logró no significó una pausa en la formación de Montessori, sino todo lo contrario: posteriormente se adentró en la filosofía, la antropología y la psicología experimental de la época. Además, como lo retrata el libro El niño es el maestro, que aborda la vida de la educadora desde la visión de la escritora Cristina De Stefano, fue una loable feminista, pues antepuso su labor social a su vida privada y cuestionó diversas estructuras sistémicas en congresos como el de Berlín (1896) o el de Londres (1899).
En 1901 obtuvo el cargo de directora de un hospital psiquiátrico donde enfocó su trabajo educativo con niños con retraso mental, a partir de la observación y experimentación.
"En tanto que todo el mundo admiraba el progreso de mis niños discapacitados, yo buscaba las razones que mantenían a los niños de las escuelas comunes y corrientes en un nivel tan bajo que podían ser igualados en los exámenes de inteligencia por mis desafortunados alumnos. Llegué a convencerme de que métodos similares aplicados a niños normales, desarrollarían o liberarían su personalidad en una forma sorprendente y maravillosa", una declaración de Montessori que recoge la página de su fundación.
Posteriormente, entre 1906 y 1907, fundó La Casa de los Niños, que funcionó como guardería para los hijos de trabajadores de clase baja que vivían en la localidad de San Lorenzo, en Roma. Destaca que en este lugar comenzó a desarrollar lo que a la postre se conocería como el Método Montessori.
A partir de que estructuró este sistema de enseñanza, María cobró notoriedad en todo el mundo, pues publicó varios libros – siendo destacado El método de la pedagogía Montessori (1909) –, dictó conferencias en varias partes del mundo y conoció otras metodologías, entre otras actividades que cimentaron su modelo de enseñanza.
“Pero estos principios innovadores le crearon numerosas dificultades, hasta el punto de obligarle a tener que abandonar la Italia fascista de 1933, porque su experiencia educativa chocaba frontalmente con el sistema totalitario. El fascismo se servía de la escuela para adoctrinar a los jóvenes, los entrenaba para obedecer órdenes, y no para pensar y ser libres. Los convertía en instrumentos de guerra, y no de paz”, señala la plataforma web de la Asociación Montessori Española.
Tras la caída del régimen de Mussolini, la educadora volvió a Italia en 1947 con el fin de ayudar al restablecimiento de la educación en el país, hasta que en 1949 decidió instalarse en Holanda.
Antes de su muerte, acontecida a los 82 años, Montessori fue nominada para el Premio Nobel en tres ocasiones (1949, 1950 y 1951), pero nunca lo ganó, aunque este galardón sólo hubiera sido un arreglo para su vitrina, pues su impactó fue más allá de los reconocimientos institucionales.
Método Montessori
La Fundación Argentina María Montessoriseñala que el método “se caracteriza por proveer un ambiente preparado: ordenado, estético, simple, real, donde cada elemento tiene su razón de ser en el desarrollo de los niños. El aula Montessori integra edades agrupadas en períodos de 3 años, lo que promueve naturalmente la socialización, el respeto y la solidaridad”.
“El ambiente preparado ofrece al niño oportunidades para comprometerse en un trabajo interesante, elegido libremente, que propicia prolongados períodos de concentración que no deben ser interrumpidos. La libertad se desarrolla dentro de límites claros que permite a los niños convivir en la pequeña sociedad del aula”, agrega.
Yhc